Marcos Álvarez Morice

El Teatro Víctor Jara, de Vecindario, en el municipio grancanario de Santa Lucía de Tirajana, acoge este domingo, día 19 de noviembre, el estreno en Canarias del homenaje escénico al poeta Miguel Hernández (Orihuela, 1910; Alicante, 1942) que lleva por título A voz ahogada, de la compañía catalana Apunta Teatre. A voz ahogada, interpretada por cuatro hombres y una mujer, revive los últimos días de la vida de Miguel Hernández, mediante la obra que realizaron presos políticos del penal de Burgos en 1960. Por ello, con esta obra se pretende homenajear, en particular, al poeta, pastor y aparcero Miguel Hernández, así como en general a todos los presos políticos durante la Dictadura.

"Es hacer un reconocimiento y homenaje a esos héroes, a esos presos que murieron en las cárceles o que quedaron libres, y que finalmente no se dejaron vencer", explica Iván Campillo, actor, autor y director de esta obra.

En su opinión, "se hizo mucho sobre la Guardia Civil y muy poco sobre la posguerra, y más del bando vencedor que del otro. Al mismo tiempo, mucho se tapó".

La Asociación de Memoria Histórica de Arucas se suma a este homenaje a los presos políticos y a Miguel Hernández, con motivo de la celebración del 75 aniversario de su muerte, con una exposición de fotografías de gran tamaño que estarán expuestas a la entrada del teatro municipal de Vecindario.

Esta función de la obra en el teatro Víctor Jara es una apuesta atrevida por parte de la Concejalía de Cultura de Santa Lucía, que es la que se hizo cargo de la producción de la misma.

El concejal de Cultura de Santa Lucía, Julio Ojeda, apunta en este sentido que A voz ahogada "es un espectáculo que aborda los últimos días de vida del escritor Miguel Hernández en una apuesta decidida de esta concejalía por traer hasta nuestro municipio obras de teatro y producciones de gran calidad que están funcionando muy bien en otros teatros importantes de la península". Ojeda destacó también que "es una oportunidad única de disfrutar de una obra de teatro de mucha calidad que nos acerca a una época no tan lejana en la historia de España".

Además, no es sólo que se estrena en el Archipiélago canario con una única función para el público en general, con un precio de la entrada de 10 euros, sino que también habrá otra función que será para escolares. Será mañana lunes 20 , también en el Víctor Jara, y cada entrada costará tres euros.

Una de las razones por las que se ofrece una segunda función para los jóvenes "es por la necesidad de que este poeta no quede en el olvido, ni todos aquellos que quisieron recordarlo. Es por la pretensión de que las nuevas generaciones sepan lo que sucedió y no lo olviden", señala Iván Campillo.

El director de A voz ahogada revela que "no es una historia de revanchas, de guerra o de crueldad. Es una historia de supervivencia y de superación personal, de lucha, de solidaridad y de cómo un grupo de jóvenes intelectuales consiguieron romper las cadenas de su prisión gracias a la poesía, al teatro y al amor por la cultura".

"En 1960, en el penal de Burgos, de forma clandestina y arriesgando sus vidas, un grupo de presos políticos escenificaron una obra de teatro como homenaje de este pastor, poeta y víctima de una guerra civil terrible que instauró en España una dictadura militar que duró casi 40 años. Esta obra es un homenaje a aquellos hombres que hicieron posible aquel Homenaje a voz ahogada a Miguel Hernández", recordó Campillo.

El director realizó su guión no sólo en base a contar la iniciativa clandestina de estos reclusos del penal de Burgos de interpretar a escondidas sobre Hernández, como lo hicieron también sobre Rafael Alberti o María Teresa de León, sino también miles de testimonios de presos.

Autenticidad

En A voz ahogada "todo es cierto", lo que se cuenta, como los vestuarios de la época, la música, "todos los detalles". Se trata de tres personajes reales y de otro inventado, que es un joven que es testigo y aporta las historias de los demás.

Además de Campillo, director, actor y autor, en esta obra interpretan numerosos personales Mireia Clemente, Ramón Godino, Jordi Martí y Raúl Tortosa. Esta compañía Apunta Teatre cuenta además con un equipo de otras nueve personas, responsables de otros materias imprescindibles para hacer realidad la obra, como la iluminación, técnico iluminador, escenografía, vestuario, caracterización, musical y asesoramiento musical, entre otras.

Uno de esos personajes que se interpretan es Marcos Ana, que así se hacía llamar Fernando Macarro, un joven de 19 años que fue encarcelado en 1939. Él tiene el triste recuerdo de haber sido la persona, como preso político, que más tiempo seguido ha vivido en una prisión franquista, y que fueron 23 años. Estando cautivo entre rejas conoció a Buero Vallejo, a Miguel Hernández, entre muchos otros. En prisión se convirtió en poeta y adoptó los nombres de Marcos y Ana, que eran los nombres de pila de sus padres, quienes eran personas humildes, cristianas y no vinculadas a ideologías políticas, que fueron víctimas inocentes de la Guerra Civil española.

Marcos Ana era partidario de "pasar la página", respecto a todo lo sucedido en la contienda civil y en la posguerra, en los dos bandos, pero, como decía Campillo, "él entendía que hay que leerla antes de pasarla y que nadie la olvide".

Respecto a Miguel Hernández, Campillo destaca muchas cualidades sobre él, aunque también señaló que "este pastor de cabras también creó él mismo el mito".

Recueda que la familia de este poeta de Orihuela "no era pobre realmente, tampoco rica, pero tenía medios". Era un superdotado en la escuela que "después, durante su corta vida [32 años], luchó con su poesía por la libertad".

"Además, lo hizo en la primera línea de fuego, hablando con los soldados, no lo hacía desde Madrid, como otros, sino en el frente. Otra cosas que llamaba la atención en él eran sus discursos feministas, a favor de la mujer, y esos eran increíbles en esos tiempos, tanto durante la II República, como durante la guerra", indica Campillo.

Miguel Hernández comenzó desde 1930 a publicar poemas en semanarios locales, y su nombre empieza a sonar en revistas y diarios valencianos. Poseído por la fiebre de la fama, el diciembre de 1931 se lanza a la conquista de Madrid con un puñado de poemas y unas recomendaciones, que de nada le sirven. Las semanas pasan y tiene que volver, fracasado, a Orihuela.

El estallido de la Guerra Civil le obliga a tomar una decisión y forma parte del bando republicano. Su creación lírica se transforma en una arma de denuncia, es testigo, así como instrumento de lucha y de entusiasmo. Se incorpora como voluntario al V Regimiento y pasa por varios frentes: Boadilla del Monte, Pozuelo, Alcalá.

En la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, este poeta intentó cruzar la frontera portuguesa, donde es devuelto a las autoridades españolas. Así empieza su larga peregrinación por prisiones: Sevilla y Madrid. Inesperadamente, es puesto en libertad, pero entonces, arrastrado por el amor a los suyos, se dirige a Orihuela, donde es encarcelado de nuevo en el seminario de San Miguel, convertido en prisión.

El poeta sigue yendo de prisión en prisión (Madrid, Ocaña, Alicante), hasta que en su indefenso organismo se declara una "tuberculosis pulmonar aguda", que se extiende a ambos pulmones. Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente, y, finalmente, en 1942 muere a los treinta y un años de edad.