Cumplidos los 80 años, el consagrado escultor manchego Juan Antonio Giraldo (Villanueva de los Infantes, 1937) sigue creando en el chalet de Tafira donde ha residido la mayor parte de su vida. Artista multidisciplinar, sus exposiciones en Las Palmas de Gran Canaria se suceden relativamente espaciadas, pero sin pausa. Esculturas, vidrieras, pintura, dibujo, fotografía y collage, salen en diversas galerías al encuentro con sus muchos admiradores, dando fe de una indeclinable energía creadora. Anexo a su vivienda está su estudio-taller de trabajo, atestado de libros y de las piezas más diversas. Allí recibe a LA PROVINCIA para hablar un rato de su trayectoria y del arte en general, contemplado desde el ángulo de su fecunda veteranía.

Se inició en el arte como pintor y tuvo gran afinidad con Antonio López, también manchego y maestro supremo del realismo español contemporáneo. Se reunían en Ciudad Real. "Él llevaba sus cuadros y yo los míos a concursos de Educación y Descanso y del Frente de Juventudes". Hacia 1965, Giraldo pintaba ya paisajes muy interesantes y hacía exposiciones. Junto a Antonio López hizo también publicidad mediante serigrafías. "Reinventamos nuestra forma de hacerlas. Ahorramos 30.000 pesetas y nos fuimos a París. En mis sueños bohemios yo pensaba que, como era tan buen pintor, me comería la ciudad del Sena". Se dedicó a visitar museos y fue en el Jeu de Paume donde descubrió un cuadro de Van Gogh que le hizo llorar de emoción. Después de aquello, decidió no volver a pintar.

Pero también en París se fijó en una escultora, Marta Pan, cuyas obras de madera o de plástico se instalaban en las fuentes y lagos de los parques. Esta artista le inspiró y, al regresar a Manzanares, en Ciudad Real, comenzó a hacer piezas de hierro, así como proyectos de decoración en bares y locales comerciales. Nacieron entonces sus primeras esculturas en bronce. "Marta Pan también inspiró la etapa de mis "dactiliformas". Había una relación inconsciente entre su obra y la mía". En España se acababa de empezar la televisión. "Luis Zárate, que formaba parte de ella, se vino para Canarias, me escribió y envié fotos de mis obras a arquitectos como Sánchez Murcia, Salvador Fábregas o Manolo Peña. Todos se interesaron por mis esculturas y vidrieras". Por ser de izquierdas, los de la Falange le echaron de Manzanares en 1968 y decidió venir e instalarse en Las Palmas. Realizó al poco de llegar las vidrieras del Templo Ecuménico en Playa del Inglés. Comenzaba el turismo en el Sur y ubicó sus esculturas en varios hoteles. "A los pocos años presenté mi primera exposición en la Galería Vegueta. Aporté cosas nuevas, como el despiece o, dicho de otra manera, las esculturas sueltas por piezas. Por iniciativa propia empecé con las vidrieras emplomadas, coloreándolas primero con pintura, como es el caso de la que hice para Firgas. Pasé después por una escuela en Chartres, donde está la más formidable de las catedrales góticas francesas, y aprendí a pintar con materiales para vidrio y horno. Lo que me gusta de las vidrieras es que no son planas como la pintura, aunque también tengan dos dimensiones, y que pueden verse por ambos lados".

Fotografía

Vivió después una etapa de gran interés por la fotografía de inspiración expresionista, que conseguía con sus objetivos movidos. "Comencé con ello hace unos diez años, desde que un día que me colé en el Museo del Prado y en el Reina Sofía y me permitieron hacer fotografías sin flash. Más tarde añadí fotos de retrato en la esfera del pintor Francis Bacon, por ejemplo. Un crítico muy conocido , José Corredor Mateos, escribió el texto de catálogo de una de mis exposiciones de fotos". Su última exposición en Las Palmas fue de collages divertidos, misteriosos o inquietantes. "Todos están sacados de obras de arte clásicas o modernas. Es una forma diferente de hacerlos. Los cuido mucho y monto una exposición más o menos coherente. También tengo abstractos, que es para mi la forma más fácil de trabajar ahora mismo. Y hago piezas pequeñas de cera para fundir en bronce. Las planchas de cera para fundir, muy finas, son algo muy manejable".

Giraldo pasa cada año temporadas en Villanueva de los Infantes, y en el país de su esposa, Finlandia. Se siente mejor entendido en Gran Canaria, porque en el país báltico "no he llegado a exponer y en Villanueva no me hacen caso" dice con humor. "Es un pueblo pequeño".

Sus años infantiles y adolescentes transcurrieron en la calle Cruz Colorada de aquella villa manchega, que ahora lleva su nombre. Allí le han nombrado hijo predilecto, y adoptivo en Manzanares, donde también da nombre a otra calle. Aquí es miembro supernumerario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes. Y todo ello, como asegura, sin haber recibido enseñanzas de nadie, ni en el colegio ni en el arte. A su hija, Tuula, en cambio, sí le ha transmitido su saber. La presencia social de Giraldo en Las Palmas ha sido escasa en los últimos tiempos. "Soy bastante introvertido. A veces no salgo de casa durante un mes o aún más tiempo. En esos periodos estoy rodeado de libros. Ahora mismo leo sobre Mark Rothko, sobre pintura y escultura.

Su referente máximo en escultura realista es Giacometti "por su originalidad y porque hacía unos retratos increíbles modelando las piezas directamente en escayola". En la esfera abstracta admira especialmente a Isamu Noguchi por sus piezas mutables de gran tamaño, muchas de ellas en las calles de Nueva York; y a Anthony Caro porque ha realizado obras "que también hice yo por afinidad inconsciente, con mi concepto inicial de unir piezas deslavazadas que casen bien".

Giraldo prepara ahora una pieza para Tenerife. "Irá en el espacio exterior de un edificio que se va a utilizar como museo de escultura para artistas canarios: La Casa de la Pólvora". No entiende por qué en este tiempo la gente no compra arte y los entes públicos tampoco lo promocionan como hacían antaño. "Habría que ayudar a este área de la cultura porque, además, en Canarias tenemos que pagar altas cuotas de IGIC, por sacar la obra al exterior y por traerlas aquí. Escultores y pintores, al frente de los que se encuentra, Leopoldo Emperador, llevan años luchando contra esta situación. Se trunca a artistas muy buenos que están llegando, y no se dan alternativas a jóvenes que no ven arte y sólo usan los móviles. En el futuro va a ser un oficio invisible...