El último gancho de Pedro Flores registra una doble victoria en el cuadrilátero de su poesía: a la publicación de una nueva antología poética titulada Diario del Hombre Lobo y otros poemas carnívoros (editorial Tragacanto), que presenta el 24 de noviembre en el Palacete Rodríguez Quegles, se suma la consecución del flamante Premio Nacional José Hierro por su poemario Coser para la calle.

El vuelo de su poesía, que cultiva desde hace 30 años en la periferia de las islas, se consolida en el mapa nacional de la mano de esta distinción y de su segunda antología en menos de un año después de Salir Rana, de la editorial Renacimiento. Y entre ambas selecciones pergeñó, además, los versos de otro poemario reciente, Los versos perdidos del contramaestre del arca, con la editorial sevillana Maclein y Parker.

"Para mí, el momento verdaderamente gozoso de la poesía es cuando uno termina un poema y cree que aquello tiene algún valor", manifiesta el poeta grancanario. "Por eso, más que cualquier aspiración a estar en ningún canon nacional, mi concepción de la poesía es publicar y compartir lo que uno escribe, porque la finalidad es que el lector reciba la poesía y haga una reescritura de los poemas que el autor escribe".

La trayectoria lírica de Flores, que apuntalan treinta poemarios en el transcurso de treinta años, ha conquistado numerosos premios, como el Gil de Biedma, Domingo Velázquez, Pedro García Cabrera o Fray Luis de León, que incorpora a esta nómina el galardón impulsado por la Universidad Popular José Hierro de San Sebastián de los Reyes. El poeta se confiesa "muy feliz por el prestigio de este premio y, sobre todo, porque creo que la importancia de los premios, además de su nombre y su trayectoria, radica en el jurado que lo preside y, en este caso, lo integran poetas muy reconocidos y solventes".

Esta alineación compuesta por Ángel García López, Joaquín Benito de Lucas, Pureza Canelo, Antonio Hernández y Olvido García Valdés distinguió "el amor a la literatura" y "lenguaje culto" que destilan los poemas de Coser para la calle, que verán la luz próximamente dentro de la Colección Literaria de la Universidad Popular.

Entre tanto, las páginas de Diario del Hombre Lobo y otros poemas carnívoros alojan un recorrido por las distintas etapas poéticas de Flores, desde sus primeros poemas publicados a comienzos de los 90 hasta el presente, toda vez que toma como punto de partida la reedición de Diario del hombre lobo, publicado en una versión primigenia por Tragacanto en el 2000.

El hilo conductor de la selección, que corrió a cargo de Dora Rodríguez, es el amor como columna vertebral. "Aunque me da la impresión de que la poesía amorosa, pasado el tiempo, ya no está de moda, yo siempre la he perpetrado", apunta el poeta. "Pero algunas veces, escribir poemas de amor es también una excusa para hablar de otras cosas. En cualquier caso, el tema siempre es secundario en poesía, lo importante es cómo uno construye el poema".

A este respecto, Flores, que lamenta el descenso progresivo en las tiradas de los libros de poesía, cuestiona el fenómeno editorial que da voz a una suerte de poesía de masas "muy trivial y simplona" y que "vende tantos libros como seguidores tienen sus autores en las redes sociales". "Y, sobre todo, es una poesía dirigida premeditadamente a un público que no lee poesía. No se trata de poetas que estén empezando y que estén buscando su voz, sino que practican una poesía basada en una serie de tópicos, cargados de una sentimentalidad empalagosa", añade.

A juicio del poeta, que buceó en sus "poemas iniciáticos" con motivo de su última antología, "todos hemos escrito poemas que, con el paso del tiempo, nos parecen bastante simples, pero había una pretensión de dialogar con la poesía y de posicionarse estéticamente". En este sentido, Flores define la poesía como "un diálogo con la creación y un trabajo con el lenguaje". "En mis primeros libros veo la prehistoria del poeta que soy hoy", concluye Flores. "Yo he tenido la suerte de publicar mucho, para bien y para mal, porque también hay libros que quizás hoy no publicaría", ríe, "pero no me puedo quejar, porque he tenido la opción de publicar lo que he escrito y de que esa poesía llegue a los lectores, que es el fin último de lo que hago".