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Letras

"En el mundo sólo existen dos opciones: ser actor o espectador"

"La politica no lo es todo, pero está en todo: en el transporte, la sanidad, la educación, la alimentación, etc.", enfatiza José Vicente León

"En el mundo sólo existen dos opciones: ser actor o espectador"

Estoy seguro que la mayoría de quienes le conocen ignoran su faceta como escritor, ¿qué le ha llevado a escribir dos libros?

En mi caso la escritura está unida indisolublemente a mi vida, porque escribir es fácil para algunos y difícil para otros. Para los periodistas o los investigadores es consecuencia de su oficio, mientras que, para el resto, que no tenemos por oficio la escritura, enfrentarnos a una hoja en blanco es mucho más difícil, así que para escribir lo que he escrito primero he tenido que vivir lo que he vivido.

¿Pero por qué precisamente ahora?

He decidido pasar de la acción a la reflexión, porque a estas alturas creo ser más útil a la sociedad contando mis experiencias que actuando, ya que he tenido una vida muy variada.

Sin embargo, en su biografía se destaca únicamente su faceta como abogado y político

Es cierto, pero mucho antes fui un emprendedor por obligación. Cuando iba por la mitad de mis estudios de Derecho decidí dejarlos con la intención de reanudarlos más adelante, pero mi padre se negó. Pensaba que no sería capaz de arreglármelas solo y que terminaría volviendo al redil, así que no conté con ninguna ayuda por su parte y tuve que buscar trabajo por mí mismo. Al no saber contabilidad, mecanografía ni idiomas no lo encontraba por cuenta ajena, por lo que me vi obligado a hacer lo que muchos jóvenes en la actualidad: crearme mi propio empleo. No era nada fácil, pero durante un viaje a Londres había visitado en Covent Garden una oficina de exportación con la que tenía negocios un familiar mío y pude ver cómo se hacían negocios con la capital británica, y cuando volví descubrí que en el Mercado Central se vendía un puesto de asentador mayorista por un millón de pesetas. Era mi oportunidad para dedicarme a un trabajo que ya sabía cómo funcionaba, pero no tenía el dinero. Recorrí varios bancos y todos me pedían un aval, y a la quinta di con un director joven que trató por todos los medios de desmotivarme asegurándome que una persona como yo, sin experiencia, no duraría nada en un medio en el que se iba a trabajar con un cuchillo en la boca, pero finalmente aceptó cuando le aseguré que si me concedía el crédito haría que su banco aumentase su porcentaje de negocios.

¿Cómo fue verse metido de pronto en el mundo de la importación y la exportación?

Una auténtica odisea, porque a los problemas laborales y mercantiles de cualquier negocio había que añadir aquellos derivados de la comercialización de productos perecederos y por si fuera poco teníamos mucha competencia con los franceses, que saboteaban los camiones españoles que llevaban los productos de nuestro país al otro lado de los Pirineos.

¿Cuáles fueron las consecuencias de semejante trabajo?

Pues ni más ni menos que padecer unas jaquecas que me han acompañado desde entonces y a las que busqué todo tipo de tratamientos. Cuando visitaba una capital europea, mi socio en aquel lugar, conocedor de mi enfermedad, me llevaba a un neurólogo que calificaba como "el mejor de Europa" pero ninguno pudo curarme, aunque todos coincidían en recomendarme un cambio de vida.

¿Por eso decidió dedicarse a la abogacía?

Sí, a pesar de saber que era un empleo que no me daría tantos beneficios, pero me haría ganar calidad de vida, para lo cual tuve que retomar la carrera mientras trabajaba.

¿Cómo fue compaginar sus estudios con el trabajo?

Figúrese que como no tenía tiempo para estudiar, mi mujer me grababa los temas en una cinta que oía en el radiocasete del coche mientras efectuaba mis viajes de negocios para desesperación de mis trabajadores. Cuando terminé mis estudios trabajé en solitario hasta que me asocié con mi hermano y luego se unieron a mi despacho mis cuatro hijas.

¿Cómo entró en política?

Tras la muerte de Franco aparecieron como hongos partidos de todo signo. Mi generación fue prisionera de la época que nos tocó vivir y por ello desconocíamos la política, pero muy pronto me di cuenta de que en el mundo sólo existen dos opciones: ser actor o espectador, es decir, estar en la mesa en la que se adoptaban las decisiones o soportar las que tomaban los demás, así que emprendí una nueva actividad, la política.

¿Qué supuso para usted esa actividad?

Siempre he entendido la política como la preocupación por la causa pública, que no lo es todo, pero está en todo: en el transporte, la sanidad, la educación, la alimentación, etcétera.

¿Cómo fue dedicarse a ello durante la Transición?

Me tocó vivir una época apasionante, en la que existía un espíritu de consenso que asombró al mundo. Las dos Españas se dieron un abrazo.

¿Cree que antes existía un concepto más romántico de la política?

Sin lugar a dudas, porque la relación del afiliado con su partido no estaba basada en un sentimiento de pertenencia como en la actualidad, así que éramos más libres, era más fácil tener relaciones con los dialogantes de otros partidos que con los compañeros radicales. En consecuencia, se dialogó, se tendieron puentes, porque todos teníamos un histórico objetivo común: construir una democracia, y así lo hicimos contra viento y marea. Se redactó una constitución, que se aprobó y fue un instrumento muy eficaz que nos ha llevado a disfrutar de treinta y nueve años de convivencia y progreso.

Y pasado el tiempo decidió emprender esta nueva ocupación de escribir

Sí, porque ahora soy más útil en la reflexión que en la acción.

¿Solamente escribe como pasatiempo?

No, porque desde pequeño mis padres me inculcaron el interés por la lectura, que con el paso del tiempo se convirtió en una tabla de salvación que me ha ayudado a recomponer muchas cosas en mi vida. En la lectura encontraba respuesta a inquietudes personales, veía en los personajes actitudes y sentimientos propios, y al escribir trato de conseguir que el lector encuentre lo mismo, un mensaje, unas ideas y experiencias que pueda aplicar en su vida.

Por eso todo lo que aparece en El heredero son hechos reales novelados.

Quizás el ser padre de cuatro hijas y abuelo de siete nietos me ha creado un afán de transmitir lo que he aprendido a mi descendencia. Creo que todo padre debería dejar escrito un legado para sus hijos, porque, aunque cada generación tiene que librar sus propias batallas de esa manera se ahorran muchos sufrimientos y se pueden evitar muchos errores. Saber determinadas cosas de antemano ahorra muchos disgustos.

¿Para prevenir a los hijos no basta con aconsejarles?

La mayoría de las veces no, porque los padres suelen ser unos desconocidos para ellos, hasta el punto que a veces cuando el progenitor ha fallecido sus retoños acuden a sus amigos para averiguar algunas cosas acerca de él. Por eso escribí mi primera obra, Cartas a un hijo, en el que empleando la excusa literaria de tener un vástago que se marcha a estudiar a la universidad, le escribo una serie de cartas en las que le hablo acerca de la vida, la política y los valores.

Debido a que su novela El heredero también va de una relación paterno filial con un hijo, parece que echa en falta haber tenido un descendiente varón.

En absoluto, he sido tan feliz con mis hijas que no echo de menos un hijo varón, cuando tuve la primera deseaba que fuera un niño, pero quedé tan contento con ella que deseé que las siguientes fueran del mismo género y afortunadamente así fue.

Parte de El heredero tiene como escenario el continente negro.

Debido a mis numerosos viajes por África he sido testigo de excepción e incluso coprotagonista de muchos sucesos de excepción que describo en el libro porque creo que merecen ser contados.

¿Cómo los varios golpes de estado que nombra?

Sí, uno de ellos fue el atentado del 16 de agosto de 1972, llamado por sus organizadores Operación Buraq, que intentó acabar con la vida de Hasan II. Como tenía negocios en Marruecos ya que creé varias empresas mixtas con hombres de negocios murcianos y marroquíes lo viví todo de cerca, incluso uno de estos socios era el sobrino de un ministro implicado en aquel golpe.

Uno de los personajes de El heredero afirma que la única forma de evitar la inmigración masiva africana es creando puestos de trabajo en el continente.

Es de sentido común que debemos desarrollar ese continente, que geológicamente ha sido bendecido por la naturaleza, pero está en manos de intereses espurios, por eso el personaje en cuya boca puse esa afirmación está en contra de las multinacionales que solo quieren expoliar África sin aportar nada a cambio a esos países.

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