El economista, historiador y diplomático Angel Viñas aborda de nuevo la controvertida muerte del general Amado Balmes la mañana del 16 de julio de 1936 como hecho vinculado de manera inextricable al golpe de Estado del 18 y a la conspiración promovida desde Tenerife por Franco para llevarlo a buen puerto. Tras la publicación en 2011 de La conspiración del general Franco , ahora lo hace con un titulo que no admite dudas, El primer asesinato de Franco, un libro de más de 600 páginas donde el autor cuenta con la colaboración del experto en anatomía patológica Miguel Ull Laita y del piloto Cecilio Yusta Viñas, dos refuerzos que aportan más datos sobre el enigmático final de Balmes en el campo de tiro de La Isleta cuando probaba unas pistolas, o sobre la elección de Gando en vez de Los Rodeos para el aterrizaje y salida del avión Dragon Rapid con el golpista a bordo rumbo hacia Marruecos. Frente a la ausencia en la primera ocasión de un peritaje sobre la trayectoria del proyectil que acabó con la vida de Balmes, la investigación que ahora sale a la luz realiza un estudio exhaustivo para demostrar que dados los daños causados no procede certificar una muerte accidental cuando el general trataba de desencasquillar una de las armas, y sugiere la conveniencia de que se proceda a la exhumación de los restos del general "para estudiar las lesiones residuales en los huesos del cráneo y de la columna vertebral".

"Todos los indicios demuestran que a) Balmes no fue víctima de un accidente de práctica de tiros; b) las evidencias (entrada del disparo, trayectoria, daños internos) apuntan a que el disparo provino de alguien situado en su proximidad y no del arma que manipulaba, y c) la autopsia fue falseada para ocultar este dato", destaca el capítulo titulado Análisis técnico de la Autopsia . El libro El primer asesinato de Franco subraya el obstáculo que para los golpistas suponía Balmes como gobernador militar de Las Palmas, un escollo que se disuelve el 16 de julio con su fallecimiento y ya con el Dragon rapid dispuesto para despegar.

El luctuoso hecho permite la salida de Franco de Tenerife para asistir al sepelio y aprovechar la coyuntura para cerrar la sublevación militar en Gran Canaria, donde ya sus hombres de confianza -Balmes no se encontraba entre ellos- trabajaban sigilosamente para la causa golpista. Ángel Viñas estudia el recorrido de Balmes la mañana del 16 de julio, quién le acompañaba, desmenuza la versión oficial, escudriña sobre la prueba de tiro con las pistolas, 'visita' la Casa de Socorro de la calle Albareda (allí trasladaron a Balmes en primera instancia), los médicos que le rodeaban, el traslado al Hospital Militar... En definitiva, una deconstrucción motivada por la certeza de que Balmes resultaba molesto.

Descubridor de los sobornos de Churchill a los generales monárquicos de Franco o de casos de corruptela con los que se benefició el dictador, Ángel Viñas no desvela ningún documento donde se recoja la orden del asesinato de Balmes, puesto "nunca se van a encontrar por escrito este tipo de decisiones, hablamos de una conspiración militar". ¿Quién lo hizo? El catedrático tampoco eleva a la categoría de imprescindible dicho dato, aunque ofrece una lista de supuestos autores, desde militares de alta graduación del entorno más golpista hasta el chófer que acompañaba a Balmes la fecha de su muerte, cuyo testimonio disecciona a la búsqueda de contradicciones. Pesquisas, por otra parte, que se hacen más incisivas a la hora de alumbrar entre los opacos archivos militares las trayectorias posteriores de los que estaban alrededor de Balmes, las distinciones que alcanzaron, los saltos en sus respectivas carreras y la pax que alcanzaron una vez superados los ajetreados años de la contienda.

Una pieza angular de las averiguaciones constituye el expediente relativo a la solicitud de la pensión por muerte en acto de servicio del general Balmes, acto administrativo que provoca un estrambótico expediente que trata de demostrar su participación en la sublevación y por tanto su complicidad con respecto a los prolegómenos del 18 de julio- "El que a la esposa se le concediera la pensión ordinaria de viudedad no representaba ningún gesto extraordinario, La propia lógica de las 'explicaciones' oficiales lo imponía. Si Balmes hubiese estado dispuesto a su marse a la sublevación, pero había fallecido manipulando un arma para estar en mejores condiciones de hacer frente a las 'hordas marxistas' , no parecía congruente desposeer a la viuda de la pensión que todo funcionario del Estado, civil o militar, había devengado en virtud de la legislación sobre cleses pasivas. La pensión ordinaria era, principio, de rigor", destaca Ángel Viñas.

Más allá del objetivo de dar luz sobre la muerte de Amadeo Bames, la obra de Viñas constituye un verdadero cuaderno de bitácora sobre la conexión del Canariar con el golpe de Estado de 1936, una labor indagatoria llena de dificultades dadas las dificultades de los historiadores para abrirse paso entre los archivos. La muerte de Balmes en La Isleta constituye un componente más de un engranaje articulado por una conspiración sobre la que Ángel Viñas trata de poner luz, siendo la muerte de Amado Balmes un punto crucial en todo el entramado.