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Pintura

"Felo Monzón me indicó que el arte es lo que uno recrea en la mente"

"Siempre he llevado una memoria del pasado que voy recogiendo en materiales actuales", afirma el pintor Manuel Ruiz

"Felo Monzón me indicó que el arte es lo que uno recrea en la mente"

¿Qué periodo de su obra abarca esta selección antológica?

Del año 1967 hasta 2017.

Su primera muestra individual en Las Palmas fue hace medio siglo. ¿Ha calculado el número de piezas que pudo pintar hasta hoy?

Es muy difícil de saber porque, aparte de realizar obras de estudio también he hecho bastantes apuntes, así que mi obra resulta bastante extensa.

Su estilo ha ido cambiando a lo largo del tiempo. ¿Qué estéticas suma su producción?

Siempre he llevado una memoria del pasado, voy recogiendo algo de lo anterior en materiales más actuales donde me expreso de una forma más racional y simplifico lo que no me resulta plástico en la pintura. Mi obra última ha representado los lugares donde me crié. A través de unas cajas de madera implico esa naturaleza que siempre he querido pintar y ha destacado en mi entorno. Siempre he amado a artistas como Morandi, Giacometti y Brancusi debido a la intimidad y sencillez que respira su mundo. Me han marcado mucho en sus expresiones plásticas, en el sentido de que parte de su hábitat también se relacionaba con su propio arte. Mi técnica es la que surja en cualquier momento de la vida.

Como uno de los destacados artistas de la Escuela Luján Pérez, ¿qué maestros ha tenido?

En la Escuela no había maestros sino orientadores de arte, como Felo Monzón, que te decía: "Si ves las casas pintadas de verde en plena naturaleza, tú puedes pintarlas de rojo o del color que creas". Lo que quería indicarme es que el arte no es lo que uno ve sino lo que uno recrea en la mente. También, una vez leyendo a Paul Klee, este expresaba que cuando alguien pretendía pintar un jardín lo debía contemplar quince días, ir quitando cosas y al final quedarse con lo esencial. "Hay que hacer visible lo invisible", señalaba, lo que está en uno mismo, pienso que quería expresar. Volviendo a la Escuela, la orientación venía de Emilio Padrón, Juan Ismael, Eduardo Gregorio o Plácido Fleitas. Se creaba un ambiente pedagógico, orientaban el discurso, pero jamás te tocaban un cuadro. Era una escuela muy libre, aspecto que me gustaba, así como el mundo intelectual que se respiraba, sobre todo con la lectura de libros que aparecían por allí de escritores franceses.

¿Qué recuerda de sus métodos de enseñanza?

El método de enseñanza se basaba en preparar el material con una mezcla de pigmentos, la técnica de la imprimación que es muy duradera. A veces desaparecían los objetos, la realidad en nuestros cuadros, y aparecía la irrealidad que querías expresar. En la misma imprimación mezclábamos a veces pigmentos de colores que se combinaban con lo matérico y creaban técnicas diferentes.

¿Cómo se explica el éxito de una escuela tan liberal como la Luján, que cumple este año los cien de vida?

Creo que es un éxito merecido por los artistas que han pasado por ella a lo largo de la historia y porque sigue prevaleciendo el espíritu de libertad en la enseñanza. Es más anárquica que otras escuelas donde todo el mundo pinta lo mismo.

¿Cuantas colecciones públicas y privadas cree tienen obra suya?

El Museo Canario, la Casa de Colón, el Gobierno de Canarias, el Museo Tomás Morales, los Cabildos Insulares, el Ayuntamiento de Gáldar, la ULPGC, la Fundación Miguel Ángel Ramírez, el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales o la Colección Ortiz de Lanzahuerta, entre otros.

Hubo un tiempo en que se interesó por el retrato y es muy numerosa la serie que tiene en permanencia la Biblioteca Central de la Universidad de Las Palmas. ¿Piensa actualizarla con nuevas personalidades?

Ya no queda espacio allí, aunque sería muy interesante. De todas formas, me cogió en una época en la que pasé veinticinco años pintando los retratos mientras hacía también otros cuadros.

De las corrientes estéticas que se han sucedido en el último medio siglo, ¿cuáles han dejado huella en su pintura?

Más que la huella de las influencias se trata de la admiración a distintas personalidades, como a la sencillez y sinceridad de Juan Ismael, Felo Monzón o Manolo Millares, así como al poeta José María Millares que me dejó algo muy entrañable y también a Miró Mainou, cuya pintura estaba llena de contenido, entre otros.

¿Qué piensa del proyecto de Museo de Bellas Artes que apadrina el Cabildo de Gran Canaria?

Me parece una idea estupenda que pueda haber una recopilación de los creadores. Es un proyecto extraordinario.

Su esposa, Valme García, también es pintora. ¿Comparten ideas y espacio de trabajo, o cada cual se dedica a lo suyo en talleres diferentes?

Hay un proyecto en marcha para hacerle a mi mujer también una exposición retrospectiva. Trabajamos en el mismo espacio, pero cada uno con un mundo distinto. Ella posee una serenidad que nada tiene que ver conmigo. Su espacio es onírico, poético y lleno de una personalidad plástica que define mucho su mundo lleno de transparencia, colorista, repleto de luz. Poseemos cosmos contrapuestos, por tanto.

Su hijo Juan Manuel es un estupendo compositor musical. ¿No han logrado interesarle en las artes plásticas?

Sí claro, él mismo está ahora organizando mi exposición y se siente muy contento de que la realice. Es muy entendido en arte. En su contenido de la composición posee una parte temperamental que puede ser la mía, pero que apacigua con la ternura de Valme. Yo soy más complicado para las relaciones.

Vivir del arte no es fácil. ¿Qué consejos prácticos daría a los jóvenes estudiantes?

Cuando yo mostré a Miró Mainou mis primeros apuntes, me dijo: "Esto no está mal. Debes pintar hasta cien cuadros y entonces empezar con el ciento uno", así que le enseñé dicho cuadro, que fue el primero de una serie para mi primera exposición que luego realicé en la Galería Wiot. Hoy en día, todo el mundo quiere exponer a los tres meses de pintar, pero en tan poco periodo de tiempo no se puede analizar si tienes algo que hacer en el mundo de la pintura.

¿Ha probado la escultura?

En mis comienzos, cuando entré en la Academia del escultor Abraham Cárdenes, probé con algo de escultura, pero no sentí que quisiera expresarme de esa forma.

¿De qué artistas, canarios o no, se siente heredero espiritual?

He contado con el apoyo moral y espiritual de Felo Monzón o Miró Mainou quienes han influido en mi formación. Ahora estoy muy en contacto con el director de la Escuela Luján Pérez, Orlando Hernández, al que conozco desde hace cuarenta años, con el que mantengo una amistad entrañable y puedo hablar siempre de literatura que, además, ha logrado que a la Escuela le den la Medalla de Oro del Gobierno de Canarias entre otros reconocimientos. Somos conocedores del espíritu de la misma y también de la enseñanza pedagógica que marcó sus inicios. Es la persona con la que más contacto tengo actualmente del mundo del arte.

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