Canarias queda desde ayer muda. El Archipiélago perdió su gran voz con el fallecimiento de la soprano María Orán a los 74 años. Casi medio siglo de carrera de la artista sirvió a la canaria para recorrer los escenarios más importantes del mundo de la lírica y acompañar a las orquestas más relevantes del panorama. Su talento le valió para recorrer el planeta, pero la soprano seguía atada a Tenerife, donde dio su último aliento ayer de madrugada al no poder superar la enfermedad que padecía.

El respeto, la admiración y el cariño de la sociedad civil y política canaria y, sobre todo, del mundo de la música y la cultura por la cantante se hicieron patente nada más se hiciera público su muerte. No en vano, Orán ha sido ejemplo de trabajo, de esfuerzo, de lucha y de amor por la tierra que le vio nacer, el uno de mayo de 1943. Solo siete años después ganó su primer concurso de canto, celebrado en Tenerife y que se llamaba Tío Pepote.

Su pasión por el pentagrama y la tremenda voz que le dio la naturaleza le llevaron a iniciar estudios en el Conservatorio Superior de Música de Tenerife, donde estudio varios años de solfeo y se inicia también en formación de piano y canto. Cuando le restaba apenas un año se trasladó a la capital de España para seguir fraguando su espíritu musical de la mano del pianista José Cubiles y de canto con Lola Rodríguez. Fue en esta especialidad donde la tinerfeña destacó hasta tal punto de que logró el Premio Fin de Carrera Otorgado por el Real Conservatorio de Música de Madrid y ganó el premio Lucrecia Arana. "No creo que como pianista hubiera destacado como gran solista", declaró la propia Orán.

Su carrera empezó por lo alto pero, lejos de conformarse, la soprano siguió haciendo gala de su talento por los escenarios más relevantes del bell canto. Aún sin terminar sus estudios en el Conservatorio madrileño, María Orán debutó, en 1963, con la Orquesta Nacional de españa en una selección de la ópera La Valkiria, de Wagner. Se llegó a subir a las tablas más importantes del mundo, actuando en los principales y festivales de todo el planeta. Lisboa, México, Flandes, Bonn, Varsovia, Venecia, Londres, París, Hong Kong, Osaka... fueron testigos de la pasión que la tinerfeña ponía al entonar cualquier melodía. Más de 250 actuaciones en casi 50 años de trayectoria.

El panorama lírico se rindió a Orán, por lo que no es de extrañar que la tinerfeña colaborara con formaciones y orquestas de renombre mundial, tales como las prestigiosas Orquesta Sinfónica de Viena, la Suisse Romande, la Residencia de La Haya, la Sinfónica de Londres y la Sinfónica de Berlín, la Filarmónica de Israel, la Orquesta de París, la Filarmónica de Londres o la Yomiuri Nippon Symphony Orchestra la Bayerischer Rundfunk.

Unió su voz a los cantantes líricos más conocidos del país, como Luciano Pavarotti, con quien interpretó La Bohème o Plácido Domingo, a quien se unió en Carmen. Bajo la batuta de los mejores directores o acompañada solo por un piano, Orán supo incluir en su trayectoria su propia casa. En Tenerife fueron numerosos los conciertos y recitales de los que formó parte, tanto en tablas históricas como las del Teatro Leal de La Laguna como en el Auditorio de Tenerife Adán Martín.

Cuando deleitó a los Reyes

Precisamente, el recinto de la capital tinerfeña fue el marco en el que María Orán deleitó a los Reyes, entonces Juan Carlos y Sofía, en un concierto celebrado en 2005 dentro de los actos de conmemoración del aniversario de su coranación. Ejemplo de gran parte de la lírica tinerfeña, Orán quiso curtir en el bello y complejo arte de la música lírica a los jóvenes talentoso, por lo que se unió al claustro de profesores del Conservatorio. Querida y respetada por sus alumnos, la soprano completó así un reto de vida: enseñar durante más de dos décadas, un tiempo en el que jamás dejó de lado su faceta artística.

Durante siete años ofreció clases en la Escuela Superior de Canto de Madrid y ocupó una cátedra, que conservó durante 13 años, en la prestigiosa Escuela Superior de Música de Friburgo (Alemania). Motivos laborales le llevaron a renunciar a esta institución, pero se unió al Conservatorio tinerfeño para seguir impartiendo docencia, trasladando su técnica vocal y su pasión por el canto a las voces del futuro. Consejos cotidianos o últimas recomendaciones antes de que se subieran a algún escenario formaron parte de sus enseñanzas a los más jóvenes.

Decidió dar un paso a un lado y aparcar los escenarios poco después de cumplir los 45 años de carrera. "No soy como los toreros", bromeaba la soprano acerca de si su retirada era definitiva. Pero pese a ello no aparcó su pasión por la música y confesaba que pasaba largas horas al piano. Además, su compromiso con la sociedad isleña le animó a sumarse a instituciones e iniciativas de diferente índole, entre las que se encuentran su pertenencia al Consejo Editorial de La Opinión de Tenerife del grupo Prensa Ibérica, al que pertenece LA PROVINCIA.

La cultura canaria ayer lloraba su fallecimiento y hoy dará su último adiós a la soprano María Orán en el tanatorio Santa Lastenia a las 13.20 horas.

El último gran tributo

Hace apenas una semana María Orán recibió un homenaje a forma de concierto organizado por la Fundación CajaCanarias. En ese recital formaron parte algunos de los cantantes de lírica más relevantes de Tenerife, incluidos algunos de los que fueran sus alumnos, como la soprano Raquel Lojendio, el tenor lírico Gustavo Peña y el tenor lírico-lígero Juan Antonio Sanabria, acompañados por la pianista Chiqui Martín, amiga de la hoy fallecida.

La Fundación de la entidad canaria, que entrega desde hace años uno de sus premios culturales bajo el nombre de la soprano, fue al final la responsable del último de una larga serie de tributos, premios y reconocimientos recibidos por Orán.

El primero de ellos fue el premio Lucrecia Arana, del Real Conservatorio de Música, a principios de la década de los 60. A este galardón le siguieron otros con nombres tan relevantes como Isabel Castelo, Francisco Viñas y Toulouse, al que se unió en 1993 el Premio Larios por su interpretación musical. En Canarias no le faltaron reconocimientos de las instituciones públicas, como el galardón Mujer Canaria del Orfeón la Paz (2006), Medalla de Oro de Santa Cruz de Tenerife o Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación en 1999. En 1995, fue condecorada por el Rey Juan Carlos I con la Cruz de Oficial de Isabel la Católica.