Más de 4.000 topónimos vivos recogidos de la tradición oral de Canarias que, estudiados y relacionados entre sí, cristalizan los últimos vestigios de las lenguas perdidas del pasado primitivo de las Islas vertebra el exhaustivo trabajo de investigación del Diccionario de toponimia de Canarias: Los guanchismos (Ediciones Idea, 2018), de Maximiano Trapero, catedrático emérito de Filología en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), con la colaboración del profesor e investigador Eladio Santana Martel.

Los autores presentaron ayer esta ambiciosa publicación, escindida en tres volúmenes de 2.500 páginas con portadas a cargo del pintor grancanario Paco Sánchez, en un emotivo acto en la Casa de Colón, acompañados por Pedro Álvarez de Miranda, catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia Española (RAE); Miguel Ángel Clavijo, director general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias; y Francisco Pomares, periodista y editor de Idea, quienes contaron con una nutrida afluencia de público, entre los que acudieron historiadores, artistas y académicos de renombre en el Archipiélago.

Maximiano Trapero, Premio Canarias 2017, señaló durante su intervención, después de agradecer con profusión a quienes apoyaron este proyecto en la sombra, que la compilación final de su diccionario es "fruto de la recolección de topónimos que viven oralmente". "Por tanto, damos por supuesto que todos los nombres que aparecen en este diccionario son verdaderos, a diferencia de la inmensa mayoría de repertorios relacionados con la toponimia guanche que anda por el mundo, que no es sino resultado de copias, de copias, de copias, que proceden de crónicas primitivas y que están llenos de nombres que, o bien fueron errores en su inicio, o bien han dejado de existir, o bien no representan la verdad actual de esos nombres", manifestó Trapero.

El investigador subrayó que "estamos hablando de un diccionario que contiene alrededor de 4.000 términos de una lengua que ya no existe, que murió hace unos 450 años y que dejó de hablarse por sus hablantes naturales desde el momento en que se produjo la conquista y la hispanización de las islas". "Sin embargo, las lenguas no desaparecen del todo, ni menos desaparecen de una sola vez, sino que quedan restos, generalmente, léxicos", apuntó. Y este es el hilo del que ha tirado Trapero para acometer esta inmenso y riguroso trabajo de investigación en los campos de la toponimia de Canarias y la lingüística guanche, que representa "la singularidad mayor del patrimonio lingüístico canario en el conjunto de regiones de habla hispana". A este respecto, Trapero destacó que la toponimia de cualquier lugar aloja tres campos designativos: la oronimia, que estudia la geografía o relieve del terreno; la biología, la flora o la fauna, a la que hacen referencia tantos nombres de las islas; y por último, el universo de la cultura y la historia, que tiene un complejo mundo de referencias.

"Nuestro propósito ha sido hacer una obra colectiva de la toponimia general de las Islas Canarias y, por ello, hemos creado el primer diccionario referido a la orografía, que tiene como particular y exclusivo tema los nombres de origen guanche, entendiendo que ellos constituyen lo más característico de la toponimia y la lengua de Canarias", reveló Trapero, quien hizo hincapié en que "lo más exclusivo y lo más particular, esto es, lo que ningún otro dialecto del español tiene, son los nombres guanches, y por tanto, eso es lo que más caracteriza a ese patrimonio lingüístico de Canarias". "Y si Dios nos da salud y fuerzas, pretendemos, a partir de este segundo diccionario, continuar con el léxico referido a la biología y, a continuación a lo histórico, social y cultural", avanzó.

Por su parte, Eladio Santana manifestó ayer que "el Diccionario de Toponimia de Canarias: Los guanchismos no sólo es la obra de toda una vida, sino de muchas vidas", en relación a los -cada vez menos- informantes que mantienen vivas estas fuentes orales. Pero también destacó que "estamos ante la obra de un hombre sabio", pues "la sabiduría no busca diferencias, sino similitudes" y "esta obra está cargada de ellas porque Maximiano se encargó de buscar similitudes entre los topónimos".

Por último, Álvarez de Miranda citó las palabras de la filóloga y lexicógrafa María Moliner, "imperativo irresistible de escrupulosidad", para definir este extenso trabajo, "un imposible filológico, que Trapero ha resuelto con las mejores armas filológicas, muy alejado de la actitud de guanchistas furibundos y de anti-guanchistas despectivos, con erudición libresca y curiosidad viajera, con propiedad y rigor por encima de todo y, aún así, con reinterpretaciones audaces". "Qué afortunados los españoles de las islas afortunadas, porque el español que mejor se conoce en la inmensa región en que se habla el español es Canarias", concluyó, y destacó, como uno de sus grandes responsables, a Maximiano Trapero.