Un mundo de fantasía, ilusión y aprendizaje, esa es la nueva propuesta para grandes y chicos en el Museo Elder con el espectáculo El Planeta Titiritrón y la Flor del Orobal. A partir del próximo 25 de junio la parte baja del centro se transformará en el Pueblo Alegre, un lugar en el que Doña Felicidad ha de encontrar la flor que cure su mal con la compañía de Arquímedes y el Cartero. Esta aventura volverá a traer la magia de los títeres de jueves a domingo en cuatro sesiones diarias, a las 11.30, 13.00, 17.30 y 19.00 horas, hasta septiembre con la implicación de las familias a un recorrido itinerante donde todos ayudarán al brujo Abramelín a encontrar la solución.

La producción, exclusiva para el Museo de la Ciencia y la Tecnología, se estrena por primera vez en Canarias. Durante la presentación realizada esta mañana, contó el apadrinamiento de Davis V. Mora, guionista en Barrio Sésamo, la Gala Inocente Inocente y tantos otros espectáculos, aparte de especialista en La Singularidad Canaria,  y el amadrinamiento de la actriz y dobladora Chelo Molina, gran protagonista de la serie infantil Los Mundos de Yupi.

Su característica voz ha acompañado, como remarcó el director de la entidad, José Gilberto Moreno, tanto la infancia, adolescencia y el presente del público español. La intérprete comentó la necesidad de "volver y reinventar el mundo mágico de este tipo de teatro que muchas veces se ha considerado de segunda categoría" con el fin de descansar la vista de las pantallas digitales y experimentar dentro del montaje que se alza en los 300 metros cuadrados de la planta baja las vicisitudes de los personajes. Vive con especial interés la animación actual y, aunque en otros tiempos se desdeñara las tramas sensibles de Disney, por ejemplo, desearía que volviera a haber un "estilo abrazador, más tierno" en el contexto actual de las historias infantiles.

Como citó Mora, Albert Einstein decía que "si no puedes explicárselo a un niño de seis años, no lo entiendes tú mismo", entonces, "no se trata de adaptar y tratar a los niños de tontos, sino de divertir", ese primer impulso hará que el guion funcione por sí mismo. Experto en las tramas infantiles, el guionista resaltó que, en todo momento, la historia ha de inspirar "respeto". A su lado, Efigenia Sánchez, artesana, formadora y experta en la FEDAC, además de titiritera, planteó la necesidad de incorporar savia nueva en el sector con el fin de mantener una tradición que parte de un trozo de cartón hasta transformarse en los muñecos que manipulan durante una hora.

El Planeta Tirititrón transforma el Museo Elder

"Un mundo de fantasía e ilusión que muestra tanto a mayores y chicos hablar de cualquier tema sin herir", subrayó. El testigo lo toma Laura Perdomo, actriz que se desdobla tanto como humana y títere. Canta, baila, asciende y desciende por las ventanas de las fachadas recreadas con sus brazos, y admira el "enorme esfuerzo" que conlleva la preparación de un teatro que ha de embelesar a pequeños y captar la atención de quienes los acompañan. "La gente me ve a mí y al títere, como dos seres independientes, y los niños se meten enseguida esa burbuja de fantasía, así que espero poder seguir integrando este aprendizaje en las obras de teatro".

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Roberto Pérez Rivero, productor del espectáculo y director de Teatro de Títeres y Objetual, resaltó que, "los museos no solo son una herramienta pedagógica de primera magnitud, sino un lugar que expandir". Por tanto, las técnicas de manipulación oculta de títeres se convierte así "en un arte que no pretende aleccionar ni traer moralejas, sino transmitir sentimientos", un recorrido emocional que llevará a grupos de máximo 40 personas a explorar los escondites recónditos del Planeta Titiritrón. La producción está en preparación desde el verano pasado y retoma el espíritu de los espacios compartidos después de la pandemia, "el teatro es vivencial, esencial para saber compartir entre seres sociales", indicó Pérez Rivero.

Preguntados por la situación actual de la cultura, los implicados respondieron que la necesidad de estos tiempos reside en apoyar la cultura, pero no en una especie de indulgencia hacia el sector, al contrario, el auténtico riesgo consiste en establecer una red segura que permita robustecer la industria, matizó Pérez Rivero. Así, la búsqueda de la flor del Oroval ampliará la apuesta divulgativa del Museo Elder en esta nueva etapa tras volver a la normalidad plena, con la firme intención de aunar "el cuidado al medioambiente con la tradición", señaló el director de la institución pública.