-Le hemos escuchado un discurso absolutamente contrario a que haya fútbol los lunes y hoy, precisamente aquí, llega el primer partido: Tenerife-Mallorca...

-No me gusta y no pienso estar. Ya dije que no estaría en Carrusel los lunes y cumpliré mi palabra. Si algún día hay que grabarlo, pues adelante, pero no pienso hacerle el juego a estos señores que quieren partidos los lunes y que van a acabar con el fútbol. Están haciendo de la liga un rompecabezas, un disparate. ¿Cómo se puede obligar al Tenerife a jugar el Lunes de Carnaval? Si es una venganza contra el Tenerife por ciertas decisiones, me parece una venganza miserable.

-La Liga dispone horarios y fechas rarísimos, pero ello no está siendo óbice para el éxito de la radio deportiva, ¿no? Los programas como el Carrusel se escuchan cada año más.

-Sí, de hecho el último Estudio General de Medios (EGM) fue la mayor sorpresa de mi vida. Pensé que todas las radios nos íbamos a pegar un batacazo tremendo y que perderíamos a mucha gente por el camino por culpa de ese batiburrillo de horarios, de ese desastre continuo. Pero hemos subido, y de qué forma. Las audiencias han experimentado un incremento extraordinario, sábados y domingos... Y estamos eufóricos, de verdad.

-¿Ése es el secreto? ¿La alegría permanente que destila el programa?

-Siempre pienso que el secreto está en nosotros, en el equipo que salta al ruedo cada fin de semana intentando hacer las cosas mejor que el anterior. Y eso se nota. Yo lo estoy notando, estoy como eufórico, efectivamente, porque hemos visto que el esfuerzo que pusimos al comenzar la temporada tiene su recompensa. Se atisbaba en verano un curso complicado, con más dificultades, con menos publicidad... Pero encaramos la temporada con una fuerza tremenda y absolutamente bendecidos por la audiencia, que es nuestro principal pilar.

-Habla usted de los oyentes y cada vez es más patente su participación en los programas. ¿La radio de la interactividad es la nueva radio?

-Desde luego. Hay que aprovechar las ventajas que nos dan los avances y explotarlas de la forma más conveniente. ¿Qué será lo próximo: el tuenti, el facebook? Pues si hay que hacerlo, fabuloso. Lo de los mensajes de los oyentes ya es un paso de gigante. No sólo porque ofrecen interactividad, sino también por la frescura que ofrece elegirlos y leerlos bien.

-Cuénteme. ¿Cómo es un día de Carrusel?

-Yo llego una hora antes de que empiece porque no se puede preparar casi nada. Hay mucho de espontaneidad pero Hevia, el productor, hace un guión con anterioridad con todos los campos y corresponsales, los comentaristas... Te metes ahí en el estudio y poco antes de empezar hay nervios, una tensión positiva porque nadie sabe cómo va a salir, pero entonces se prende la luz roja, se abre el micrófono y todo es una llamada urgente a la felicidad. Desde entonces, todo está permitido. Dentro de unos límites, claro.

-Hablamos con Pepe Domingo Castaño, así que habrá que hablar de publicidad: del purito, los chaskis y los fluchos...

-Te reconozco que en el fondo me fastidia que se me reconozca por eso porque he hecho otras muchas cosas más y bueno, que la gente te pare por el purito... [risas]. Pero es un orgullo, claro, es una demostración de que hemos transitado por la línea adecuada.

-¿Y de qué se siente más orgulloso?

-De haber aportado a la radio todo lo que tengo: imaginación, fuerza, cariño y corazón. Y, sobre todo, de esa faceta de la creatividad publicitaria. Si mi trabajo ha servido para que se respete la publicidad, me doy por bien vivido.

-Pero me reconocerá que es difícil que un programa se haga identificable incluso por su forma de gestionar a los anunciantes.

-Es increíble, sí. Y prueba de que funciona es que otros ya nos están imitando. Pero claro, para llegar adonde Carrusel hay que tener además un Paco González, un equipo como el nuestro, una implicación como la que hay aquí... No sé, es que resulta fascinante que se involucre tanto incluso en los anuncios hasta un comentarista serio, el que más, Paniagua... Es asombroso.

-Y luego está la sensibilidad de la cadena para cortar su emisión habitual en cuanto el deporte lo demanda.

-Pero eso la SER siempre lo ha tenido. Cuando ve que un programa puede darle audiencia y fuerza, pues apuesta por él. El deporte mueve masas y no importa quitar o cortar el Hora 25 una, tres o cuatro veces. A los de informativos les fastidia, pero saben el porqué.

-¿Qué opina de la radio de hoy? ¿Cuáles son sus virtudes y sus vicios?

-Entre las virtudes destacaría los medios técnicos, el aprovechamiento de los avances. Técnicamente, la radio ha mejorado mucho. Ahora un teléfono móvil es una emisora andante y luego está la RDSI, que se oye muy, muy bien, demasiado bien. Entre los defectos, hablaría de la poca libertad. No hay tanta como se dice, y se trabaja poco. Ya no hay la radio de investigación de antaño, y se va demasiado aprisa. Falta reporterismo, radio de calle, más profundidad.

-¿Vienen preparadas las nuevas generaciones?

-Sí, pero falta más práctica. En las Facultades debería haber más trabajo práctico, más fábrica de ideas, más gestión de los guiones. Esto es, más de lo que luego se va a hacer en los sitios de trabajo, no sólo teoría.

-¿Hay Pepe Domingo para rato?

-Mientras me acompañen la voz y la ilusión, porque si no hay ilusión, se notaría. Como mínimo, esta temporada y otra más. Es lo que tengo firmado.