Si Paco Jémez no rectifica la sangría de errores defensivos que están cometiendo sus defensas, las opciones de Las Palmas para salvar la categoría podrían reducirse drásticamente en las dos últimas jornadas del campeonato, donde ha de medirse con el Real Murcia y el Gimnástic de Tarragona. Bajo la batuta del técnico cordobés se ha apreciado una mejoría en el juego grancanario pero ésta queda eclipsada o anulada por los goles encajados, ya que en cada uno de los ocho encuentros de la era Jémez la portería de Assmann fue vulnerada al menos una vez.

Y en todos estos partidos se encuentra el factor común de un fallo de concentración o de marcaje de los zagueros amarillos, que facilitan el acierto del delantero adversario. Así ocurrió incluso en las victorias canarias sobre el Real Unión, Villarreal B y Elche. Además, en esas ocho jornadas recientes se han vivido momentos de máximo riesgo con seis lanzamientos a los postes del portero argentino, que habrían perforado más la delicada situación actual.

DESCONFIANZA. El rendimiento de los miembros de la retaguardia grancanaria y de sus escoltas no ofrece de antemano garantía alguna de cara a las dos jornadas finales de la competición. Si la UD fuera capaz de mantener su portería a cero en estos partidos salvaría la categoría (el mal menor de una tempestuosa temporada). Esa exigencia, en cambio, sí se logró con Sergio Kresic en 10 de sus 32 encuentros de esta misma temporada.

El propio actual entrenador se ha quejado en varias ocasiones sobre este aspecto del juego, incluso el pasado sábado después de la derrota frente al Girona: "Tenemos que corregir esos despistes que nos están costando muchos puntos", mencionó en público. O en Villarreal, tras la goleada 2-5, dijo: "Sigo viendo cosas que no me han gustado".

BAILE DE CENTRALES. El déficit defensivo se refleja, entre otros detalles, en que la UD no acaba de definir la pareja de centrales después de probar con Pignol, Samuel y Lamas como complemento de David García. El francés Pignol es el icono de la inestabilidad general del equipo. Empezó el campeonato ofreciendo unas prestaciones notables, pero su segunda vuelta ha generado innumerables quebraderos de cabeza al banquillo, tanto a Kresic como a Jémez. En la etapa de este último fue expulsado en dos ocasiones y ha cometido un penalti, errores puntuales al margen. El pasado fin de semana ni siquiera fue convocado para el choque.

Pero "cuando no es Juana, es la hermana". Lamas falló en el marcaje de Peragón el pasado sábado y se fugaron tres puntos valiosos. Ni siquiera el intacto David García elude el análisis, con constantes altibajos en su rendimiento. Si la UD quiere ser un equipo competitivo la próxima temporada tendrá que elevar el nivel defensivo de sus componentes, una parcela donde se cuecen los objetivos, especialmente de cara al ascenso.

Curioso es que un destacado defensa internacional como el propio Jémez tenga quebraderos de cabeza a causa del sistema de contención de su equipo, que es su principal problema. Tiene materia suficiente para analizar a fondo los agujeros observados después de dos meses en el puesto. Su buen gusto futbolístico, que merece el realce, se desluce cuando los resultados no guardan simetría.

MAL REFERENTE. Los datos previos al importante partido del próximo domingo inquietan. La UD sólo logró esta temporada una victoria en el domicilio de aquellos conjuntos con los que comparte la batalla final por la permanencia. El único triunfo fue el 0-1 al Salamanca, en la cuarta jornada, en un instante en que los amarillos ocuparon el cuarto puesto de la clasificación y parecía que iban a estar en condiciones de luchar arriba. Fue un espejismo.

Sin embargo, el equipo canario perdió frente al Córdoba (1-0), Gimnástic (2-1), Albacete (3-2) e incluso con el ahora descendido y colista Castellón (2-0). Empató en sus visitas al Huesca (1-1), Cádiz (0-0) y Real Unión (0-0). Sólo le queda pasar por Murcia, donde le espera un adversario con el cuchillo entre los dientes.

Los amarillos tienen de nuevo una oportunidad para firmar una victoria notable y anular muchas citas previas al cardiólogo de una afición a la que no premia dos días consecutivos con una sonrisa.