Miguel Ángel Ramírez coge papel y bolígrafo para repasar mentalmente cómo queda la situación después de que durante la semana calificara de "dramática" la coyuntura económica por la que atraviesa la UD Las Palmas. "A ver", expone: "Tres millones para la nómina de la plantilla, 2,4 millones para las obligaciones del concurso de acreedores, un millón para la cantera, 500.000 euros para desplazamientos y alojamientos, además de un millón y medio de euros para proveedores, Seguridad Social y Hacienda, personal no deportivo, etc... Total: 8,4 millones de euros. Ese va a ser más o menos nuestro presupuesto", dice. "Casi tres millones menos que el anterior. Esa es nuestra realidad actual".

- ¿Cómo va a sortear el club la anunciada falta de recursos?

- Muy fácil: tanto ingresamos, tanto gastamos. El déficit de esta campaña lo cubriré yo porque era mi apuesta personal. Resulta paradójico que el año en que confeccionamos la plantilla por encima de nuestras posibilidades económicas es el peor en lo deportivo desde que asumí la presidencia. No estoy dispuesto a mantener este quebranto a mi patrimonio. Este año no fui el presidente de las campañas anteriores por tratar de cumplir una promesa a la afición, pero no la logramos. He aprendido.

- ¿Ha recibido algún tirón de orejas en casa?

- Agradezco a mi esposa y mi familia que no me hayan reprochado lo que me he gastado. No hay mejor manera de aprender en el mundo del deporte que cuando cuesta dinero. Ya sabía que era así pero ahora es cuando más claro lo tengo. Todos los años hay multitud de fracasos en Primera y Segunda, pero la Unión Deportiva no se puede volver a permitirse este lujo.

- ¿Espera recuperar algún día ese dinero?

- No voy a reclamar o embargar a la entidad. Pero si algún día a causa de mi gestión la UD Las Palmas capta esos recursos económicos, creo que estoy en mi derecho a recuperarlo.

- Está próximo el quinto aniversario de su llegada a la presidencia. ¿De qué se arrepiente y cuáles son sus aciertos?

- Aciertos, pocos. Y me arrepiento de muchísimas cosas. Acerté durante los primeros cuatro años al no dejarme envolver por el mundo del fútbol. Esta temporada pasada no lo hice y ahí están las consecuencias económicas. Y esa bandera, la del rigor, es la que va a lucir el club nuevamente.

- ¿Cómo cree que acoge la afición este cambio de ciclo?

- Lo ha hecho de forma positiva. El mensaje que me transmite la gente por la calle, por las llamadas, por la comunicación del club con sus abonados, es de aliento. Está de acuerdo con las decisiones que hemos tomado y animan a esa apuesta por impulsar de nuevo la cantera.

- La Real Sociedad y el Mallorca, con estadios que tienen pistas de atletismo, logran el ascenso y jugar en Europa, respectivamente. ¿Alimenta usted el debate sobre las pistas o la hipotética vuelta al Insular?

- En San Sebastián hubo un compromiso claro entre la grada y el vestuario. El equipo fue el que atrajo a la afición y el nuestro no lo supo hacer. Si hubiésemos obtenido buenos resultados, el Estadio de Gran Canaria se habría convertido en una fortaleza. Pero ocurrió todo lo contrario. La clave de nuestro fracaso ocurrió en los partidos de casa. Por otro lado, nosotros no alimentamos el debate sobre las pistas, que está cerrado, porque otro consejo anterior al nuestro ya firmó con el Cabildo la cesión de los derechos que había sobre el Estadio Insular. Ahora tenemos otros planes.

- ¿Cuáles?

- Le hemos enviado al Cabildo un informe para pedir dos cosas, revisando el convenio de colaboración: que se nos ceda el edificio sin terminar próximo a Fondos del Segura para instalar allí las oficinas del club, la sede de las peñas, un museo, una clínica de rehabilitación y un restaurante panorámico. Y, además, proponemos un cambio de todas las butacas para crear un mosaico amarillo y azul como estaba en el Estadio Insular. Necesitamos que nuestra afición se identifique por fin con el Estadio de Gran Canaria.

- ¿Cuál ha sido la respuesta del Cabildo?

- Todavía no se ha producido pero hemos apreciado que ha sido bien recibida. Estas obras no costarán nada a la corporación porque proponemos que se descuente de nuestro convenio, donde anualmente pagamos unos 435.000 euros por utilizar el Estadio de Gran Canaria. Las obras estarían terminadas en un año e, insisto, sin coste alguno para el Cabildo. De igual forma queremos el mismo trato que el Gran Canaria de baloncesto con el Centro Insular, al que no se le cobra por utilizar la instalación. Ese es el inicio de nuestro proyecto de futuro donde creemos que más importante que el asunto de las pistas es completar la visera del recinto. Eso daría más 'calor' y convertiría el Estadio de Gran Canaria en lo que la afición nos reclama: un estadio para ir al fútbol. Y, si miramos más lejos, nuestra ilusión es jugar en Primera División con 42.000 espectadores en las gradas. Ahora mismo queda lejos pero no es imposible. Cada objetivo tiene su momento.