En el mundo del deporte, y sobre todo del fútbol, los sentimientos cambian de un día para otro. Lo que era desprecio, desilusión y tristeza se convierte en amor, alegría y esperanza al pasar unos días y al ver buen juego y magníficos resultados.

La temporada pasada la afición despidió a sus colores con pañuelos y pitidos. Rondón salvó al equipo, con un gol postrero, del camino infernal de Segunda B.

El tiempo estival y el inicio de un nuevo proyecto, basado en jugadores de la cantera, gente joven e inexperta en la categoría, sembró más dudas en la parroquia grancanaria; y junto a los rescoldos del curso anterior, la vuelta al estadio se tornó en un sacrificio que, en un tiempo asolado por la crisis y por la alta tasa de desempleo, pocos estaban dispuestos a asumir. Los aficionados no querían añadir una desilusión más a las que ya proporciona de por sí el día a día.

No obstante, esos ocho jugadores inexpertos, junto a una plantilla de veteranos y cuatro fichajes -a la espera de Edixon Perea-, formaron una receta que sólo un magnífico cocinero podía preparar: Paco Jémez.

Los resultados han llegado. Semana a semana la UD ha completado una quinta parte de su objetivo: la salvación; y ha rehogado esos puntos con una salsa, el estilo de juego, que hace imprescindible acercarse al estadio de Gran Canaria a degustar un plato bien servido y mejor adornado.

El fútbol que han desplegado los jugadores sobre el terreno de juego ha encandilado a los aficionados, y éstos han hecho correr la voz de que este año sí hay un equipo que lucha por sus colores, que salta al césped con hambre y que sólo quiere ganar. Sea quien sea el rival.

Con semejante manjar sobre la mesa pocos pueden resistirse, y por eso en las tiendas oficiales del club se pudo ver una estampa en la que varias personas sacaban sus abonos para la temporada o los renovaban, visto el panorama. Los motivos que alegan son varios, pero todos tienen el mismo núcleo: la cantera y juego que se ve sobre el campo este año.

Ythaysa Déniz es la responsable de la tienda de Piomanía en el estadio de Gran Canaria. Se siente como una psicóloga, porque cada día los aficionados le cuentan su historia y sus problemas. "Algunas personas se sacan el abono con mucho esfuerzo", relata, "y otros me cuentan que su padre lo abonó cuando era chico y él sigue haciéndolo". Ella destaca, sobre todo, la ilusión de la gente en los últimos días; y asegura que "los jugadores más nombrados por ellos son Vitolo y Jonathan Viera". Los dos jóvenes se han convertido en los héroes de los aficionados amarillos, hasta el punto de que el número de Viera es el más vendido.

La afluencia de personas el sábado al Gran Canaria promete. El juego de los canarios ha terminado con la renuencia del público y ha devuelto a la grada la confianza que llevaba tantos años lastrada.