El puntal lanzaroteño Carmelo Guillén falleció ayer en el Hospital General de Gran Canaria Doctor Negrín, donde estaba ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos desde hace casi un mes y medio.

Fue a raíz de un accidente, al lanzarse desde su embarcación en la Playa de Papagayo el 21 de agosto, cuando Carmelo Guillén sufrió un grave lesión medular que requirió su urgente traslado en helicóptero a Gran Canaria. Con pronóstico muy grave y con respiración asistida desde entecos, el bravo puntal lanzaroteño había superado varias crisis que hicieron temer por su vida, pero al final no ha podido recuperarse de las graves lesiones que padecía y a primera hora de la tarde ayer fallecía con 47 años de edad.

Su cuerpo será trasladado hoy a Lanzarote, a donde llegará esta tarde, estableciéndose el sepelio en el Velatorio de Tinajo, y, con toda probabilidad mañana, se procederá a su incineración en el Tanatorio de Arrecife de Lanzarote.

El óbito de Carmelo Guillén causa consternación en la Isla de Los Volcanes y en la familia de la lucha canaria del resto de las Islas, al ser un bregador muy querido que durante su etapa de puntal, y después de colgar la ropa de lucha, siempre se distinguió por su pasión por el vernáculo deporte. Tal es así que legó su amor a la lucha canaria a su hijo Andrés Guillén, que actualmente con 20 años es uno de los más destacados del Tao. Es, además, el cuñado de la Consejera de Vivienda y Bienestar Social del Gobierno Autónomo, Inés Rojas.

Carmelo Guillén, natural de Tinajo, empezó a bregar en el Altavista de Arrecife, donde estuvo dos años para continuar en el Tinajo, donde también fue mandador. En 1999 se retiró de la brega con 35 años, y tras haber sido puntal B. En noviembre de 1991, en el IV Campeonato Regional por categorías, sorprendía con su potente cadera y con su cango, al galdense Pedro Pérez y se proclamaba campeón en la categoría de puntales C.

Guillén, tras dejar los terreros, participó en el clinic de lucha canaria, impartido en Lanzarote y desde que colgó la ropa de brega su pasión era también el mar, con una embarcación de recreo, en la que lamentablemente sufrió el accidente que acabó con su vida. Descanse en paz.