Jaime Lissavetzky, que cesará este viernes como secretario de Estado para el Deporte después de 7 años en el cargo y será sustituido por el actual Director General de Deportes del CSD, Albert Soler, se ha servido de su formación como químico para aplicar el método de 'prueba' y 'error' en la resolución de los conflictos que afrontó en su mandato, en el que el deporte español alcanzó el mejor momento de su historia, su 'Edad de Oro', especialmente con la conquista del Mundial de fútbol de 2010 en Sudáfrica.

Nacido en Madrid en 1951, Jaime Lissavetzky accedió al cargo de secretario de Estado para el Deporte el 20 de abril de 2004 y durante su gestión se impulsaron las leyes de Protección de la Salud y de Lucha contra el Dopaje (2006) y Contra la Violencia, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte (2007), aunque no ha podido culminar la tan ansiada reforma de la Ley del Deporte Profesional.

"Espero que mi sucesor presente esta Ley del Deporte Profesional. Es muy importante tener esa herramienta para repensar el deporte profesional", indicó el ya únicamente candidato socialista a la Alcaldía de Madrid, aspiración que ha simultaneado en los últimos meses con su responsabilidad al frente del CSD, en las elecciones del próximo 22 de mayo.

Doctor en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid, fue profesor de Química Orgánica en la Universidad de Alcalá de Henares y desde 1979 es científico titular en el Instituto de Química Médica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Fue consejero de Educación, Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid desde 1985 a 1995, en los que puso en marcha la Universidad Carlos III, el Instituto Madrileño para la Formación, la Escuela de Cine, la Ciudad de las Artes y las Letras e impusó la construcción y posterior inauguración de La Peineta, futura sede del Atlético de Madrid.

Secretario General de la Federación Socialista Madrileña, fue portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid entre 1995 y 2000. Asimismo, fue senador en la Sexta Legislatura (1996-2000), diputado por Madrid en la VII Legislatura y Vicepresidente 2º de la Comisión de Ciencia y Tecnología.

Reelegido en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, renunció a su acta de diputado al ser nombrado presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD) y Secretario de Estado para el Deporte.

Medalla de Honor de la Universidad Complutense de Madrid.

Ha presidido el Consejo Iberoamericano del Deporte, que agrupa a 22 países entre 2004 a 2007. En febrero de 2007 fue nombrado Vicepresidente de la Primera Conferencia de los Estados Parte de la Convención Internacional contra el Dopaje en el Deporte de la UNESCO y en diciembre de 2008 fue elegido como único representante europeo en el Ejecutivo de la Agencia Mundial Antidopaje para los años 2009 y 2010, cargo que ha renovado hasta 2012.

Entre otros reconocimientos, ha recibido la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo; Trofeo Fair Play 2005 del Comité Olímpico Internacional (COI); Medalla del Comité Olímpico Español (COI) y de ADO; Medalla de Oro y Brillantes de la Mutualidad General Deportiva; Orden de la Legión de Honor de Francia y la Medalla de la Universidad Politécnica de Madrid 'Agustin de Betancourt'.

Durante su mandato, el deporte español ha alcanzado su cénit, con la Eurocopa y Mundial de Fútbol como momentos cumbre, se han ganado 1.087 medallas en Juegos Olímpicos (37; 19 en Atenas y 18 en Pekín), Campeonatos del Mundo absolutos, Grand Slams o Grandes Vueltas.

"Soy madrileño y Madrid se merece los Juegos, ha sufrido mucho. Si pido un deseo, sería que Madrid sea sede olímpica", ha dicho Lissavetzky, lastrado por la lacra del dopaje -pese a las Operaciones Puerto (2006), Grial (2009) y Galgo (2010)- y apenado porque no se cumplió el sueño de los madrileños en Singapur y Copenhague para tener los Juegos en 2012 ó 2016.