Algo más que baloncesto. El jueves santo de aquel abril de 1999, Patricia Urquijo, histórica capitana del Sandra Gran Canaria, levantó la Copa de Europa Liliana Ronchetti en un Centro Insular a rebosar. Después, recogió el tesoro en sus brazos, como quien mece a un niño, y rompió a llorar. La primera gran gesta continental del deporte insular fue el éxito de un pequeño club, de un sueño, el Islas Canarias, que nació 20 años atrás del matrimonio Diaz-Santana y, sobre todo, de la ilusión que contagió a una isla entera un grupo de chicas de la tierra.

"Fue un duelo muy intenso, pasaban los minutos y no conseguíamos superar esos ocho puntos que tenían de renta". La escolta Rosi Sánchez, doce años después, recuerda con la misma frescura una historia que vivió su primer capitulo una semana antes en Tel Aviv, con un lanzamiento decisivo, desde el centro del campo del Ramat Hasharon de Israel y sobre la bocina, de Lourdes Peláez. Eses triple reducía una diferencia, que llegó a ser de 22 puntos, a siete. Allí se celebró como una victoria. "La sensación era la de haber ganado", señala Rosi, para explicar a continuación, "fuimos recortando puntos, poco a poco, pensando siempre en nuestro pabellón".

El reto estaba servido, el escenario dispuesto en un CID inundado de cánticos pletóricos una hora antes del salto inicial, un instante que derivó en 40 minutos jugados, por derecho, cerca de las estrellas, en el Olimpo de lo mitológico. "Defensa, rebote y campeonas", gritaba, entonces, el entrenador Mingo Díaz desde la banda. A su lado, Begoña amasaba una imagen de Santa Rita. El plantel del Sandra- Rosi Sánchez, Asun Gamón, Eva Montesdeoca, Elena Álamo, Lidia Mirchandani, Lurdes Peláez, Thania Quintero, Patricia Urquijo, Paloma Mariona, junto a Jessie Hicks- a cara de perro, arañaba un punto tras otro en un camino de espinas. "Sólo a falta de un minuto y medio llegamos a lograr la renta necesaria", asegura Rosi Sánchez. "Se veía que podíamos pero no lo lográbamos". Ante la tensión, la grada enloquecía. "Tanto que era imposible oír lo que Mingo nos decía en los tiempos muertos", cuenta la escolta. Con 64 a 54, se llegó al final. Lo imposible se hizo real. El basket femenino, casi todas canarias, conquistó Europa y el cariño eterno de su Isla.