Entre la eficacia sin encanto que sacude la huida de la Unión Deportiva Las Palmas hacia la tierra prometida, destino que el equipo amarillo ya otea en el horizonte, Juan Manuel Rodríguez ha logrado multiplicar el valor de todas sus piezas. Corre a toda prisa en la escapada el conjunto grancanario, pero al mismo tiempo se muestra diligente en la urgencia. Y en la fuga, en el empeño por dejar atrás el peligro del descenso a Segunda B, todos los futbolistas suman en positivo: nadie sufre condena perpetua al destierro en la libreta del entrenador y bajo la condición de titular ningún jugador desaprovecha la oportunidad.

Son, futbolistas como Aythami, Pollo o Jorge Larena -titulares por circunstancias o inesperados ayer en Montilivi-, donde reside parte de la fortuna de Juan Manuel Rodríguez, sobre futbolistas desplazados del once desde la época de Paco Jémez en el puente de mando y que ahora, ante la primera oportunidad de asomarse en las alineaciones, se aferran a la posibilidad de seguir entre los elegidos de inicio durante el tramo final del curso en la Liga Adelante.

Siguen, todos, los pasos de Vicente Gómez y Pedro Vega, rescatados para la causa por el entrenador de La Isleta. Ninguno contaba con mucho peso en el equipo, durante las últimas semanas de Paco Jémez en el banquillo, y ahora surgen como figuras imprescindibles en el artilugio manufacturado por Juan Manuel Rodríguez, locomotora lanzada -sin amaine- desde hace cinco semanas en trayectoria ascendente.

No tiene la UD Las Palmas, en su plantilla profesional, un futbolista tan vertical como Pedro Vega. A unos meses de expirar su vinculación contractual con la entidad, relación que prolongará si disputa cinco partidos más, el extremo zurdo sobresale en cada acción ofensiva del equipo amarillo. Por su banda se ofrece tanto para el toque como para el desmarque, desborda en jugada individual o en cada centro y, entre tanto repertorio, se convierte en el azote perfecto para cualquier zaga rival.

Ayer, en Montilivi, Pedro Vega lideró el ataque de la UD Las Palmas, que trazó todo su plan para asaltar la portería de Roberto Santamaría por la banda izquierda. Asunto impensable hace un par de meses, tanto por la desintegración colectiva del equipo como por la exclusión del futbolista de San Mateo, el método del conjunto amarillo resultó válido para inclinar el campo en una pendiente a favor para atosigar al Girona FC.

Santamaría anula a Vicente

Si la UD Las Palmas encontró en Pedro Vega el canal para azuzar al rival, en Vicente Gómez el equipo amarillo tiene un futbolista de cuidado. Contención, despliegue, talento, esfuerzo y llegada. Todo eso, bien combinado, ofrece el joven futbolista, redimido por Juan Manuel Rodríguez para llevar la caña en el centro del campo amarillo.

Asentado, con voz y mando en la medular, todo movimiento de la UD Las Palmas empieza en Vicente Gómez que, a veces y para cerrar la cuadratura del círculo, también remata los asuntos pendientes. Suya, en el minuto 53, fue la oportunidad para sentenciar a un Girona FC atrapado en la ratonera amarilla. Remató a bocajarro el joven centrocampista y, tal vez confiado ante una ocasión tan nítida, no ajustó con máxima precisión su tiro. En la certidumbre del gol, justo a unos milímetros del premio, apareció la flor de Roberto Santamaría para, con un ligero movimiento de pie, evitar sobre la línea un tanto que podría haber lanzado al conjunto grancanario hacia el paraíso.

Fue la última broma macabra del portero navarro, empeñado en estropear los planes de una UD Las Palmas tan firme como práctica, que no se descompone si las bajas aploman su caminar. Con Pignol y Josico fuera de circulación por diferentes motivos, Aythami y Pollo lucieron solvencia para disparar la cotización de una plantilla, grupo en el que Jorge Larena, inédito desde la visita al Nàstic de Tarragona, se aplicó para encajar con armonía en un equipo gallardo para no meterse en más problemas.

Ahí, en la habilidad para sacar del abatimiento a una plantilla que apuntaba hacia la bancarrota hace casi dos meses, se asienta buena parte del mérito de un entrenador versado con sobresaliente en sacar del atolladero a la UD Las Palmas. El bien colectivo vuelve a imperar sobre los destellos individuales. Y justo ahí es donde brillan los invisibles de Juan Manuel Rodríguez.