El primer éxito del recordado Javier Pérez en la presidencia del Tenerife fue el ascenso a Segunda División en la temporada 86-87, después haber descendido a Segunda B un año antes. El 15 de junio de 1987 los blanquiazules jugaban su último partido en la categoría de bronce, después llegaría el ciclo más luminoso de su historia con finales de liga explosivos y participaciones europeas de enorme brillo.

A pesar de conseguir el ascenso de categoría en 1987, el asunto no fue tan sencillo. Prueba de ello fue una frase de Martín Marrero, entrenador blanquiazul, que ha quedado para la historia: "El que quiera espectáculo, que vaya al cine Víctor". La expresión espontánea de Marrero surgió al ser cuestionado por los resultados ajustados durante esa misma campaña. Hoy, 25 años después, la historia se repite: el Tenerife volverá a competir en Segunda División B.

"El Tenerife empezó la temporada metido en los puestos de abajo y sólo cuando llegó Tapia asomó algo la cabeza. Ha sido irregular", precisa Alexis Trujillo, ex jugador blanquiazul, quien apunta que "la goleada del Barcelona B fue casi definitiva. Se encontró con demasiada presión porque no podía salir del descenso".

No muy lejos de ese análisis se encuentra Eduardo Ramos, quien también ha vestido la elástica blanquiazul. "Cuando tienes cuatro entrenadores es porque la situación se ha convertido en extrema y, con ello, el descenso que se veía venir desde hace tiempo", señala Eduardo.

Mientras, Ismael Santana, ex tinerfeñista, apunta a la caseta como origen de algunos de los males del equipo presidido por Miguel Concepción en esta temporada. "La diferencia se ha visto clara entre Las Palmas y Tenerife, ha sido la unidad del vestuario. La mala situación en la clasificación desencadena la creación de grupos dentro de la caseta. La convivencia se vuelve difícil", explica el antiguo lateral izquierdo, con amplia trayectoria futbolística en equipos como Tenerife, UD, Salamanca o Universidad, entre otros.

"Después de los grandes triunfos en las últimas décadas es un momento de desazón para la afición del Tenerife", asegura Manolo López, quien defendió la portería blanquiazul en los mejores momentos de la historia del club. "El descenso marca un antes y un después en la entidad", precisa el denominado Gato de Arucas, al tiempo que subraya que los resultados puede cambiar la idea del propio club. A partir de ahora se racionalizará el gasto. Habrá que hacer un equipo de Segunda B", razona Manolo.

En esta misma línea, Eduardo Ramos insiste que "lo que se les viene encima es una situación delicada a la que no están acostumbrados. El Tenerife está obligado a subir de categoría inmediatamente, pero esa idea no debe alejar a los jugadores de la cantera del primer equipo".

Los analistas coinciden en un mandamiento primordial: "Tienen que pensar como un equipo de Segunda B, a pesar de haber jugado el año pasado en Primera División". También abundan en la idea de la complejidad de salir de Segunda B, a pesar de que ya ha desaparecido la temida liguilla de ascenso. Para ello, traen al presente las experiencias de la Unión Deportiva, que primero acumuló cuatro temporadas seguidas en la década de los noventa y dos más hace un lustro.

"Ahora vendrán como buitres los clubes porque a pesar del descenso, los jugadores son apetecibles", apunta Ismael.