Una pica amarilla en el latifundio de Messi. La UD Las Palmas dinamitó la factoría perfecta y coquetea con la salvación tras veinte minutos al borde del espasmo. El Barça B, bandera de la mejor cantera del mundo, entregó su grandeza al guiño irreverente de Jonathan Viera.Tres goles de la perla sembraron una remontada que provocó el sonrojo de los Soriano, Nolito y Muniesa.

Fue la tarde en que Sandro Rosell, presidente del coloso azulgrana y que presenció el partido desde el palco junto a Nicolás Ortega -vicepresidente de la UD-, descubrió el arrojo irreverente de un jugador impredecible. El artista amarillo, custodiado por un planteamiento responsable que utilizó el contragolpe como un puñal, pulsó el gatillo para liquidar a un meta Miño calamitoso.

Sin Matías Lequi, Juan Manuel Rodríguez se atrincheró con Samuel como jefe de operaciones. El filial del Barcelona tomó el balón y se inició la sinfonía. Respiraba la dictadura del balón mientras los isleños, espoleados por una presión medieval, soñaban con un misil desde larga distancia. Y Sergio Suárez puso la primera piedra. A los cinco minutos, el amarillo remató de cabeza en el corazón de Miño. Aviso a navegantes: el Barça toca como los ángeles pero tiene un agujero negro en su zaga. Balliu, que subió del Juvenil, fue un títere en manos del gigante Quero que transformó su banda en una autopista hacia el paraíso. Pero cuando la UD, en un esfuerzo titánico, estaba asomando la cabeza, apareció el fantasma de Jémez. Despropósito de la zaga y Muniesa, en un gol cómico, anotaba el primero. Fue un tanto de chiste, lírica para Manolo Vieira.

Y Quero puso las cosas en su sitio. Una falta lateral, fabricada por el madrileño, terminó en el jardín de Miño y Ruymán se jugó el físico para equilibrar la contienda. Un ejercicio de instinto, tímido pero efectivo. La pizarra del madridista Juan Manuel colocaba al ejército en la batalla. Vivos hasta que llegó, una vez más, la deserción total.

Tres minutos duró la gloria. Jonathan Soriano, el delantero más despiadado de la categoría, aprovechó una falta de entendimiento de los centrales para domar a Barbosa. El tornado alcanzó tintes de naufragio total. Oriol, con una facilidad pasmosa, se deshizo de Pignol, David García y Samuel para ceder un lingote de oro a Tello. El extremo, con un quiebro eléctrico, acabó con la resistencia de Pollo y el balón se fue a la red. Un tanto para enmarcar.

Pillería con reacción

Con el 3-1, y el aroma a hecatombe en el Mini Estadi, Juan Quero se inventó una pena máxima tan efectiva como bendita. El alfil fue derribado por Balliu y Jonathan Viera, que había estado ausente, alumbró su leyenda. Miño, ayer un amigo de la causa grancanaria, borró el punto de penalti pero no pudo desconcentrar a la perla. Gol y esperanza. Arrancaba otro partido.

Sergio Suárez, inerte en la presión, demostró su talento con una jugada perfecta que Javi Guerrero encendió con maestría. Adrián Pollo y el propio delantero madrileño se estrellaron en Miño hasta que apareció el príncipe de La Isleta. Sergio lució su pegada de acero y el balón terminó en la red. En el último fotograma del primer capítulo, el dragón amarillo salvaba de forma elegante un tanteador de sonrojo. Y entonces... Despertó el poeta de La Feria.

El segundo tiempo de la UD fue perfecto. Una sinfonía donde cohabitan el poderío físico de la sala de máquinas con un Viera determinante. Sergio Suárez, en el primer minuto, burló todo el servicio de seguridad azulgrana y brindó a Viera un remate infernal. Se obraba la remontada, en solo 24 minutos, la UD alquilaba una habitación en el paraíso para imponer un sello demoledor. Los de Luis Enrique, con Ilie de organizador, mordían una y otra vez el anzuelo. Engordaba su posesión pero los amarillos respondían con otro impacto mortal. En el minuto 55, una combinación entre Quero y Guerrero la remacha Viera a la red. Los casi 200 aficionados de la UD se rindieron a su héroe y el jardín de Guardiola no podía asimilar el recital de oficio.

Serenidad

La lesión de Adrián Pollo abrió la puerta a Juanpe, que no pisaba el césped desde el pasado mes de enero. Tras superar su lesión de índole cardiaca, el de Arinaga afrontó el desafío con suficiencia. Ató en corto a Nolito que logró reducir distancias pero el colegiado lo anuló por posición ilegal.

Saúl Berjón, ex jugador de la UD, también gozó de un momento de gloria pero Barbosa lució su estampa inmortal. Parada de nivel y los amarillos, con seis canteranos en su once, torearon a la escuela del balón de oro.

Con el choque bajo un guión de psiquiátrico, Quiroga se marchó de hasta cuatro rivales y Soriano, en la otra orilla, solicitó pena máxima. Fueron los coletazos a un recital de Viera que pone su nombre en el escaparate. La factoría ya conoce al hombre más peligroso del planeta. Y es de La Feria.