Imagine por un momento a Barbosa defendiendo su portería a escasos metros de Tribuna, a Juan Manuel dando instrucciones frente a la Curva y a Guerrero atacando hacia la grada Sur. Añádale un graderío rectangular, como los que pueblan la liga inglesa, con las butacas naciendo al borde del césped y un gran anfiteatro donde ahora se ubica el fondo más poblado.

Como en el añorado Insular, el aliento del público debe estar presente sobre el ánimo del futbolista de amarillo. Bajo esta premisa, entendida como una demanda social, y tras infinidad de partidos en la grada del Estadio de Gran Canaria, Pedro Olivares del Castillo, médico de profesión, y Manuel Marrero del Castillo - Olivares, arquitecto, tío y sobrino, han presentado en las oficinas de la entidad deportiva su propia propuesta, basada en un giro de 90 grados del terreno de juego sobre su eje actual, la construcción de dos gradas en los nuevos laterales y la utilidad para el ocio del espacio sobrante. "Al final logramos una bombonera para 30.000 personas", afirman los creadores.

"Con esto consigues un campo con presión y donde a cambio de quitarle a la ciudad una pista de atletismo que no se utiliza, le doy un estadio que es como una bombonera y con un anfiteatro al aire libre para espectáculos con una capacidad de entre 8.000 a 10.000 plazas", explica el doctor Pedro del Castillo - Olivares.

Este proyecto tiene en cuenta, según platean sus autores, que la inversión en la actual infraestructura se ha malgastado cuando las pistas no se han utilizado, pero al mismos tiempo consideran injusto, "volver a volcar nuestros esfuerzos en invertir únicamente en el fútbol, por eso hay que darle algo más".

Además, ambos entienden que los costes no serían superiores al que se baraja en la sede de Pío XII que conlleva el hundimiento del terreno de juego para acercar a la afición a unos quince metros del césped. "Este es un proyecto escalonado que hoy permitiría hacer una primera fase donde el público, a dos metros de la línea, estaría totalmente unificado con el equipo, para después adornarla con las dos torres, palcos de esquina o incluso una especie de villa olímpica en la zona de la grada de Naciente para acoger a todos esos deportistas que vienen a la Isla a entrenar en invierno y estimular el turismo deportivo", señalan estos dos emprendedores.

Pedro del Castillo y Manuel Marrero esperan ahora una respuesta a su propuesta, tras presentar su proyecto a la entidad.