Hoy el fútbol canario está de luto. Tras darse a conocer el pasado 1 de julio la inminente desaparición del Universidad CF, me invade un profundo pesar, y una única pregunta pasa por mi mente ¿qué hubiéramos podido hacer por su salvación? Desde sus comienzos y hasta su último día el Universidad CF fue un equipo formado por y para los canarios. Fue un grupo de apasionados del fútbol (entre los que había exfutbolistas de renombre retirados y un gran número de abogados) que empezando como jugadores esporádicos en el barrio de Vegueta, poco a poco, con pasión y entrega, construyeron las bases de un equipo luchador y fiel transmisor de los valores canarios.

El Universidad CF siempre mostró ser digno merecedor del apoyo de la afición canaria, ya que su historia pasa por ser de las más brillantes del panorama futbolístico nacional, tras haber ascendido año a año hasta la categoría de bronce y costarle sólo un año más llegar a la de plata. En un periodo en el que la Segunda División mostraba una calidad futbolística excelente y un nivel de juego pocas veces superado en otras temporadas, el Universidad CF consiguió hacerse hueco entre los equipos españoles más destacados, demostrando en cada partido su afán de superación y el trabajo y esfuerzo de decenas de personas que intentaban hacer del equipo un símbolo del orgullo grancanario.

Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos del conjunto isleño, fueron muchos los obstáculos que impidieron la permanencia de nuestro equipo en la Segunda División del fútbol español, desde las disputas con la UD Las Palmas por el uso del Estadio Insular hasta los desequilibrios presupuestarios a favor de la misma.

Desde la perspectiva que me aporta el haber defendido con igual devoción los colores de tres equipos grancanarios en los últimos quince años, puedo y debo decir que me inunda un gran sentimiento de pérdida, y si bien una parte se debe a la desaparición del equipo, otra parte atañe a los motivos de esa desaparición.

Por un lado, es para mí una vergüenza el hecho de que la desaparición del Universidad se deba a motivos económicos, y no sólo eso, sino que además que fueran apenas 400.000 ? la cantidad adeudada, y digo apenas porque hoy recuerdo otra deuda que tuvo no hace mucho otro club de la ciudad y donde sí hubo un gran movimiento político social y jurídico hasta que fue saneado, y hoy todavía en plena agonía estudiantil, presumen de conseguir el apoyo gubernamental para realizar su ciudad deportiva con dinero de todos los contribuyentes. Seguro que de haber recibido a lo largo de su trayectoria más apoyo por parte de los políticos, el Universidad nos hubiera aportado numerosas satisfacciones a todos los grancanarios. También he percibido, con la experiencia, que incluso la sociedad canaria ha tenido reservas respecto al apoyo brindado al equipo, colocándolo siempre en una situación de inferioridad respecto a la UD sin dar apenas oportunidades para su desarrollo y para demostrar su valía.

Por último, sólo me queda hacer mención a todos aquellos componentes del conjunto universitario que, involucrándose y ofreciendo su trabajo, su dedicación y sobre todo su orgullo y cariño, para conseguir que su proyecto en común llegara a buen puerto, consiguieron hacer del equipo lo que llegó a ser. A todos esos administrativos, fisioterapeutas, preparadores físicos, canteranos, y en general, todos los que colaboraron directamente con el equipo y que son, hoy día, los más dolidos y a los que más perjudica la nefasta noticia, sólo puedo agradecer el esfuerzo empleado hasta hoy en el intento por salvar y levantar éste equipo, que siempre llevaré en el corazón.