Un artesano al servicio de los gladiadores de Pozo Izquierdo. Monty Spindler, diseñador de velas de la firma Loft Sails de windsurf, ha cerrado un acuerdo de colaboración con la empresa Cutre Windsurf Centre. Un binomio de acero que ofrece a los regatistas la mejor materia prima para tomar el infierno.

Spindler, que reside en Tarifa, lleva más de treinta años diseñando velas de competición. Un producto de éxito exige equilibrio con el medio. "Mástil, botavara y vela conforman un elemento vivo. Debe imitar a la naturaleza y mi ilusión es mostrar la unión entre hombre, pez y pájaro", detalla el ingeniero.

La consigna es asistir a regatistas anónimos y democratizar la práctica del windusrf en Pozo Izquierdo. El precio medio de una vela ronda los 300 euros. "Las usadas son más baratas", argumenta el costurero del viento que trabaja para la estrella mundial Ben Var Der Steen.

El vínculo del sastre de Philadelphia (Estados Unidos) con Gran Canaria reside en la admiración que siente por la meca del viento. "Pozo Izquierdo es uno de los parajes con más mística del planeta. Y aquí, con Cutre Windsurf Centre y Loft Sails, se inicia un relación profesio-nal de futuro para desarrollar velas (...). Es una oportunidad muy importante para mi mar- ca y por las condiciones. Hay mucho viento y el producto debe ser muy resistente. Los mástiles y botavaras exigen un material muy reforzado. En condiciones muy radicales tienes que hacer velas radicales".

Cuestionado por si un campeón necesita un diseñador de prestigio, Spindler revela que "las figuras cuentan con los mejores equipos y no precisan diseños; los prueban. A mí me encanta probar mis diseños; es la mejor parte de mi trabajo".

Spindler fue una figura de la vela. A los seis años, comenzó su carrera en competiciones de Optimist. Participó en el Mundial de Brasil (1977) y un año después descubrió su pasión por el diseño. Junto a su inseparable máquina de coser, comenzaba a definir su mito.

Miembro del equipo olímpico de Vela de Estados Unidos, en 1980 dio con la fórmula del éxito. Simpleza y constancia.

La estrella de la vela se dedicó al windsurf. Trabajó para Pride, Norte y Fanático para agrandar su mito. Con un bagaje profesional de alta escuela, elogia a las joyas de Pozo como las campeonas del mundo Daida e Iballa Ruano. "Son buenas por las condiciones que hay en esta playa".

De Pozo Izquierdo a Hawái. Spindler equipara las prestaciones de la meca amarilla con el símbolo mundial del windsurf. "He trabajado durante muchos años en Hawái, pero ahora mi casa está en Tarifa. Allí está mi taller y básicamente un día normal en mi vida consiste en navegar mucho. Me gusta probar diferentes velas, mástiles y explorar el mundo de los diseños".

Ventas y consejos

La recesión mundial y la crisis económica que asola España también afectan al costurero del viento. "Por supuesto que llega, ahora todo es más tranquilo. Las ventas de velas se resienten y disminuyen. Pero yo me planteo este deporte como un lujo, porque es mi pasión. Las cifras indican que pasamos un delicado 2010 pero para el próximo año habrá un crecimiento. Y en gran parte se debe a la existencia de empresas como Cutre", determina.

A la hora de enumerar las condiciones que exige ser un diseñador de fama mundial, el norteamericano afincado en Tarifa insiste en "navegar mucho". Y en segundo lugar, "contar con mucha paciencia". En tercer lugar, "contar con un sitio para trabajar con las velas y la máquina de coser. Pero sobre todo dedicación. No me aburro con el viento; cada vez que salgo a navegar me emociono".

Emblema de prestigio con Loft Sails, Spindler ha sido el mentor y padrino de una importante cuna de diseñadores como Roland Luehrs, Jasper Sanders o Robert Stroj.

Pero el costurero advierte que con sus velas no se ha hecho millonario. "Hago mi trabajo de desarrollar velas por pasión por el viento y no por el dinero. Si quieres ganar dinero te metes a abogado", finaliza.

Cutre Windsurf Centre ya tiene en su agenda al Messi de las velas. Ayer, ofreció una charla a las promesas del windsurf en un restaurante de Pozo. La meca más salvaje ya tiene al costurero de las estrellas.