En el reino de Kobe Bryant, con LeBron James, Kevin Durant y Derrick Rose enzarzados en una carrera salvaje y feroz por asaltar el trono que antes ocuparon leyendas como Bill Russell, Magic Johnson, Larry Bird o Michael Jordan, nadie debería perder la pista a un mormón, que no alcanza los 190 centímetros de altura y que responde al nombre de Jimmer Fredette.

Es -pese a su corta estatura- escolta, se presenta en la NBA tras destacar en la NCAA en un centro tan secundario como la Universidad Brigham Young, jugará para los Kings de Sacramento, una franquicia alejada, desde hace unos cuantos, del ruido mediático y mercadotécnico de la competición estadounidense, y es una anotador compulsivo, voraz.

Jimmer Fredette no volará como Kobe Bryant, pero probablemente tomará decisiones más correctas que el escolta de los Lakers. Jimmer Fredette no tendrá tantos recursos ofensivos como Kevin Durant, pero cruzará por pasillos repletos de bloqueos con más tino que el alero de los Thunder. Jimmer Fredette, tal vez, no anotará tanto, ni lucirá tanto, ni fardará tanto como LeBron James, pero entenderá mejor el juego que el alero de los Heat.

Con la irrupción de Jimmer Fredette, elegido en el número del 10 del último draft tras promediar 28.9 puntos por encuentro en su último curso en la NCAA, la NBA recupera un poco de la esencia del baloncesto más honesto, menos artificial. "Probablemente es el mejor anotador del país". Palabra de Barack Obama.