No era un partido más. Aquel 4 de agosto del año 1996 en el que el talento yugoslavo puso contra las cuerdas, durante tres cuartos, al poderoso Dream Team americano en la final de Atlanta, cuenta la leyenda que Charles el gordo Barkley aprendió de Miguelo Betancor las anchuras del arbitraje canario.

"Tú qué eres, ¿serbio?", le espetó el célebre jugador de Alabama, a caballo, por entonces, entre los Phoenix Suns y Houston Rockets. "No, yo soy canario", respondió Miguelo, el único colegiado español en dirigir una final olímpica. "Y, ¿qué es eso de canario? Porque a mí eso me da igual", continuó fanfarrón un jugador conocido por sus batallas con los referees. "Entonces le tuve que pitar una falta técnica", revive, años después, Miguelo Betancor, protagonista involuntario de aquel episodio que ahora recuerda como ejemplo de que la escuela insular nunca mira, por importante que sea, el nombre del infractor.

"Primero fui educado y creo que cumplí con él en la función de profesor de geografía para después aplicar correctamente la teoría del árbitro". Mientras, Juan Carlos Arteaga, a su lado, sonríe y asegura: "Yo veía una protesta evidente y conociendo a mi amigo con el silbato ya sabía lo que venía después".

Ese día Barkley conoció el carácter del arbitraje canario, del cual Betancor y Arteaga son sus más célebres representantes. "Nuestra escuela ha marcado un estilo a nivel internacional", afirma orgulloso Miguelo, que destaca los valores del respeto y la responsabilidad, antes de enumerar cómo en las principales eventos de FIBA Europa, en cuyo estamento ejerce las funciones de director de proyectos, le siguen preguntando por nombres tan prestigiosos como el de Pedro Hernández Cabrera, Jesús Arencibia, de su compañero Arteaga y, últimamente, de los nuevos valores como Francisco Araña o Miguel Ángel Pérez-Niz; el relevo. "Nadie trabaja como se hace aquí", explica Arteaga, sobre el colegio de árbitros de Gran Canaria, del que ambos cuentan orgulloso que fue el primero en Europa en introducir la figura del tercer colegiado y el primero en España en organizar campus y traer referentes americanos del silbato como a Tommy Núñez. "A nivel internacional pertenecer a esta escuela tiene un gran aceptación y conlleva una gran responsabilidad", añade Miguelo.

Atlanta 96 y Pekín 2008 marcaron un hito en el olimpismo canario. Miguelo Betancor y Juan Carlos Arteaga cumplieron en las mismas el sueño de una trayectoria deportiva que se inició en las canchas de Gran Canaria y terminó en la cúspide bajo los valores que estableció el barón Pierre de Coubertin. "Es llegar a lo más alto y una alegría a nivel personal", declara Arteaga antes de señalar, "pero además es un mérito de la sociedad deportiva en la que me he criado".

Espíritu Olímpico

Los Juegos Olímpicos tienen un sabor único, es un hervidero de culturas, de idiomas y de escuelas distintas del deporte de la canasta. Pero en este ambiente existe un lenguaje común que enriquece profesionalmente, admiten ambos. "Después es un torneo complicado", advierte Betancor, que recuerda el potencial balcánico, el lituano y, entre todos al brasileño Oscar Schmidt. "A mí me tocó pitar la final pero yo siempre me quedo con el recorrido". Juan Carlos Arteaga se tuvo que conformar con dirigir el partido por el quinto puesto por el éxito de la selección española de Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, que disputó la final contra EE UU. "Mi recuerdo preferido es ver esa final que considero uno de los partidos olímpicos más bonitos que se han podido ver. Lo disfruté en primera fila, sin el uniforme, y siempre diré que primero está el equipo. Yo llegué hasta donde me permitieron", reconoce éste.

Arteaga cuenta con muchas opciones de repetir la experiencia de China en Londres este verano, donde espera quitarse el regusto amargo que le dejó el último tramo de la competición al coincidir con el drama del fatídico accidente de Spanair. "Es algo que tengo grabado. Volvía de algo que era bonito para mí y me encontré con la tristeza de gente de mi tierra. Para mí fue muy fuerte regresar a Gran Canaria con féretros y con familiares de las víctimas, me quedé impresionado", recuerda, antes de señalar: "Ahora me gustaría repetir para que todo se quede en cosas buenas". Mientras, Miguelo Betancor sentencia: "En la FIBA Europa, Juan Carlos está en la élite por no decir que es el mejor, que por mi parte quedaría feo".