Filosofía Mad Max. Héroes del asfalto. El CD Residencial Cruz de Piedra, que ocupa la última plaza de la Regional Preferente de la provincia de Las Palmas, completó el pasado fin de semana un viaje accidentado que dignifica su amor por el escudo. La consigna era sumar los tres puntos y el desafío caminar los 20 kilómetros del aeropuerto de Guacimeta de Lanzarote hacia el estadio de Los Molinos (Teguise).

Con sólo doce jugadores (uno de ellos se desplazó lesionado y jugó el último minuto), el Cruz de Piedra afrontó la visita al Teguise como el duelo más importante de su historia. Las arcas del club, tras la pérdida de su principal patrocinador, no podían costear el transporte del aeropuerto al recinto deportivo. Tras aterrizar a las 13.30 horas del pasado sábado en la isla de las volcanes, la plantilla se puso el mono de trabajo e inició la aventura hacia Los Molinos.

Jonay Navarro, interior de 19 años y que afronta su primera campaña en el plantel, desvela las fatalidades de la aventura que acabó en victoria (1-2). "Eran las 14.00 horas y tuvimos que empezar a caminar. El partido era a las 17.30 y no podíamos retrasarnos. Hacía mucho calor", detalla.

El habilidoso jugador portaba en su mochila un bocadillo de jamón serrano y un refresco. "Teníamos que llegar como fuese; caminando, corriendo o volando. No podíamos fallar a nuestro barrio, nuestra gente y este escudo", concreta desde la sede de la entidad -una antigua pescadería- en el corazón del Polígono Cruz de Piedra.

Una ayuda del cielo

Yeray Álamo Santana es el alma del equipo. Referencia en los despachos y líder sobre el césped. Apodado Yeyi, el espigado futbolista desnuda la odisea tras pisar Lanzarote. "Tuvimos que sacar tres pasajes el mismo día para poder llegar a doce. Les dije que caminar formaba parte del calentamiento. Fue de película", confiesa.

Una llamada de teléfono alivió la pesadilla. "Cuando habíamos completado casi diez kilómetros, me llamó José Ignacio (padre del jugador Nelson). Éste residía en Lanzarote y pudo alquilar un vehículo Cherokee. Hizo dos viajes para llevar al estadio a la mitad del equipo pero faltaba el resto. Se acercaba la hora del encuentro y estábamos perdidos. Tuvo un problema mecánico y entonces apareció una ayuda anónima. Fue un ángel salvador", relata.

Una vecina de Teguise se apiadó del resto de la convocatoria que agonizaba en el asfalto y los trasladó a Los Molinos en su Opel Corsa azul. La expedición llegó a las 17.15 al recinto deportivo. La hora exacta para calentar e iniciar el partido más importante de su historia. Sólo valía ganar. Y lo hicieron.

Yeray Andueza Santana, conocido como el Pájaro, encadena su 13ª temporada en el club verdiblanco. Mimbre de talento, apela al espíritu de superación. "Es nuestro primer año en la Regional Preferente y pelearemos hasta el último minuto. El próximo desplazamiento será a Puerto del Rosario para medirnos al Unión Puerto [el 17 de marzo] y tenemos pensado ir en barco. Por el barrio me dejo el alma".

El CD Cruz de Piedra está en racha. Ha ganado tres partidos en las últimas cuatro jornadas. Ahora afronta dos encuentros consecutivos en su feudo -juega en el campo del barrio del Pilar- ante Arguineguín y Ferreras.

La salvación respira a quince puntos y restan treinta. Necesitan un milagro. El mismo que les trasladó hasta Los Molinos.

"Somos el equipo más pobre de España pero contamos con un corazón gigante (...) Aquel Opel Corsa azul evitó que nos sancionasen porque no hubiésemos llegado a tiempo. La crisis no ha podido con el Cruz de Piedra; somos invencibles", exclama Pedro Cáceres González, uno de los fundadores.

La sede, una antigua pescadería, es el nido de una cantera con dos equipos de base -un benjamín y un alevín- y otro de fútbol veterano. El sentimiento verdiblanco sobrevive en un momento crítico. "Esperamos una llamada o un mensaje de ánimo de las autoridades; nos desangramos", finaliza el fundador.

Tres puntos y 800 euros (pasajes de avión y víveres). El peregrinaje a Los Molinos ya respira como la mayor gesta en la historia del modesto verde.