Impresionante fue, hace 50 años, porque así lo cuentan las crónicas de entonces, la trayectoria de aquella selección compuesta por 21 jugadores que quedaron bautizados para la posteridad como los diablillos amarillos. Impresionante fue, también, el recibimiento de la sociedad grancanaria a sus campeones al retorno de Murcia, con una gran caravana de coches desde el aeropuerto hasta la capital grancanaria. E impresionante fue comprobar cómo, después de tanto tiempo, ayer volvían a reunirse como si fueran una auténtica familia. Una gran familia.

Porque eso es lo que conformaron los diablillos amarillos: una gran familia. Allí, delante del recinto donde cosecharon sus mayores éxitos, el Estadio Insular, se fundieron en un fuerte abrazo, para algunos el primero en más de una década.

Cariño a raudales

Pero ello no fue óbice para que, aún cuando hacía años que no se veían, destilaran cariño a raudales los unos por los otros y los otros por los unos. Todos por igual. "Porque jugaban once, pero entre nosotros no había ni titulares ni suplentes. Éramos todos amigos, todos hermanos. Éramos y somos una gran familia, aunque nos falten algunos", señalaba su capitán, Pedro Lasso, y así lo corroboraban asintiendo con la cabeza Megido, Mujica, Cachicha o Manolo Martín.

Todos preguntaban por todos, aunque algunos no se reconocieron de entrada. Faltaron los dos porteros, Santiago y Pedro, ya fallecidos. Y por diversas razones faltaron también a la cita Mamé León y Gustavo -ambos de viaje fuera de la isla de Gran Canaria-; Pepillo, por razones familiares; Cipriano, por razones laborales; y Ramírez Ortiz, al que no se pudo localizar para la ocasión. De resto acudieron todos, incluido Carmelo García, más popularmente conocido por todos como Cachicha.

La cita era a las 11.30 horas, pero Manuel Pérez, futbolísticamente conocido como Lolín, ya merodeaba por las inmediaciones del viejo recinto de Ciudad Jardín desde mucho antes. Y de a poco se fueron acercando los demás: Manolo Blanco -que junto a Lolín se decidió a adentrarse en el recinto y salir asombrados: "¡hay que ver lo que era y en lo que se ha convertido el Estadio. Qué pena!", decían-, Paco Castellano y Oramas, que llegan juntos; Mujica y Antonio Juan, quienes también llegan juntos desde Arucas, donde residen.

Hay algunos nervios, porque no quieren fallar. Echan en falta a algunos y llega el maestro, Germán Dévora. Nuevos abrazos y besos con los presentes. Se acercan, por tres frentes diferentes, Lasso, Óscar y Megido. Entonces comienzan las bromas, "porque Megido, León y Cachicha eran los bromistas", dice Lasso, quien añade, "aunque Óscar no se quedaba atrás", y todos echan unas risas mientras el espigado medio -que luego fuera jugador de la UD y del Castellón-, da y recibe algunas bromas a tenor de un serio accidente que sufrió recientemente con su bicicleta y por el que luce una incipiente barba de la que todos le tiran con cariño y del que ya se encuentra prácticamente repuesto.

Su Majestad, Cachicha

Falta Martín. Y Castellano que, teléfono móvil en ristre, se interesa por saber dónde está: "¡Qué pasa, pibe, ¿dónde estás?!", y por respuesta recibe: ¡Llegando! Y llega el interior. Se baja del coche y, como si fuera el chófer de una autoridad, se va a la puerta del pasajero y la abre. Todos expectantes, risas y aparece la figura espigada de un fortachón con pelo largo y blanco. Más risas: "¡Su Majestad, Cachicha!". Y entre más risas y abrazos, muchos abrazos, va reconociendo a los compañeros. "¡A más de uno hace casi veinticinco o treinta años que no lo veo!".

Y una recomendación: "No te le acerques mucho, que habla por los codos y hasta debajo del agua". Nuevas risas y de nuevo la imaginación a volar y los recuerdos a florecer.

"¡Oye, de los que iban a venir falta uno!", dice Castellano y, de nuevo móvil en mano, llamada a Samper. "¡Rubio, ¿dónde estás?! En el Gran Canaria. Pero si era aquí abajo. Venga, te esperamos... Ya viene de camino". Y poco después llega Samper. Nuevos abrazos y más anécdotas. Samper y Pepillo fueron los dos descartados por Molowny tras la eliminatoria con Tenerife, por lo que no siguieron adelante. Pese a ello, son parte importante de la gran familia de los diablillos amarillos, porque, como vuelve a reiterar Cachicha, "somos como hermanos. Ni había titulares, ni había suplentes. Todos amigos, todos a uno, para el éxito y para el fracaso".... Un fracaso que, evidentemente, no conocieron.

Reconocimiento a Santiago

De vuelta a 1962. "¡¡¡Cómo jugó Santiago en Sevilla. Él nos salvó allí. Gracias a él sólo perdimos 1-0 tras cuatro días de lluvia en la capital hispalense!!!", recuerda Germán -el máximo goleador de aquella selección al marcar ocho de los diecinueve goles que marcaron los amarillos; Lolín anotó cinco; Oramas, tres; León, Lasso y Óscar, uno cada uno-, y evocación para el partido de vuelta frente a la Andaluza.

"¡Chacho, estaba el Estadio lleno a reventar!", dice el aruquense Mujica -que junto a Samper ya había formado parte de la selección del año anterior, en la que también estuvieron los recordados y desaparecidos Tonono y Guedes-, y Oramas añade que: "¡Menos mal, maestro, que marcaste los dos goles. Nos metieron en la final!".

Y vuelta a 2012. Todos se interesan por las familias. Por las esposas, los hijos mientras caminan rodeando el Insular para recoger algunas instantáneas.

Ninguno quiere, en su subconsciente, entrelazar la actual imagen desagradable en la que se ha convertido el recinto de Ciudad Jardín con la de aquel estadio donde vivieron su sueño más dorado. Fotos de rigor y de nuevo en 1962. "¡Hay que ver cómo jugaban algunos de estos. Yo era el malo", dice Martín entre risas.

Y vuelta a 2012, pues comienzan las despedidas mientras Samper insiste en tomarse juntos un café y seguir recordando, de forma que allá que se van a Hermanos Rogelio unos cuantos. Se van los de Arucas y Germán.

Quedan emplazados para hoy, en el acto institucional de la Federación de Fútbol que se desarrollará en el Real Club Náutico, pero se resisten a dejar de emitir la película de su heroica hazaña en el interior de sus retinas y en el fondo de sus recuerdos.

"¡Vaya golazo marcaste en Murcia, Juanito!", le dice Megido a Oramas cuando ya se iba, y aquel que le contesta: "¡Sólo el de la tranquilidad!", y sigue hablando con Martín del desplazamiento a Tenerife: "Era titular en los entrenamientos y allí Molowny no me puso. Pero yo luché por jugar y acabé como titular en los demás partidos".

Y ya de regreso a definitivamente a 2012, atrás quedan cincuenta años de vivencias, de fútbol, de diablillos amarillos, pero, por encima de todo, "son cincuenta años de amistad. Éramos y somos amigos. Ése fue el secreto de nuestro éxito", había sentenciado Germán minutos antes.