Sol de media tarde sobre Chapín. Gente en manga corta. Botas de fino, de vino de Jerez. Conversaciones distendidas en la grada y el terreno de juego. Nadie hubiera dicho que los contendientes transitaban por la 34ª jornada del campeonato de Segunda con una ventana de opciones aún por determinar, con puntos trascendentes en juego para poder materializar las fantasías más atrevidas. No hubo nervios, ni tensión, casi ni protestas cuando expulsaron a Ruymán. Fue una balsa de aceite.

La única idea clara que se pudo extraer después de noventa y tantos minutos de este Xerez-Las Palmas es que el torneo es demasiado largo para equipos que se olvidan su ambición en el vestuario y anuncian solo "de boquilla" un porvenir atractivo para todos. El verano está a la vuelta de la esquina y con la llegada de la estación calurosa también vienen los bolos. Ayer, si no lo fue, lo pareció. Nadie quiere pensar que el espectáculo de ayer se multiplique por ocho, las jornadas que quedan para el final del campeonato. Las cuentas de Juan Manuel, la exigencia de ganar seis partidos se complica.

La Unión Deportiva puede abrir su inventario de excusas para justificar el resultado. El 2-0 es una derrota fea, aunque puede hablar de la expulsión de Ruymán Hernández, quizá producida de manera algo rigurosa. Puede hablar también de las ausencias, el calor, el césped o el viaje. Puede estar hablando una semana o un mes pero nada de lo que diga será en tomado en serio después de tirar un par de veces a puerta durante todo el partido, después de verlas venir todo el rato. Los amarillos, que caminaron sin alma por el estadio de Chapín, se dejaron llevar por la tarde soleada. Se acomodaron en su tumbona, con su colchón de 14 puntos con respecto a la zona de descenso, y se echaron a dormitar.

El letargo llegó también al banquillo que apenas supo reaccionar antes las adversidades. Juan Manuel pareció despertar en el minuto 79, hizo un cambio a la americana con tres hombres nuevos, pero la historia estaba tan cruda, tan enquistada, que ya no hubo manera de levantarla.

El gol en propia puerta de Diego Herner, después de una jugada sutil de José Mari, que se deshizo de Pignol con un amago, empezó a demoler la ilusión de un conjunto que se advirtió como superior sin demostrarlo sobre el terreno de juego. El segundo tanto de Mendoza, en el minuto 70, fulminó un compromiso que dio verdadera pena. En esta competición negativa por hacerlo peor en la tarde luminosa de Jerez, Las Palmas se llevó todos los números.

Repetido

El partido de ayer en Chapín ha sido el encuentro mil veces repetido de esta Unión Deportiva en el campeonato. Sin atención en defensa, sin mordiente en ataque, los amarillos igualaron la actuación de duelos como el de Huesca, Alcorcón, Cartagena o Alcoyano. Volvió de manera abrupta esa versión rancia del conjunto que echa tanto de menos a Jonathan Viera, que sin el habilidoso mediapunta parece que nada potable puede ocurrir en el rectángulo verde.

La semana anterior, frente al Recreativo de Huelva, la UD empezó a mostrar síntomas de conformismo en este campeonato de Liga. Los mismos signos se repitieron ayer. Se trata de una mezcla de cansancio y dejadez. Con la permanencia en el bolsillo, la pereza por el vértigo ha podido con un plantilla que parece contar los días.