Hace poco más de una semana, justo antes de recibir al Blancos de Rueda Valladolid en una de las finales que ha encarado el Granca en los últimos meses, Pedro Martínez recuperó Si, un poema de Rudyard Kipling -originalmente If-, para motivar a sus jugadores, a sus compañeros del cuerpo técnico, a todos los empleados del club y a la afición que sufre y disfruta con cada victoria y por cada desventura del equipo claretiano en la ACB.

Uno de los versos de Si, tallado como una leyenda casi sagrada en una pared antes de que los tenistas accedan a la pista central del All England Club -donde se juega el Torneo de Wimbledon-, ha marcado el paso, siempre en el filo, siempre en el alambre, del Gran Canaria 2014 durante las últimas semanas. Esa estrofa reza de Kipling así: "Si te encuentras con el triunfo y la derrota y a estos dos impostores los tratas de igual forma". Y de esa forma, con valentía y coraje, los jugadores de Pedro Martínez han afrontado un tramo final de curso que ha exigido el máximo, tanto a nivel deportivo como mental, a una plantilla bisoña y a veces inmadura.

Sin aquel triunfo agónico ante el Blancos de Rueda Valladolid (64-59), el Gran Canaria 2014 -probablemente- no sería equipo de la Liga Endesa la próxima campaña. Aquella victoria marcó el camino de un grupo que no se dejó comer la tostada jamás, ni siquiera tras encajar golpes tremendos ante rivales directos como el UCAM Murcia, Asefa Estudiantes o Blusens.

Sin margen para el error, con un CAI Zaragoza metido de lleno aún en la pelea por colarse en el playoff, todo el Granca dio un paso al frente para ganar y para asegurar la permanencia, un asunto enrevesado más de la cuenta tras las victorias de UCAM Murcia, Blusens Monbus y Asefa Estudiantes durante las últimas 24 horas.

El conjunto claretiano alcanzó el triunfo (72-62), de entrada, por actitud. Y así, empeñados en ganar por lo civil o por lo criminal, anoche todos los jugadores del equipo amarillo fueron más altos, más fuertes y más decisivos que cualquier rival. Cada rebote, en la brega, fue una posesión más para el Gran Canaria 2014. Cada ataque que se consumía tras 24 segundos de juego se resolvía con más acierto del habitual. Y cada jugada se afrontó como la última, como la vía de escape hacia la salvación.

Ni siquiera el talento descomunal de Rafael Hettsheimeir, aupado sobre sus 208 centímetros de altura, ni el descaro de Carlos Cabezas -verdugo en el playoff por el título de 2009- achicaron a un Granca decidido, fuerte y bravo. Ayer nadie se escondió y todos, al son impuesto por Sitapha Savané y que heredó de una tradición de capitanes como Gonzalo Martínez, Jason Klein, Marcus Norris, Roberto Guerra o Jim Moran, honraron una camiseta que la próxima campaña lucirá en los parqués de la ACB.

Lejos de la gloria habitual de los últimos ejercicios, muy por debajo de los focos del éxito que alumbran las eliminatorias por el título de la Liga Endesa, las fases finales de la Copa o las competiciones europeas, la plantilla del Granca 2014 modeló ayer a un grupo de hombres.

Y es que ya lo decía Rudyard Kipling. "Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones, para seguir adelante mucho después de haberlos perdido (...) tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más: serás un hombre, hijo mío".