Sesenta segundos de infarto en el partenón de David Silva. El bar Apolo XI, en la céntrica plaza de los Poetas de Arguineguín, fue ayer un ciclón de emociones. Decenas de vecinos siguieron al detalle la última jornada de la Premier League desde el monitor. Aliento de gofio para la maquinaria de Silva. En esa montaña rusa de sentimientos, el champán pasó de la nevera a la mesa [cuando Zabaleta dibujó el 1-0 al Queens Park Rangers] y de la mesa a la nevera [tras los dos tantos de Cissé y Mackie, que firmaron el 1-2]. Un viaje de ida y vuelta que se remachó con un último fotograma de ensueño. El final perfecto para la corona del Chino.

Listos para rendir tributo a su paisano, campeón de la Eurocopa de Austria y Viena (2008) y emperador en el Mundial de Sudáfrica (2010) con la selección española, el Apolo XI es un mosaico de sillas de playa. El aforo se completa en un plazo récord. En la calle, más de 35 grados. Hay toneladas de paella y arranca el recital del músculo. El estadio de Manchester tiene acento canario. Pedro Artiles, amigo de David Silva, manda mensajes a Leivi, que forma parte del séquito del jugador del City y que presencia el partido en el palco privado del jugador en el recinto del bloque de Mancini.

"Me dice que es un lujo y que la fiesta será impresionante", apunta Artiles. A los cuarenta minutos, Zabaleta eleva al electrónico el 1-0. Primera llamada al champán. Ocasión propicia para el desenfreno en el kilómetro cero de Arguineguín, cuna futbolística de Silva, Juan Carlos Valerón y Aythami.

El segundo acto fue una película de terror. Los casi cien fieles de la doctrina de Silva se quedaron helados con el tanto de Cissé. "Eso pasa por sacar el champán antes de tiempo; si es que esta tierra está llena de gafes", bromea el propietario del establecimiento sureño.

Liturgia por el icono

El 1-2 inunda de pesimismo el Apolo XI. "Es el fin", apunta Toni Torres, vecino de Arguineguín y jugador del CD Maspalomas. En el instante más crítico, José Galván se aferra a una copia de la Copa del Mundo que espera junto al plato de pulpo.

La remontada, en un plazo récord, provoca el delirio. Gritos de "Silva, el mejor" y suena el "pío-pío". Cantos celestiales en un planeta que se da un baño de gloria y champán. La misma rutina cuando el Chino se coronó como campeón de Europa en Viena y del Mundo en Sudáfrica.

La entrañable Antonia Montesdeoca, la tirajanera y abuela de Silva, presenció el partido desde la casa familiar, a unos metros del local. Para ella fue una cálida ovación de los fanáticos del Chino. "La familia de Silva es un ejemplo para todos; su pundonor y entrega nos llena de orgullo. Es la primera Premier y toca celebrarlo. Esta semana ya estará con nosotros y le brindaremos un merecido homenaje", finaliza José Galván.