La historia de los Juegos modernos la han escrito a lo largo de sus casi 116 años de vida muchos hombres y mujeres que, con su esfuerzo y gestas, han elevado a sus más altas cotas el espíritu olímpico del Barón de Coubertin. Los nombres más recordados, sin embargo, siempre serán los de los pioneros, los primeros que lo consiguieron.

Desde el griego Coroebus de Elis, el primer campeón olímpico de la antigüedad del que se tiene constancia -ganó en el año 776 antes de Cristo la prueba de estadio, una carrera de 192 metros aproximadamente- hasta el estadounidense James Connolly, el primer campeón olímpico moderno.

El norteamericano representa la típica historia de la de un hombre hecho a sí mismo. Miembro de una modesta familia de origen irlandés fue admitido en Harvard, pero en 1896 este prestigioso centro no aceptó su solicitud para acudir a Atenas, donde iban a celebrarse los primeros Juegos Olímpicos, por lo que decidió presentar su dimisión y costearse por su cuenta el billete a la capital griega.

El viaje fue accidentado, pues nada más poner pie en terreno europeo fue asaltado y le robaron el pasaje a Atenas. Finalmente pudo recuperarlo tras perseguir al ladrón y llegó con el tiempo justo para competir en la prueba inaugural del primer día, el triple salto. Con sus 13,71 metros fue el mejor de la final, lo que le valió la medalla de plata -curiosamente, las de oro no se implantaron hasta Saint Louis 1904-.

Las mujeres no accedieron a los Juegos hasta cuatro años más tarde, en París 1900. Allí, una de las mejores tenistas británicas de todos los tiempos se alzó con el honor de ser la primera campeona olímpica en categoría femenina. Charlotte Cooper, conocida por su longevidad depor- tiva -aún hoy tiene el récord de ser la mujer que levantó el título de Wimbledon con mayor edad, con 37 años-, consiguió el oro en la prueba individual a la que sumó otra presea dorada en el dobles mixto con su compañero Reginald Doherty.

También en la capital francesa llegó la primera medalla de oro para España, en la disciplina de pelota vasca. Fue la única ocasión en la que este deporte se incluyó en el programa olímpico. Se jugó la modalidad de cesta punta y participaron dos parejas. De ellas, los mejores fue- ron los españoles José de Amé- zola y Francisco Villota.

El primer olímpico canario fue Manuel Guerra -de la provincia de Las Palmas- en natación y en Londres 1948.