¿Cómo se siente uno cuando es campeón del mundo?

Ahora mismo estoy en un estado pleno de felicidad. Todos nos miramos y nadie se lo cree aún. No podemos asumir lo que hemos conseguido en la final. Además en casa, con la gente volcada, el Palau Sant Jordi lleno a rebosar. Ha ido todo genial, más no se puede pedir para este día.

¿Esperaba un desenlace de este tipo en la final?

Preveíamos todo lo contrario a lo que hemos visto frente a Dinamarca. Habíamos planteado un partido igualado, que se podría resolver en los minutos finales. En las charlas del entrenador hablamos sobre las posibilidades al final del partido, que tendríamos nuestras opciones, pero nunca de la manera que se ha dado. Ha sido el partido perfecto, la final.

¿Cuándo comenzó a vislumbrar que el oro no se iba a escapar de las manos?

Cuando cogimos un renta de siete goles, ya empezaba a pensar que no se nos escaparía. Nos salió todo y a ellos no les salió nada. Cada táctica que poníamos en práctica nos salió mejor que la anterior y así, poco a poco, les comimos la moral. Se terminaron rompiendo y al final llegó esa renta de 16 goles. Luego ha aparecido Sterbik que lo ha parado todo y hemos estado muy tranquilos en ataque, y ha sido la final soñada, no esperábamos ganar con tanta solvencia. En este equipo nadie se siente suplente y todos van a 1000 por hora en cada instante del partido. Se ha visto desde el primer al último día del torneo en España.

Cuesta explicar que esta Dinamarca es un rival temible.

En los vídeos que hemos visto durante los últimos días daban la sensación de que habían vencido en todos los partidos con facilidad. La impresión que nos daban es que no habían tenido ningún partido complicado, que habían ganado todo con una facilidad que nos dejaba realmente sorprendidos y algo preocupados. Nosotros salimos a jugar y disfrutar del espectáculo. Estar en la final ya era un premio increíble. Nos propusimos pasarlo bien en este escenario, disfrutar del balonmano con la gente y hacer lo que sabíamos y punto. Al final, como todo el mundo ha visto, ha salido todo a la perfección y estamos más que satisfechos.

¿Esperaba tener un papel más determinante en el partido?

Igual contaba jugar con más minutos en la final. Joan Canellas hizo un gran partido y estaba saliendo todo bien, lo normal es que siguiera. Después tuve mis minutos en la final donde pude hacer un gol y dar una asistencia. Entiendo la decisión del entrenador, las cosas estaban saliendo bien en ataque. En general, estoy contento porque jugar y ganar una final de un Mundial. Esto solo suele pasar una vez en la vida. Ahora no nos lo creemos. Todavía no.

Después de las dificultades que han debido asumir antes y durante el campeonato, ¿la selección debe estar en un nube?

No, no lo podemos asumir aún. Era una final, todos salimos convencidos de que teníamos nuestras opciones. Pero sabíamos que nos enfrentábamos a Dinamarca, un equipo con estrellas de primer nivel mundial. Sabíamos que era complicadísimo por cómo estaban jugando y ganar de 16 goles como lo hicimos es una barbaridad. Ni en los mejores sueños pensaba que se podría dar.

Y en la celebración se le ha visto con la bandera de Canarias. Ha sido un guiño a las Islas.

Siempre tengo una referencia con Canarias y con Gran Canaria. Es mi tierra, de donde salí, donde aprendí todo, donde vive mi familia. Esta es una oportunidad de agradecer a toda aquella gente que me ha ayudado, en general, a todo el balonmano canario. Una parte del triunfo va para ellos.

¿Qué beneficios puede traer este título al balonmano en el Archipiélago?

Ojalá esta medalla de oro sirva de revulsivo. Me gustaría que salieran más clubes, que salieran jugadores de la cantera, que lo practicaran más los niños. Y por qué no en un futuro no demasiado lejano tener un equipo de balonmano en las Islas. Eso sería un sueño y si esta medalla puede propiciar que mañana un niño se ponga a jugar al balonmano en una cancha sería todo un orgullo para mí.