Veterano periodista, usted vivió el nacimiento de la UD y al poco ya escribía crónicas de ella... ¿Cómo lo recuerda?

La verdad es que yo era marinista recalcitrante, porque mi padre, que llegó a ser directivo y vicepresidente, también lo era. Tanto él como yo éramos muy aficionados al fútbol. Sin embargo, como niño, no entendí nunca cómo subía la UD Las Palmas y no el Marino, que era el que había ganado en el campo, y eso me recomía y me hacía ser reticente con los amarillos. Pero con el paso de los años entendí perfectamente la trampa de Carmelo Campos y ya entonces inicié mi fervor y pasión como seguidor de la UD Las Palmas.

¿Es socio?

A partir de ese momento fui total y absolutamente seguidor de la UD. Por mis venas corre desde entonces sangre amarilla y azul. Tras el ascenso de 1951 me hice socio, porque ya no podía entrar gratis con los mayores. El 1 de octubre me dieron mi carné con el número 14.333. Luego, tras la espantada por el descenso, me quedé con el número 5.832. Pagaba 15 pesetas.

Me dicen que usted suspira más por lo verdiblanco, que su sangre es bética...

Tendremos que matizar. Yo soy por encima de todo de la UD Las Palmas y del Marino, pero he de reconocer que es cierto que también tengo sangre verdiblanca. Soy bético desde 1945, cuando un día, jugando en el patio del colegio Corazón de María, el hermano Saturnino -que, como todos los claretianos, era bético- me dijo que era como Timimi -un jugador que fue una de las grandes figuras del fútbol canario-. Mi curiosidad me llevó a querer saber quién era ese Timimi, al que conocí con el paso de los años, y descubrí que jugaba en el Betis. Y desde entonces soy verdiblanco. Pero antes soy de la UD, que es mi primer equipo y que quiero que gane cuando se enfrenta al Betis.

¿Era entonces Timimi su ídolo de juventud?

Bueno, por él me hice bético, pero aunque yo era y soy marinista, un jugador por el que siempre sentí predilección, a pesar de jugar en el eterno rival, el Victoria, fue Pacuco Jorge, íntimo amigo de mi cuñado Perico Santana. Entre mis ídolos de esa temprana edad también estaba Cristóbal, que era portero del Marino y, por supuesto, Luis Molowny. Luego, ya en la época de inicio de la UD Las Palmas mis ídolos eran, en primer lugar, Pepín, que además lo era de toda la chiquillería de mi época y fue uno de los grandes ídolos proporcionados por el equipillo; y también la elegancia y saber estar de Juanito Beltrán.

¿Recuerda cuál fue el primer partido de fútbol que vio?

Con exactitud no recuerdo cuál fue, porque yo era un niño. Pero debió ser un partido del Marino, porque mi padre no se perdía uno. Fue en el viejo Pepe Gonçalves, porque recuerdo como si lo viviese ahora mismo que me subí a una falúa con mi padre y sus amigos para ir al fútbol, dado que entonces esa era una de la formas de ir al viejo campo isletero.

Cuente algunas de sus vivencias con la UD.

Creo que la mejor vivencia que hemos podido vivir todos los canarios es que en la historia del fútbol español no hay una tan bonita como el nacimiento de la UD Las Palmas, de la unión de cinco clubes que dieron lo mejor de todos ellos, con una renuncia total que merece un reconocimiento que debemos tratar de que perdure en la memoria de las generaciones venideras como ejemplo de sacrificio para el nacimiento de este club y, sobre todo, de este sentimiento. Pero tengo muchísimas vivencias y anécdotas en mi tintero.

Recuerde alguna otra....

La primera vivencia que recuerdo y tuve fue triste: La muerte de Antonio Vieira y su partido de homenaje. Fue bonito y emocionante ver a todos los jugadores alineados en su posición y en el puesto del volante izquierdo pusieron una corona. Luego los clásicos con el Tenerife, sobre todo aquel del empate sin goles que nos valió para ascender, porque en el Viera, donde estudiaba, nos dieron permiso para ir al ayuntamiento a aplaudir a los jugadores. Y también cuando Daniel Zariquiegui, un árbitro navarro, nos birló ser campeones de liga al no pitar un clarísimo fuera de juego de Pirri.

¿Y añora alguna etapa?

Por supuesto. La mejor época de la UD, que hasta ahora no ha sido igualada. Ahí nació mi admiración por otro genio del fútbol canario: Germán Dévora. Reconozco que sigo militando en las filas de los germanistas. No cabe duda que también añoro aquel juego y aquellos jugadores, porque ninguno podremos olvidar a hombres como Tonono y Guedes, cuyas tempranas partidas supusieron otro duro golpe para el amarillismo.

¿Y de la actual UD?

Lo que más me impresiona y no debemos perder nunca es esa chiquillería que mantiene el sentimiento por la UD y el detalle de querer fotografiarse con los jugadores todos ellos con su vestimenta amarilla y azul.

¿Es loberista?

No fallo un partido, y lo que más me entusiasma esta temporada es el haber reconquistado la unión entre afición y equipo, y no cabe duda de que Lobera ha contribuido a ello. Me recuerda a la etapa con Trujillo Febles como presidente, porque vuelve a haber unos dirigentes con fe plena en la cantera.

¿Fue un periodista crítico?

Como periodista y como locutor, porque transmití muchos de los partidos más importantes de la etapa gloriosa, fui crítico con la UD cuando debí serlo, pero siempre dentro de un orden, porque siempre consideré que no debemos tirar piedras sobre nuestro propio tejado y por eso tenía en cuenta las particulares circunstancias de este nuestro equipillo.

¿Cómo ve al actual plantel?

Es un equipazo. De la actual plantilla el jugador que más me gusta, con clase, y creo que tiene un gran futuro si sabe aprovecharlo, es Vitolo. No quiero herir a nadie, porque hay buenos jugadores. También admiro a Jeison Murillo y a Mariano Barbosa, que creo que está en el mejor momento de su etapa en la UD, salvando al equipo de derrotas seguras.

Grave traspié la derrota con el Córdoba... ¿Subirá la UD Las Palmas esta temporada?

Veo difícil, que no imposible, el ascenso directo, porque se agranda la distancia tras esos reveses. Pero soy muy optimista en cuanto al futuro inmediato y de cara a la promoción. Y en esta no debe haber ni un solo hueco libre en el Estadio de Gran Canaria, porque todos debemos ir para apoyar al equipo a muerte, como antaño se llenaba el Insular, y llevarlo en volandas para lograr el objetivo del ascenso.

¿Y cuál es su promesa si se asciende? ¿Qué tiene pensado hacer?

Yo no puedo prometer, pese a mi devoción mariana, por ejemplo, ir caminando a Teror, porque mi salud no me lo permite. Y no se me ha ocurrido absolutamente nada como promesa, pero sí haría algo que para mí es espectacular: brindaría con mi familia por el logro alcanzado.

Sangre amarilla, azul y bética

Antonio Cruz Domínguez, veterano periodista -comenzó en la profesión con tan sólo 15 años-, nació justo diez años antes de la fundación de la UD Las Palmas en la capital grancanaria (30/10/1939). Tras dirigir varias publicaciones y ser una de las voces más conocidas de la radiodifusión grancanaria, se retiró en la redacción de LA PROVINCIA/DLP. Fiel seguidor del club de Pío XII, se define como hombre "de sangre amarilla y azul", esto último por su arraigada pasión por el Marino, "como mi padre", según señala; aunque no se arruga al reconocer que también le tira "el color verdiblanco, porque los claretianos me hicieron del Betis, mi otro equipo".