Héroes de la carretera. Odisea de asfalto hacia el partenón amarillo. Ejercicio de fe inquebrantable por un escudo. De La Aldea de San Nicolás al estadio de Gran Canaria. Retrato de una fidelidad eterna. Kilómetros y curvas por un sentimiento. Un grupo de cincuenta abonados de la UD Las Palmas, liderados por Vicente Melián Santana, de 50 años y que trabaja de encargado de almacén de empaquetado de tomates, parten cada quince días de la localidad aldeana hacia el fortín de Siete Palmas. Ver la victoria ante el Sporting, el tanto de potencia de Thievy, tiene un precio: 140 kilómetros, 70 de ida y 70 de vuelta. Casi cuatro horas en el coche. Al final de la temporada, computan un total de 2.940 kilómetros.

En su cuatro por cuatro, Vicente es el capitán de la expedición y le acompaña su hija Naikeren. Un grupo, que parte desde La Alameda, junto a la Iglesia de La Aldea. Con 25 años de socio, el líder pasa lista. El pueblo se moviliza. Juega la UD. Lamine Salem, 56 años y peón de almacén, y su hijo, Ali Mohamed, de 26, encabezan el ejército más fiel. Son de origen saharaui, pero residen en la localidad isleña, que cuenta con una población que ronda los 9.000 habitantes.

Melquiel Ramos, Gerson Herrera, José Francisco Quintana, Gerardo Acosta García, Facundo Ramón del Toro, Vicente Melián Santana y José Manuel Noe definen la nómina del grupo más ruidoso. Los bólidos están listos. Suena el pío-pío, y arranca la procesión a la meca.

Dani, hermano de Vicente, se incorpora en Las Palmas de Gran Canaria al grupo de fieles, que celebra en el restaurante Casa Lalo -junto al estadio de Siete Palmas- la segunda etapa de la aventura. Pero antes del almuerzo, toca un pulso con 365 curvas en el viaje de ida y otras 365 curvas tras el encuentro. Una carretera interminable, que se convierte en una máquina de torturas hasta el Puerto de Las Nieves.

Vicente, al volante, toma la palabra. "Tenemos siempre en la memoria a Guillermo Ramos González, abonado de la UD y de La Aldea pero que falleció el pasado mes de diciembre. Formaba parte de este grupo de incondicionales, pero nos tuvo que dejar. Su ánimo y aliento sigue latente", detalla.

¿Merece la pena hacer 2.940 kilómetros por temporada para presenciar los 21 partidos de Liga? ¿Las casi cuatro horas de viaje, entre ida y vuelta, por duelo, les convierte en más amarillos que un seguidor de Siete Palmas? Vicente confiesa que "no somos mejor que nadie; ni más amarillos. Simplemente, y pase lo que pase, queremos ir a ver a nuestro equipo. El viaje se hace ameno. Hablamos de fútbol, de estrategias, de onces...".

Para Vicente, que se declara un fan incondicional de la serenidad de Hernán Santana y de los reflejos de Barbosa, subraya "la ilusión" de afrontar un viaje agotador. "Si pierdes, el regreso no es tan bueno. Pero ahora es diferente, vemos opciones de algo grande", finaliza.

José Francisco Quintana, de 60 años, es peón agrícola. Adora la clase y la magia de Nauzet Alemán. "Siempre vamos el mismo grupo y al final somos más que una familia. Tiramos de los dudosos para establecer una gran representación. Hace diez años, teníamos la Peña de la UD Víctor Afonso-Marcelino, pero se fue apagando. Ahora, con esta racha de resultados. Todo está cambiando", sentencia Quintana, que ocupa uno de los asientos traseros, mientras Vicente sigue peleando con las curvas.

Gerardo Acosta García, de 44, es repartidor de agua. Es natural de Teror, pero reside en La Aldea. Abonado a la grada Curva, explica que en el trayecto de vuelta "escuchamos el Carrusel Deportivo de Primera y, por supuesto, la rueda de prensa de Sergio Lobera". Los desprendimientos conforman una de las principales amenazas. Pero hay solución. "Si cortan la carretera vamos por el Sur o en helicóptero. En los últimos 20 años no me he perdido ni un solo partido", determina Vicente Melián.

Un símbolo y un rostro para la ilusión. Los fieles de La Aldea elogian el verbo elegante y la capacidad de dirección del vestuario del técnico amarillo Sergio Lobera. "En una palabra, su nombre se traduce en ascenso o personalidad", valora a modo de telegrama Ramón del Toro, administrativo y presidente del club de fans del centrocampista Hernán Santana.

José Manuel Noe, que regenta el restaurante El Choso, en El Charco, va más allá. "Es como si fuese uno más de toda la vida de nuestra familia, se ha convertido en un referente de la tierra canaria. Es una persona con los pies en el suelo y realista. Por ahora, está cumpliendo con el objetivo de guiar al equipo a la promoción.El equipo, en las campañas anteriores, carecía de patrón de juego. Le ha dado unas señas de identidad. Cuando juegan los suplentes no se nota en el equipo; ha sabido dominar el vestuario. Aguantó la presión en los momentos críticos y ahora recoge su premio.Además, siempre mantuvo la calma".

Vicente Melián, en el laberinto de las 365 curvas, realza la labor psicológica del técnico amarillo con jugadores como Vitolo o Hernán. "Siempre me opuse a su destitución. Empezar de nuevo, con su salida, hubiese supuesto el fin. Me sorprende que siendo tan joven, tuviese paciencia con Vitolo. Es el líder de un sello de coraje, que antes no existía en este equipo".

De otra pasta

Vicente insiste en destacar el registro racial y coraje del equipo de Lobera."Empieza a jugar y termina jugando. Esa lucha te ilusiona; te anima a venir. No somos más amarillos que otros, por este recorrido tan exigente. Amamos el equipo y así será hasta el 3.020", bromea.

Prueba de la fidelidad eterna, y ya cerca de Gáldar. Facundo Ramón relata una anécdota. "Cuando llegaban las derrotas, siempre decíamos que no vendríamos más. Es más, en una ocasión, Vicente tiró el carné al suelo y exclamó que era el fin. Que se había acabado su condición de abonado. Yo le dije: 'Vicente no lo tires muy lejos'. Y así fue, a los tres días se arrepentía y el sábado ya estaba conduciendo rumbo al estadio".

Por otro lado, Vicente señala al (5-2) ante el Girona como la "obra perfecta" del libreto de Lobera. La goleada de ayer, ante el Sporting (4-2) también figura en el olimpo de los aciertos del técnico aragonés. "El partido más placentero fue el del Girona; pero ganar en los últimos instantes nunca se olvida. El día del Murcia fue pletórico. Así como poner la puntilla al Madrid Castilla en el 90 con un gran tanto de Nauzet Alemán", concreta.

Los incondicionales de La Aldea, ubicados en la grada Curva, festejan por todo lo alto la vuelta a la senda de las victorias en el Gran Canaria. Piden que los jugadores de la UD acudan a El Charco y se convierta en su nuevo santuario para alcanzar la Primera. "La última que fueron, muchos llegaron mareados. Se les añora, deberían acudir una vez cada dos meses".

730 curvas. Vicente y su tropa ya duermen en La Aldea. Orgullo en el imperio de los tomates. La UD camina rumbo al cielo. Devotos de otra pasta, gregarios del sentimiento. 140 kilómetros y cuatro horas para ver a sus ídolos. 365 curvas, de ida, y la misma cifra para la vuelta. Un camino con empaque de máquina de torturas, que para los aldeanos es un camino con pétalos de rosas. "Ya no te mareas; sientes un cosquilleo. Se acerca el ascenso", finalizan. Dentro de dos semanas, de nuevo, todos al volante.