El gol corre por sus venas. Está en sus genes. Así de sencillo. Primero lo tuvo Rafael, su tío bisabuelo, después Falito, Juan y Menchu y en la siguiente generación apareció su padre, Félix Padrón Rodríguez, que adoptó el apellido Oramas. Asdrúbal Padrón, presente y futuro de la UD Las Palmas, es la cuarta generación de futbolistas en una saga familiar con un importante ascendiente amarillo e impronta con sabor a cantera. "Para nosotros, la Unión Deportiva es el equipo de nuestras vidas y estamos contentos de que Asdrúbal ahora lo esté haciendo bien", declara Félix.

Oramas Padrón; estos dos apellidos encierran el linaje de la joven perla de la UD. Rafael Oramas fue el pionero en este linaje. Jugó en el Espanyol y el Girona antes de aterrizar en el conjunto amarillo en la temporada de 1951 y 1952 con Luis Valle como entrenador. Le seguiría, años después, Juan Oramas que formó parte de aquellos célebres Diablillos Amarillos que, junto a Germán Dévora, conquistaron el título nacional en categoría juvenil. Rafael Falito Oramas, hermano del anterior, continuó con el legado. Él también fue juvenil en la generación de Félix Marrero y Miguel Ángel el Rubio, entre otros, y fue campeón en el Bernabéu en el año 1972. Más tarde apareció Nemesio, tío de Félix, conocido como Menchu y el único en esta historia de futbolistas sin un marcado estilo ofensivo en su juego.

"Yo me quedé como el último eslabón junto con Mingo, primo mío, que fue juvenil, dirige al equipo en la categoría de División de Honor y que sí tiene el apellido de Oramas", expone Félix antes de añadir: "pero ahora, después de muchos años, ha aparecido Asdrúbal para recoger el testigo y estamos orgullosos".

Félix Padrón Rodríguez, conocido con el apellido Oramas -heredado de sus predecesores- debutó en el primer equipo de la UD ante el Murcia, en la segunda jornada de la temporada 1987-88, como parte de un proyecto de cantera que el representativo grancanario, de la mano de Germán Dévora, proyectó en Primera División. Pese a este paralelismo, Félix asegura que poco tiene que ver una época con la otra. "Fue una experiencia muy bonita, porque pude acceder a un mundo que era toda mi ilusión, lo que pasa es que no fue una época muy brillante para el equipo aunque, eso sí, esa experiencia no te la quita nadie", comenta. En su currículo aparece el honor de haber batido al mítico Arconada, arquero de la Real Sociedad y de la selección, al anotar el tercer tanto -antes marcaron Andrés y Chinea- del triunfo amarillo, 3-2, sobre el conjunto donostiarra, entonces entrenado por John Benjamin Toshack. Esa temporada Félix Oramas disputó un total de 15 partidos de los cuales en tres lo hizo partiendo del once titular. La UD acabó descendiendo y en la siguiente temporada, la última de amarillo, su participación se diluyó para actuar en sólo cinco encuentros.

Ahora, cuando Félix, como pasó el pasado fin de semana, escucha el aplauso del Estadio de Gran Canaria hacia su hijo, siente orgullo, "porque sé lo que ha trabajado por esto y sé que él es feliz". El padre cuenta que a Asdrúbal le encantó el gesto de la grada, pero también sabe "que son cosas puntuales, que en el fútbol hay momentos en que salen las cosas bien y te aplauden como a Barbosa y otras que no. Son cosas del fútbol y hay que entenderlas como normales", explica.

Pese al ascendente y su condición de entrenador, Félix asegura que no tiene nada que ver con la pasión de su hijo por el fútbol. "Yo intenté inculcarle una mentalidad de deportista. Tenía el balón, pero también bicicleta o patinete; muchos deportes. Lo que pasa es que me imagino que lo del fútbol viene en los genes y al final se decantó por este deporte", relata.

Su experiencia le hace ser precavido. Félix sabe que el mundo profesional es muy complicado. "Él tiene que seguir trabajando y que las cosas le salgan bien para poder tener continuidad. Ahora él ha llegado, pero tiene mucho trabajo por delante para poder mantenerse". Por último, este entrenador y exfutbolista reconoce: "yo pensaba que nos parecíamos, pero ahora le veo más poderoso que su padre".