Usted se ha convertido en un jugador de peso en el equipo. ¿Cómo es ese capitán que ahora manda en el vestuario?

No creo que el término sea mandar. Lo importante para mí es escuchar al grupo porque todo el mundo tiene su opinión y al final las decisiones se toman en equipo. Tiene que haber compañerismo y una buena comunicación. Somos diferentes, por eso hay que escuchar y estar abiertos a todos.

¿Y liderar desde el ejemplo?

Claro. Mi trabajo consiste en eso e intento ayudar al equipo en lo que haga falta. Yo me marco unos objetivos y normalmente estos son en defensa porque éste es un deporte en el que si la defensa prevalece el equipo tiende a ser mejor. Por eso, intento sacrificarme y hacer las cosas que se piden de mí y un poco más. Es lo que intento; aportar lo mejor de mí para el grupo.

Esto también implica tener un poco de entrenador. ¿Le gustaría probar en el futuro?

Está más relacionado con el carisma, diría yo. Porque hay que llegar a todos y cada uno con su carácter. Un ejemplo lo tenemos el año pasado en Ryan Toolson, que era muy competitivo. Me pasa lo mismo ahora con Hansbrough, que también es muy competitivo, ya que ellos, en los entrenos, llevan una marcha más que el resto y a veces hay confrontaciones y, por eso, hay que intentar que al mismo tiempo que son competitivos, sigan caminando con el grupo. Hay que intentar que no se vaya nadie de la mano. Yo me fijo en el carácter de las personas e intento que estemos todos siempre unidos.

¿Y lo de entrenador?

Mucha gente me lo ha preguntado, incluso mi familia, y la verdad es que no lo sé. Ahora estoy en una etapa en que no me veo como entrenador. Pero, si en algún momento lo hago, me gustaría que fuera trabajando con adultos, porque la formación de niños no creo que sea algo que se me dé muy bien.

¿Cómo sería un equipo entrenado por Eulis Báez?

Seríamos un equipo de peleones, eso seguro, y lo más probable es que pegaríamos muchísimas hostias (se ríe). Por mis características, creo que seríamos un equipo más defensivo que otra cosa. A mí es lo que me gusta y con esta idea creo me voy a retirar; es la mentalidad con la que he construido mi carrera. Sé que hay equipos ofensivos y que se les da muy bien pero, casi siempre, la parcela ofensiva depende de tener muchos jugadores de talento o de tener el día. Mientras, la defensa tiene que estar todos los días.

Uno ve sus partidos y parece que asiste a una batalla... pero, ¿usted se divierte?

A mí me encanta (más risas). Yo a veces me pongo serio porque es lo que toca y hay que hacerlo, pero a mí esas batallas de juego duro me gustan mucho. Eso sí, cuando termina el partido llego muerto a casa, pero me da igual. Las dos horas que paso en la cancha me divierto muchísimo y, si se fijan, hay un momento, cuando la pelea se pone muy ruda, que me sale una sonrisa y eso quiere decir que me está gustando demasiado... Bueno, cuando llega ese punto a veces hay que bajar el nivel.

¿Cómo es eso de enfrentarse ante rivales más altos y con mayor peso? ¿Cómo se mentaliza uno para que, por lo menos, el combate sea de igual a igual?

Tiene que haber mucho esfuerzo, por supuesto, pero eso depende de la mentalidad con la que yo salgo a la cancha. Yo siempre intento saber qué cosas debo hacer para poner a ese pívot más alto que yo en desventaja, para ponerme en una situación en la que yo pueda prevalecer. Hay días que cuesta, porque hay rivales muy completos y talentosos, pero yo, entonces, me apoyo en mi equipo, en mis compañeros. Ellos me ayudan cuando yo no puedo y yo intento hacer el mejor trabajo posible.

¿Considera que está en el mejor momento de su carrera? ¿Y en el más feliz?

Diría que las dos cosas. Ahora creo que soy un jugador más maduro, más inteligente y que ya no dependo tanto de mi físico como lo hacía antes, cuando todo era solo físico. Yo vivía de eso. Ahora, en cambio, soy un jugador más completo, en el sentido de que entiendo mejor el juego. He ido mejorando. Luego estoy feliz porque estoy en un club en el que me siento muy cómodo. Aquí vivo bien, vengo a los entrenamientos, que son fuertes, y lo hacemos para mejorar. Al principio, cuando llegué, me costó adaptarme. Me quejaba porque entrenábamos mucho y muy fuerte. Yo salía muerto de aquí porque no estaba acostumbrado. Pero ahora sí y me siento muy cómodo. Estoy muy a gusto en la Isla.

Volviendo al tema físico, ¿alguna vez, durante su infancia, se planteó jugar otro deporte de mayor contacto físico?

No. La verdad es que el deporte más físico que he practicado ha sido el basket. Pero no te voy a mentir, cuando estaba creciendo era muy peleón, literalmente. Me peleaba mucho. Cuando yo estaba en la calle, en el barrio en el que crecí, imperaba la ley del más fuerte. Si te intentaban pegar un día no te podías dejar, porque si te dejabas te pegaban todos los días. Era así y recuerdo que me retiré de las peleas a los 14 años porque ya estaba grandecito y la delincuencia se estaba convirtiendo en algo mucho más peligroso. Quería tener un futuro y tenía que alejarme de las calles. Mi familia me ayudó mucho y la religión en la que me mantuvo mi familia también. Pero ese espíritu de pelear y no dejarme ganar por nadie se me ha quedado en la cabeza.

Usted es un chico de barrio.

Yo soy un chico de origen humilde. Mi familia ha ido creciendo con el tiempo porque tanto yo como mis hermanos nos hemos hecho profesionales y tanto mi padre como mi madre han trabajado mucho en la vida. Ahora estamos en una situación mejor, pero yo me acuerdo de los días en que sólo había una comida al día. Nunca faltó, al menos, ese plato de comida, pero yo sé que mi madre sufría mucho para ponerlo en la mesa. Además, éramos niños que comíamos mucho, porque también crecíamos mucho. Pero bueno, al final las cosas salieron bien.

¿Le sirvió para conocer el valor real del éxito?

Sí, por supuesto. Por eso le doy mucho valor a lo que he conseguido. Esto es algo que me quedará toda la vida. No todo el mundo tiene esta suerte. Muchas personas no tienen la oportunidad de estar en una situación como la que nosotros disfrutamos ahora.

Cambiando de tema, Nacho Martín dijo que el ritmo del baloncesto es el de rap pero que el del Granca es puro reggeaton.

Sí, eso es lo que le gusta a Nacho y algo tiene que ver conmigo. La verdad es que ha pegado bastante en el vestuario porque nos divierte y nos da energía como el Dembow, que es un estilo nuevo que ya empieza a sonar en Canarias. A nosotros nos divierte. Tiene un ritmo muy movido y te da energía y te despierta. Ahora, en el Granca, intentamos utilizarlo para motivarnos antes de los partidos. Buscamos un ritmo con aplausos, una especie de compás en el que participamos todos y tenemos que terminar todos juntos. Si uno se pasa le hacemos bromas, paramos y después seguimos. Esto hace que la gente se relaje y que salgamos con mucha fuerza a la cancha.

¿Qué tiene este Granca que tanto engancha a la gente?

Creo que es la intensidad con la que jugamos. Físicamente, ahora, estamos mucho mejor y en defensa apretamos mucho más. El año pasado ya lo hacíamos, pero éste nos vemos muy bien en este sentido. A mí me gusta mucho todo lo que he visto desde que llegué este verano. Me gustan los fichajes y como nos hemos integrado a lo que Pedro quiere de nosotros. Nos hemos acoplado mucho más rápido de lo que lo hicimos el año pasado. Y bueno, espero esto nos siga trayendo buenos resultados.

¿Le gusta o le preocupa la etiqueta de equipo grande?

A mí me da igual si un rival piensa que soy más fuerte o más flojo, yo le voy a jugar igual de fuerte.

¿Nos vamos a divertir?

Sí. La verdad es que nosotros nos divertimos un montón.