Un salto en la clasificación y un paso atrás en la imagen. La UD no enamora, pero encadena dos victorias de forma consecutiva y, a falta de lo que hagan Murcia y Córdoba, se acerca al ascenso directo. El optimismo lo desbordan los resultados y la situación en la tabla, no las sensaciones. Con los puntos como cimientos es más fácil construir buenos proyectos, pero la plantilla da para ganar y gustar. Y ayer no se consiguió. El aficionado que acudió al Estadio de Gran Canaria se marchó feliz por el resultado, pero con la certeza de que la UD puede ofrecerle más. Y es que el equipo amarillo volvió a sudar para descifrar a un rival que jugó con diez jugadores durante más de 45 minutos. Fue un vendaval al inicio, pero la luz se apagó pronto.

Con una circulación de balón lenta y poco desborde en las bandas, el partido se volvió muy incómodo en cuanto el Alcorcón se plantó en el mejorado césped de Siete Palmas. La inocente expulsión de Camille allanó el camino, pero se generaron pocas ocasiones para tanta posesión de balón. La UD Las Palmas se conformó con el gol de Vicente Gómez y dejó con vida a un Alcorcón que se quedó sin pulmones para acosar a Barbosa en el tramo final.

Sin Deivid, Nauzet Alemán ni Asdrúbal, pero la UD salió con la quinta marcha puesta. No se habían cumplido los diez minutos cuando el héroe de El Molinón ya tenía intimidado a Dani Giménez. Primero recibió de Juan Carlos Valerón para rematar al lateral de la red y poco después, con la confianza que le dio los tres goles de hace una semana, disparó muy lejos del área para forzar la estirada del portero. Pero el arreón no tuvo continuidad y el Alcorcón se acomodó. El entrenador Miguel Álvarez formó dos líneas de cuatro muy juntas con dos laterales en cada banda. Y por allí se enquistó la UD. Ni Masoud ni Tana lograban abrir el cerrojo alfarero.

Había avisado Sergio Lobera en rueda de prensa sobre las intenciones madrileñas. Preveía, con buen criterio, un partido más parecido al del Murcia que al del Sporting. Y para anticiparse a ese guión alineó a Tana y mantuvo a Valerón, los dos cambios en el descanso de hace dos semanas. Y no funcionó porque casi todos los ataques iban a parar a los pies o a la cabeza de Babin, que achicaba balones mientras el centro del campo del Alcorcón ganaba en presencia.

Barbosa evita el 0-1

Así, como en toda cita, Barbosa tuvo que aparecer para mantener la portería a cero. Tras dos pérdidas amarillas, Rubén Sanz y Óscar Plano exigieron al argentino una notable intervención. El Alcorcón se hacía notar en área contraria y la UD no ofrecía respuesta. Hasta el descanso lo único que cambió el encuentro fue la candidez de Camille. El joven lateral se ganó la expulsión en el 44 al buscar la pierna de Ángel de forma innecesaria y en zona de nadie. Un gesto que planteaba a la UD el mismo reto de hace dos semanas. En el vestuario hubo déjà vu. Pero no se realizaron cambios porque los jugadores que necesitaba Lobera ya estaban en el campo. Y porque el Alcorcón, aunque también vestía de rojo, no se cerró con el orden y la agresividad del Murcia. La única novedad fue la vocación aún más ofensiva que tuvieron Ángel y Xabi Castillo, lo que permitía a Masoud y Tana generar superioridades en el medio.

Así fueron goteando las ocasiones. Apoño lo intentó desde lejos y luego el iraní encontró a Tana en el corazón del área, pero su remate se marchó muy cerca de la portería de Dani Giménez. No lo bordaba la UD, pero merecía adelantarse en el marcador. El culpable fue, de nuevo, Masoud, el particular abrelatas amarillo. En las cinco victorias de la temporada ha participado en el primer gol. En esta ocasión, como en otras tres, fue con una asistencia. Perfilado en el lado izquierdo del área, con el Alcorcón muy metido atrás, encontró en el segundo palo a Vicente Gómez. El mediocentro, que siempre llega pero nunca culmina, definió con la sangre fría de quien está acostumbrado a encarar al portero cada partido. Controló con calma, miró al guardameta, se lo pensó dos veces y remató con un toque suave al palo contrario, el mismo que Dani Giménez había dejado al descubierto. La portería menos goleada del curso quedaba así profanada.

No hubo gol de la tranquilidad

Todos los indicios iban encaminados hacia un triunfo plácido. Derribado el muro, conseguido lo más difícil, parecía que con espacios la UD firmaría el segundo e incluso un tercero si el rival bajaba mucho los brazos. Pero los cambios no surtieron efecto. Entró Momo, que se lo ganó en El Molinón, por el goleador, y luego Asdrúbal por Tana. De esta manera abandonaron el campo los que, poco después del primero, crearon la mejor jugada del partido, una en la que el extremo levantó la pelota por encima de la defensa y el centrocampista voleó al cuerpo de Dani Giménez.

Pero la UD no encontró a Chrisantus. Después del triplete en El Molinón, el nigeriano falló las pocas ocasiones que tuvo, fue engullido por la defensa del Alcorcón y se encontró desasistido por sus compañeros. Tras la entrada de Momo, Valerón se juntó con Apoño para sobar más la pelota, pero no hubo manera de pisar área con frecuencia. Sólo Asdrúbal agitó ligeramente la banda derecha, donde forzó una pena máxima que no fue tal. De hecho, si hubo algo en esa jugada fue falta del canterano.

El balón lo pidió Chrisantus, pero lo cogió el especialista Apoño, que no tenía su día. Enseñó el disparo y Dani Giménez lo detuvo sin estirarse. El Alcorcón intentó aprovechar la pasividad amarilla con Pacheco, pero no hubo manera. Si algo le sobra a esta UD es fiabilidad defensiva. Barbosa no tuvo trabajo y la UD da un salto en la tabla.