Héctor Figueroa es, desde ayer, jugador de la primera plantilla de la UD Las Palmas. El delantero del filial, después de que fuera convocado a entrenar a las órdenes de Sergio Lobera el miércoles, culminó ayer unas negociaciones que fueron muy rápidas y firma hasta el 30 de junio de 2016. Llevará el dorsal 22, el que ha dejado libre Spas Delev, y ya podrá ser convocado para el partido del sábado ante el Eibar. Será, así, el tercer hermano de la familia que juega con el primer equipo. Ya lo hizo David -ahora en el Villa de Santa Brígida-, cuando la UD militaba en Segunda B y Josip Visnjic era el técnico. Solo estuvo un partido, contra el Playas de Jandía, pues la destitución del entrenador le perjudicó. Mientras, la carrera de Momo, que será un padrino inmejorable en el primer equipo, es de sobra conocida. Los tres tienen el fútbol en la sangre ya que su padre, Momo II, llegó a jugar en el filial amarillo y en varios clubes de Tercera de su época como el Maspalomas o Las Torres, el equipo del barrio de la familia.

La velocidad con la que se han desencadenado los últimos acontecimientos para Héctor Figueroa no tienen nada que ver con el resto de su vida deportiva. Todo ha transcurrido muy lentamente. Y es que a la edad a la que las promesas futbolísticas empiezan a tocar la puerta del profesionalismo, en torno a los 18 y 20, él estaba trabajando en una empresa de madera. Durante un año empezaba su jornada laboral a las siete de la mañana y la finalizaba a las seis de la tarde, con un descanso de una a tres. Después de esa paliza se iba a entrenar con el regional de Las Torres, club en el que ha pasado la mayor parte de su carrera. Varios años más tarde ha firmado un contrato con el primer equipo de la UD Las Palmas.

Lo suyo no eran los estudios, por lo que eligió el camino de trabajar. El fútbol, en un principio, era un entretenimiento, su pasión. Pero en aquél entonces o nadie se había dado cuenta de sus condiciones o aún estaba por desarrollarse. Hasta que pudo permitirse vivir exclusivamente del deporte pasó varios años más ayudando a su padre. Momo II, como era conocido cuando militaba en el filial de la UD Las Palmas, trabajaba como repartidor de suministros. Y uno de sus hijos, pese a que Momo había firmado un suculento contrato con el Deportivo, le echaba una mano.

Héctor Figueroa había desarrollado toda su carrera en Las Torres, menos en el benjamín del Artesano, conde coincidió con Aythami Álvarez y Armiche, que también llegó a debutar con el primer equipo de la UD. Ha llegado a lo más alto escalando peldaño a peldaño. En las categorías inferiores probó todas las posiciones, incluso la de portero. Y es que sus hermanos mayores le "forzaban" a ponerse bajo palos en sus particulares partidos en casa. Fue avanzando posiciones en el campo poco a poco hasta que en juveniles se situó de delantero. En esa posición jugó en el regional de Las Torres, donde en su primer año metió 26 goles. Ya empezaba a destacar. Su segunda temporada la comenzó anotando 20 goles en 20 partidos, así que recibió la llamada de varios clubes de Tercera División en el mercado de invierno. Optó por el Villa por la insistencia de Maxi Barrera, entonces director deportivo, que tiene una buena relación con su hermano Momo. Era el año 2009 y tenía 20 años.

Se mantuvo en el Villa tres temporadas y media, hasta que en el 2012 fichó por el Estrella, donde aguantó medio curso y el filial amarillo se decidió a incorporarle. No fue la única vez que se puso el chándal de la UD, pues en edad juvenil estuvo varias semanas realizando una pretemporada, si bien no fue seleccionado. Tenía muchas ganas de vestir el amarillo desde que su abuela Teresa le llevaba al Estadio Insular y, para ello, salía de su casa de Las Torres tres horas antes. No se lo quería perder.

Como el vino, Héctor se ha ido formando muy lentamente. Los que le conocen aseguran que es una esponja, que mejora en cada entrenamiento. A los 25 años ya está lo suficientemente maduro para comprobar si está en su punto.