Entre el lunes y el martes, en 24 horas frenéticas, los cimientos de la Unión Deportiva Las Palmas se vieron sacudidos por una crisis de carácter futbolero, que no es poco si se tiene en cuenta la historia reciente de una entidad que hace nada estuvo al borde de la desaparición por otro tipo de problemas -de toque económico y tamaño pantagruélico-. Ahora, al menos, en el club de Pío XII se discute por el juego. Y durante la semana que se cerró ayer, después del insulso empate del sábado contra el CD Numancia (0-0), todos los debates giraron alrededor de una figura: la de Sergio Lobera, que sólo esquivó el despido por el empeño del presidente.

Porque fue Miguel Ángel Ramírez el primero que escuchó los argumentos ofrecidos por Juanito, Toni Cruz y Branko Milovanovic -los técnicos que forman parte de la comisión deportiva de la entidad- y que recomendaban la destitución de Sergio Lobera como entrenador de Las Palmas. Fue el lunes, durante una cena que se alargó hasta las primeras horas del martes. Y, pese a sus reservas iniciales, al final el presidente de la Unión Deportiva accedió a tener en consideración la posibilidad de despedir al técnico, con el que se reunió durante la mañana del martes y que rebatió, punto por punto, las conclusiones de sus superiores.

Entre las causas apuntadas por la comisión deportiva para apostar por el relevo en el banquillo sobresale -según consideran los técnicos- un deficiente trabajo táctico durante las sesiones de entrenamiento. Desde hace meses, incluso desde la temporada pasada -curso en el que la Unión Deportiva peleó por el ascenso a Primera División en la promoción-, en las oficinas del club se estima que Las Palmas es un equipo que maneja pocas variantes: en el ejercicio anterior se abusaba de la velocidad de Thievy o Vitolo, mientras que en la campaña actual se mantiene una idea de juego que no ha ofrecido grandes resultados en 25 jornadas.

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