"Si no practicase de la forma en que lo hago, no jugaría de la manera que sé que puedo hacerlo". El padre de esa afirmación es Ivan Lendl. Y en esa máxima, tan adusta, tan severa, se encierra la esencia del juego que hizo número uno del mundo, durante 270 semanas en la década de los 80, al tenista checo, una leyenda que el 1 de marzo visitará Gran Canaria para poner su arte a disposición de todos los jóvenes que pasen por el Club de Tenis Gran Canaria.

Lendl llegará por invitación del Cabildo, una institución que le ha elegido para promocionar la Isla como 'Embajador de Gran Canaria 2014', un programa impulsado por la celebración de la Copa del Mundo de Baloncesto. La visita también servirá, además de para participar en un clínic con jóvenes promesas grancanarias, para que la corporación insular establezca lazos empresariales con el exjugador, que tras su retirada organiza torneos en Estados Unidos -según explicó Lucas Bravo de Laguna, consejero de Deportes-.

En el plan de viaje previsto, Lendl dejará la huella de sus manos y su imagen en una fotografía a tamaño natural que será colocada en el Gran Canaria Arena, al igual que hizo recientemente Haile Gebrselassie durante su visita para ejercer como padrino en la última edición del DISA Gran Canaria Maratón.

La hoja de servicios de Lendl eleva su figura hasta la condición de leyenda. Fue número uno de la ATP durante 270 semanas, una cifra que sólo han superado Pete Sampras o Roger Federer, y se proclamó campeón de tres Grand Slam: Abierto de Australia (1989 y 1990), Roland Garros (1984, 1986 y 1987) y Abierto de Estados Unidos (1985, 1986 y 1987).

Ganador de 94 títulos en individuales, un solo 'borrón' figura en su carrera: no haberse proclamado campeón en Wimbledon, un detalle que le impidió completar el Grand Slam aunque en dos ocasiones estuvo muy cerca de alcanzar la gloria en Londres. Jugó las finales de 1986 y 1987, pero cayó ante Boris Becker y Pat Cash.

Retirado en 1994 por culpa de una lesión de espalda, Lendl reapareció en la primera escena del tenis mundial en 2012 al convertirse en el entrenador de Andy Murray. Bajo la dirección del checo, el tenista escocés dio un paso al frente y se coló en el espacio que, durante los últimos años, habían dominado Rafa Nadal y Novak Djokovic al proclamarse campeón del Abierto de Estados Unidos (2012) y de Wimbledon (2013), además de colgarse la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres (2012). Una vez más, Lendl tenía razón: "Si no practicase de la forma en que lo hago, no jugaría de la manera que sé que puedo hacerlo".