-El sábado llega el Barça B, un filial temible que encadena 8 jornadas sin pasar por la guillotina, y suma 20 de los últimos 24 puntos en litigio. Las perlas de La Masía -el 2º equipo más goleador (47 tantos)- conforma una prueba de fuego. Y tras caer ante el Mirandés, no hay margen de error. Llega el juicio final...

-Quedan siete partidos, que son siete finales para el vestuario, pero aún resta margen. Ahora mismo solo tenemos que pensar en ganar al Barça B y dedicarle un segundo de tiempo a otra cosa sobra.

-¿Cómo convive el vestuario con el clima de pesimismo que reina en la Isla tras el último tropiezo? ¿Ve justo que el equipo pase de ser el Bayern de Múnich, tras batir al Hércules, al Mollerussa por caer en Anduva? ¿Percibe esa desconfianza?

-Eso es lo peor que puede pasar. Circunstancias y escenarios como el nerviosismo, y todo lo que conlleva, se deben evitar en este preciso instante. No podemos ser ahora negativos. Hace tres o cuatro años todos hubiésemos firmado estar a cuatro puntos del segundo -Eibar- a falta de siete jornadas. Tenemos la fortuna, porque lo veo así, de estar a cuatro puntos del ascenso directo y está en nuestras manos cambiar la atmósfera. Si hacemos las cosas bien, vamos a cambiarlo. Estamos convencidos.

-Regresó al once tras 9 jornadas de espera -su penúltimo partido de inicio se remontaba al 8 de febrero ante el Numancia-. ¿Cómo lleva un mimbre de su calidad y categoría desaparecer de la primera línea de combate?

-Al principio me costó, vine a la UD con la condición de llevar al equipo a Primera y el no participar no estaba en mis planes. Por las circunstancias y obstáculos con los que me he tropezado en el camino tuve que luchar y estoy al cien por cien para ayudar al equipo en estos siete partidos que restan. Mi único deseo es ayudar y aportar.

-Se le ve más implicado en los entrenamientos. Ahora luce garra y coraje. Su consigna es dejarse la piel y la última gota de sangre por el escudo. ¿Trata de copiar el 'método Momo', que llevó al extremo del ostracismo al cielo, y a convertirse en el nuevo príncipe del Gran Canaria? ¿Es su meta para recuperar su fútbol de seda ante la grada?

-Mi estrategia es derramar mi última gota de sudor en cada partido y ayudar al equipo ha lograr el mayor número de victorias en este tramo final por el ascenso. No tengo que copiar o seguir nada de nadie, y menos de un compañero. En un vestuario, cada uno tiene sus cosas buenas y malas. Estoy muy tranquilo porque entreno muy bien; solo espero ayudar al equipo en todo lo que pueda. Es mi desafío.

-¿Qué es lo que más le preocupa del Barça B, un conjunto que tiene al delantero grancanario y ex de la UD Sandro Ramírez -con 7 dianas- y Adama Traoré -que ya ha debutado con Martino- como principales estrellas? Un sello que domina el esférico como los ángeles pero que se muestra algo bisoño en la zaga...

-Lo que más me preocupa es la UD Las Palmas. Nosotros y nosotros. Si estamos bien, contamos con un alto porcentaje de opciones para sumar la victoria. Ahora si nos estamos en el partido nos podemos llevar un gran susto.

-La afición debe dar un paso al frente y demostrar que es de Primera. Enterrar debates y volcarse con la UD. El penúltimo revés ante el Alcorcón provocó un descenso de 5.000 fieles en referencia a la entrada ante el Sporting (17.532). ¿Qué espera?

-La afición debe estar de nuestro lado. Quedan cuatro partidos en casa y el más importante es el que viene ahora mismo ante el Barça B. Si logramos sumar los tres puntos ante el filial azulgrana seguiremos en la pelea por el ascenso, y el respaldo de la afición es vital. Sin ellos, no sería lo mismo. Está claro que deben animar, que entre todos podemos lograr algo importante. Les necesitamos y confío en su apoyo.

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