Sergio Lobera dio ayer un paso al frente para dar carpetazo al incidente que tuvo en el vestuario con Nauzet Alemán. El entrenador de la UD Las Palmas decidió, por iniciativa propia, comparecer ante los medios de comunicación para explicar lo sucedido. El objetivo era dar normalidad a la discusión, dejar claro que no hubo agresión, pedir estar "más unidos que nunca" y admitir que hay un problema en el vestuario, pues alguno de los presentes dio una versión distorsionada de los hechos.

"Cuando acaba el partido yo tengo la costumbre de dar la mano a los jugadores independientemente del resultado. Cuando llego a Nauzet, Nauzet está enfadado porque no ha participado y no está dispuesto a darme la mano", empezó relatando el preparador aragonés.

"A partir de ahí empieza una discusión dentro de unos límites normales. En ningún momento hay agresión, es una discusión como pueden tener dos compañeros de trabajo. Todo lo que se ha montado está fuera de lugar", concretó el entrenador, que insistió en que no hubo ninguna falta de respeto por parte de Nauzet. "Si hubiera llegado a ese extremo, primero ese jugador no estaría entrenando con el grupo, y segundo podéis ver que no tengo ninguna herida", dijo mientras se señalaba la cara. "Poco menos me ha faltado leer que estaba ingresado porque me han dado una paliza", dijo posteriormente en referencia a lo que ha leído, visto y oído sobre lo ocurrido.

De hecho, explicó que Nauzet le llegó a pedir disculpas en el entrenamiento de ayer, aunque considera que no era necesario: "Nauzet es un jugador muy temperamental, está dolido por todo lo que está leyendo, como yo. A él le perjudica más profesionalmente. Antes de empezar el entrenamiento los dos comentamos que estábamos sorprendidos por lo que había trascendido. Y él me dijo que si hizo algo que estaba fuera de lugar, aunque él cree que no, me pedía disculpas. Ha sido más lo externo lo que le ha llevado a pedirme disculpas que no la realidad", afirmó.

Concepto de autoridad

Y es que, repitió, "no pasó absolutamente nada que no sea algo normal y propio de lo que es la tensión de perder un partido, de la frustración de un futbolista que no juega. Hubo momentos de cierta tensión propios de cualquier trabajo. Pero para nada todo lo que tuve que leer, que si me han pegado o me han agredido, o de si ha habido una situación que ha sobrepasado los límites de la profesionalidad", indicó en su discurso inicial.

El entrenador explicó su forma de gestionar el liderazgo en el vestuario, una comprensiva con los jugadores y basada en el respeto, y no una dura y dictatorial. Así, no considera que golpear el banquillo al ser sustituido -como han hecho otros jugadores esta temporada- o no dar la mano al técnico sea una falta de educación.

Más información en Orbyt, PDF o La Provincia.