En el corazón del barrio de Jinámar, Telde, Elliot Artiles, de 19 años, respira bajo la sombra de un calvario. Se refugia en los brazos de su madre Isabel Salas, tras padecer la lección más cruenta de su vida. El aficionado de la UD estuvo presente en el bautizado partido de la vergüenza y saltó al césped. Adquirió su entrada en la grada Naciente y cuando apuraba su brinco hacia la pista de atletismo llegó el tanto de Uli Dávila. Del éxtasis al infierno.

Multado con 3.000 euros por invadir el terreno de juego, el isleño de 19 años subraya que acabó "llorando a lágrima viva en el césped. A mí también me fastidiaron el ascenso; solo quería abrazar a mis ídolos. Pido perdón por saltar, porque no era lo correcto. Pero lo hice al final del encuentro. Y no fui el culpable de fastidiar el ascenso a la UD, ni a toda una Isla", sentencia el estudiante de 2o de Bachillerato en el CPES Santa Isabel de Hungría.

El tanto del empate de Dávila le pilló bajando de su asiento a la zona trasera de la portería de Naciente. No vio el toque del mexicano que significó el fin. Desesperado por el golpe anímico, intentó abrazar a Xabi Castillo y le pidió sin éxito la camisa. Bajo el pánico, y una lluvia de dos centenares de espontáneos que ya estaban en el campo, Elliot denuncia que fue agredido y terminó golpeando con una patada al delantero del Córdoba Sergio Mendigutxia [que se quedó fuera de la convocatoria de Ferrer y vio el encuentro desde el banquillo].

Su agresión, portada de la edición de ayer de LA PROVINCIA / DLP, escenifica el momento de caos y tensión que se vivió tras el tanto andaluz, que significó el final del pulso [el colegiado Sánchez Martínez dejó sin disputarse los últimos 30 segundos]. El fatídico gol fue el inicio de la pesadilla. Amargó la gran fiesta del ascenso isleño a los 31.240 espectadores, que comenzaron a llorar en el cemento.

"Estaba en la grada del sector de Ultra Naciente y bajé cuando ya había pasado todo. Grité "fuera, fuera" al grupo que saltó desde la Curva en el minuto 89 y obligó a detener el encuentro casi diez minutos. Solo pensaba y soñaba en acabar el partido ante el Córdoba para ascender y celebrar la victoria".

Los consejos de los 'seguritas'

Elliot desvela que recibió indicaciones de los agentes de seguridad del estadio. "Los seguritas -ubicados detrás de la portería de Naciente- nos decían que tuviésemos cuidado, que nos fuéramos colocando y que estuviésemos preparados (...) Salté cuando se reanudó el partido, empecé a bajar y uno de los agentes nos dio la orden expresa de que esperásemos en un lado. Empezaron a bajar las vallas para la invasión; y fue justamente el gol cuando empezó todo. Un gol que no vi, pensé que nos daba tiempo para remontar. Contemplé la desolación de Xabi Castillo. Le dije a los chiquillos y amigos, que al primero que le pediría la camisa sería a Xabi Castillo porque es del Athletic y mi padre -Francisco Javier- es fanático del conjunto vasco. Quería regalársela (...) Hablé con David García, me dijo que tampoco me daría su camisa; vi a Asdrúbal loco por un lado. Y a un ejecutivo de seguridad de la UD -Héctor Ramírez, hermano del presidente del club amarillo Miguel Ángel Ramírez- repartiendo piñas. Me agarraron de la camisa y me golpearon. Tras agredirme, me dieron un empujón y casi caigo al suelo".

Cierra el relato con unas emotivas palabras a los miles de seguidores y abonados de la UD, que vivieron una jornada negra. "Me he equivocado, y soy consciente del sufrimiento que respira en estas fechas la marea amarilla. Pero no se me puede achacar toda la magnitud de los incidentes. Solo estuve más de 5 minutos en el césped y me fui abatido a mi casa. No soy abonado pero tengo familiares y amigos en Naciente. Sé lo que significa la UD y pido perdón. Pero no me parece justo que me culpen de haber fastidiado el ascenso, hubo muchos que saltaron antes que yo y la armaron", concreta el jugador del Remudas de balonmano.

El golpe fue demoledor. La noche del domingo y la mañana de ayer lunes fue una pesadilla para Elliot. "Ver las imágenes en los medios digitales es algo dantesco. La noche fue muy dura y hoy -ayer para el lector- se me ha parado el corazón. Es duro para todos, porque yo también siento pasión por la UD. Mi sueño, como el de toda la Isla, era festejar el ascenso".

Un héroe en la expedición

Sergio Mendigutxia Iglesias, delantero del Córdoba de 21 años, relata cómo fue la agresión de Elliot y de varios seguidores de la UD y exculpa de la acción a toda la masa de fieles del cuadro grancanario.

"No fue una situación agradable, y quiero aprovechar para felicitar el comportamiento de la gran mayoría de los seguidores canarios en el estadio. En todo momento se comportaron de una manera increíble con nosotros, y por una minoría no pueden sufrir ni padecer este tipo de episodios", detalló el atacante, que contabiliza seis partidos en esta campaña (174'), con dos goles en su expediente.

Reconoce que vivió instantes de pánico cuando tuvo lugar la segunda invasión de campo. "Todo fue muy rápido. Ya como todo el mundo sabe saltó una minoría de la afición canaria y me tocó el incidente de la patada. Pero desde que he estado en la Isla, todo el mundo me ha tratado de forma hospitalaria. Han condenado el acto y solo me queda agradecer las muestras de apoyo que he recibido", concreta.

Y pide sanciones ejemplares a los "cafres" que saltaron desde la grada Curva sin entrada, y provocaron el parón de diez minutos. Así como felicita las críticas del resto del estadio que empezaron a gritar "fuera, fuera" a los doscientos vándalos que saltaron al césped. "Cuando saltaban, la mayoría de la afición pitó los saltos. La afición canaria se merece un sobresaliente, nos esperaron al final del encuentro y nos aplaudieron. A la salida del Estadio de Gran Canaria, sucedió lo mismo. Nos trataron de forma increíble. Y para la minoría que no estuvo ala altura, considero que deben abandonar el fútbol y de todos los deportes. Esto es una fiesta y espectáculo, ahora solo queremos disfrutar del ascenso".

Incredulidad y sorpresa

Jorge Gavilán, que se desplazó con la expedición del Córdoba, festejó por todo lo alto el empate del cuadro andaluz y el regreso, tras 42 años de espera, a la liga de estrellas. "Fue increíble, pocos creíamos que el tanto del ascenso llegaría en el minuto 93. Así es el fútbol, y sobre la afición de la UD, solo tenemos palabras de elogio. Nos aplaudieron cuando abandonamos las gradas, fuimos escoltados por la policía pero nos hicieron un pasillo".

Gavilán enfatiza en que en la ida, a pesar de registrarse dos heridos de los aficionados amarillos, el choque se desarrolló sin incidentes en el Nuevo Arcángel, y las dos aficiones se cruzaron aplausos. "En Córdoba no pasó nada grave, les aplaudimos al término del encuentro y nos devolvieron el guiño. En realidad, con los canarios hay algo especial, desconocemos por qué ha terminado todo así. Hemos logrado el ascenso pero nos duele ver a una Isla tan dolorida".

Elliot y Sergio dan testimonio a un episodio penoso, que vale como referencia del dantesco espectáculo que se respiró en el césped y a las puertas de la gloria. El Gran Canaria, un templo de pánico. Planeta caos. La herida sigue abierta. La grada pide responsabilidades.