Un amarillo en los fogones de la fortaleza. Santiago Gil, jefe de cocina del Hotel Dunas Don Gregory, ya renovó su abono en la Curva. Forma parte de una legión eterna, que ya pone rumbo hacia los 10.000 carnets, cuando restan 28 días para el inicio de Liga ante el Llagostera en el templo del Gran Canaria.

Aún emocionado y dolido por lo acontecido el 22-J ante el Córdoba, Gil, el responsable de alimentar a los soldados del ejército de Valerón, aplaude el cambio de rumbo. Pide "trabajo y humildad" para el proyecto de Herrera, un técnico por el que siente admiración. "Viví con mi familia uno de los episodios más tristes de la historia de la UD, pero estoy con fuerzas. Aplaudo el nuevo estilo, tenemos que creer en lo nuestro. Sueño con ascender con once canarios en el césped", detalla mientras elabora un plato gigante de pasta con salsa natural.

Subraya la importancia de la grada ante el nuevo desafío. "Entre todos, podemos hacer algo grande, pero sin perder de vista la humildad. El famoso partido a partido se ha convertido en la nueva bandera". Natural de Guía, y con 55 años, lleva casi 40 temporadas de abonado. Es un catedrático del aliento y de la cocina. Suma 35 años buscando el plato perfecto. En el bufé del Dunas Don Gregory, los clientes paladean la cocina de alta escuela de Gil. En el otro extremo, los jugadores, separados con una barrera que hace de muralla.

Gasolina con amor

Calorías y energía forjadas desde el corazón de Gil, el chef más amarillo del planeta admira la fantasía y el coraje de Momo. Sus hijos Jonay y Aday le acompañan en el templo de Siete Palmas, animar al conjunto isleño es una pasión, que pasa de generación en generación. Gil reconoce su devoción por el extremo de Las Torres y el mediapunta internacional Valerón. "Momo ha completado una campaña para enmarcar. Lo ha dado todo, se vacía y eso es digno de reseñar. Su nombre es el mejor cartel de sacrificio para la cantera. Lo de Valerón, no tiene nombre. Es un ejemplo, verle en cada partido, es un lujo. Ojalá no se retire nunca, que pudiese jugar con 90 años", concreta.

El secreto, los ingredientes

Pasta, pechuga a la plancha, arroz hervido, lasaña de carne, fruta, crema de guisantes, paella de carne, ensalada con zanahoria rayada, tomate troceado y sin piel, lechuga, escarola, nueces, almendras, ración de bonito del norte ... Es la lista interminable de platos de las últimas campañas en la fortaleza del confort y las agujetas. Gil alecciona a su tropa de cocineros, como si fuese el programa televisivo Master Chef, Míchel, segundo de cocina, Javier y María toman nota.

En el planeta de los fogones, hace mucho calor, el potaje está en su punto y las albóndigas, un manjar. Pero Gil vuelve a hablar de la UD, el escudo que baile en su corazón. "Aún me acuerdo de Vitolo y Viera. Asdrúbal y Tana deben seguir sus pasos. ¿Y qué haremos sin Barbosa? Era como Carnevali. También se nos fueron Brindisi, Wolff o el ´Turu´ y salimos a flote. Confío en Araujo, dará que hablar".

En constante comunicación con el médico amarillo Diosdado Bolaños, cada menú lleva la firma de un artista que creció en el Insular. "Era como un parque de atracciones", confiesa. Hasta este jueves, solo tiene una obsesión, que sus ídolos coman y se sientan como reyes. Es el cerebro de una cocina con estrella. Y un solo color, el amarillo. Toda una vida pendiente de fogones y de un escudo -que usa de salvapantallas en su ordenador personal-. En la cocina del Dunas Don Gregory, se mueve, como Valerón en el área, un artista con gorro. "¿Jugar en Primera? Qué se me pasa la carne", Gil, deja de soñar. Filosofía cholo. Herrera le ha convencido.

La cocina de Gil es una cámara acorazada antigrasa. Para los gladiadores de Herrera no hay productos calóricos. Están prohibidos. Bienvenidos al planeta de la pasta y de los manjares a la plancha. Arrasar en el planeta de plata, tras 42 capítulos infernales, exige un torrente de sacrificios culinarios. En una de las mesas, Nauzet, Momo, David García, Valerón, Aythami Artiles y Ángel acaban con la ensalada, decorada con unas verduras al vapor. Desmenuzan a los rivales y sueñan con catapultar a la UD al cielo de Primera. La palabra ascenso está prohibida. Filosofía Cholo Simeone antes de la pasta. En el otro extremo, Gil, en plena faena, sonríe y suspira por un gol en la escuadra de Nauzet para dejar las miserias de la Segunda. "Quiere ver al Madrid en Siete Palmas, y que se lleve cuatro", finaliza el chef, con un bandeja de pulpo en la mano.