"Vamos, vamos. Aún no ha acabado la pretemporada", gritaba ayer un jugador durante la sesión en Barranco Seco. Cuando el entrenamiento parecía acabado y algunos aficionados recogían sus utensilios, el cuerpo técnico mandó más ejercicios físicos. La intensidad sigue siendo la nota predominante en el día a día de la UD.

La sesión había sido de mucho balón y cuando acabó el habitual partido en dimensiones reducidas con el que se suele finalizar los jugadores se acercaron al centro del campo relajados. Allí esperaba el cuerpo técnico que, para su sorpresa, dividió al equipo en varios grupos. Las instrucciones eran dar vueltas al campo a un ritmo progresivo, de menos a más. Y vuelta a empezar. Así estuvieron durante unos minutos en los que las caras de cansancio de los jugadores eran notorias. Sudaron la gota gorda. Al acabar, incluso uno de ellos se tiró al suelo, exhausto.

Si algo está distinguiendo el inicio de temporada del equipo insular es la intensidad mostrada en el campo. El conjunto de Paco Herrera acaba los partidos como una moto. Así ocurrió en Santander, donde remontó en el tramo final de encuentro, que además afrontó con un efectivo más.

El técnico catalán también incidió previamente en el trabajo táctico. Realizó varios ejercicios con el objetivo de pulir el sistema y que los movimientos de los jugadores sean acordes a ese 4-3-3 que está planteando. Y sus mensajes eran claros: "¡Tenemos que ser un equipo pesado! ¡Qué el rival se canse de nosotros!", ordenaba mientras los jugadores realizaban el ejercicio.

Aficionados, miembros del club y los propios jugadores coinciden en que el paso adelante que ha dado el equipo con el nuevo cuerpo técnico es notable. Y eso lo están notando en los partidos.