En su primera aventura en la UD, suma 654 minutos en Liga -ha participado en 8 de las 9 jornadas- y 180 en los dos duelos de Copa. Ante el Numancia, estuvo pletórico (minuto 90) a la hora de fabricar el tanto de Hernán. Vive en el paraíso. ¿A qué sabe el éxito?

Soy feliz, estoy a gusto y disfruto. El equipo va bien, hay buen ambiente y estamos todos a una. Pero soy ambicioso, quiero más. Mi meta es seguir creciendo. Tras todo lo que he pasado, para llegar a la UD, nada me atormenta. Me concentro únicamente en trabajar y en aprovechar mi oportunidad. Sacrificio y naturalidad. No le doy vueltas a si merecía llegar antes al equipo profesional, o después, ya estoy aquí y aprendo cada día en un vestuario increíble con un grupo fantástico.

A las puertas de los 26 años, su triunfo es el de la perseverancia. Vestir de amarillo ha sido terminar una maratón. ¿Su mejor baza ha sido su fortaleza mental?

Fui fuerte y fue duro. No todo el mundo tiene la oportunidad de llegar. Muchos se quedaron por el camino. Con trabajo, fe y sacrificio, a pesar de que merecía el premio de subir antes, he llegado. Tras esta experiencia, lo saboreo mejor, me satisface aún más. Pero soy humilde.

¿Se siente liberado?

Sí, me siento un poco liberado, con ganas de seguir aprendiendo tras años de pretemporada y campañas en el filial. Llega por fin la oportunidad en mi primera experiencia en el equipo profesional. Tengo mucho que aprender de los compañeros para seguir creciendo.

¿Cómo afronta lo de ser novato con 25 años?

Es un caso raro pero hay precedentes de llegar con 25 años -cumple 26 el 16 de diciembre-. Si quieres algo, debes intentarlo. Seguir hasta el final, trabajar y disfrutar. Vivir de esto, merece la pena. Es muy bonito pero sumamente sacrificado.

13 de agosto. Copa Mahou ante el Tenerife en el Gran Canaria. Se lesiona Christian y aparece en escena. ¿Qué margen de casualidad tiene su aterrizaje y consolidación en la UD?

El mister ya me había dicho que me quedaría. Pero no me lo esperaba así, necesitaba jugar un partido clave de pretemporada ante el Tenerife para sentirme más cómodo. Tenía que soltarme. Y lo hice, eso me faltó en otras pretemporadas. Precisaba de esos minutos. No por una lesión sino para confiar en mí incluso en la banda izquierda -como en aquel partido ante el Tenerife-. Adquieres confianza y dices: '¡Disfruta en el campo'! Que al final, es lo más importante.

Es una de las apuestas de Herrera. ¿Es un alivio o una responsabilidad tener este respaldo?

El mister me ha dado la confianza que otros no. Supo confiar en mí e intento demostrarle que valgo dándolo todo por el bien del club.

¿Por qué Herrera sí y Lobera, en los dos últimos años, no?

Son decisiones técnicas y deportivas. A lo mejor no depende únicamente del entrenador; es un cúmulo de cosas. Al inicio de temporada te dicen una cosa y tiran por lo fácil, que no tengo ficha del primer equipo. Luego hay otros compañeros que lo hacen bien y se optó porque siguiese en el filial. Respeto todas las decisiones, siempre he sido profesional. Ya todo es pasado, mi meta es seguir jugando en este equipo tan competitivo. Es un lujo formar parte de este vestuario y lo aprovecho.

No todo ha sido una película de Walt Disney. Fue sustituido en el descanso ante el Tenerife en el Heliodoro. Ha reiterado que no se sintió señalado. ¿Cómo encaró esa situación tan delicada?

Con tranquilidad, el mister toma decisiones. Apostó por Christian y lo ubicó en la izquierda, ese día no estuvo nadie bien. Pienso en lo mejor para el grupo; fue una decisión técnica. Hay que respetarlo todo porque está saliendo. Puede jugar cualquiera, estamos capacitados. La meta es ser competitivos. Y cuando sales del once, elevar la entrega.

Es un tren de alta velocidad. Desvele el secreto de su nivel físico. ¿Es pura genética o mérito del preparador Rafa Cristóbal?

Es una de mis características. Mis compañeros y aficionados lo saben. Crezco con el paso de los minutos, me canso más al inicio que al final de los encuentros. Todo va unido, el trabajo físico y mental. Sé que puedo mejorar. Puedo dar más a la UD, tanto de físico como de juego.

¿Le han planteado actuar de extremo por la banda derecha?

He participado en entrenamientos en esa demarcación. Con diez -ante el Numancia el pasado domingo- estuve más arriba y ayudando en defensa en lo que podía. En Las Palmas Atlético ya actué ahí, y claro que puedo jugar como interior. Pero me veo más cómodo en el lateral; cuento con más recorrido.

El mejor consejo de Valerón...

En pretemporada habló conmigo, me dijo que tuviese tranquilidad que afrontase mi situación con calma. Que todo llegaría. Es un fuera de serie, escucha a todos los chiquillos. Puedes estar escuchando sus historias un millón de horas. Es un referente fantástico. Siempre está ahí para escucharte; sus andanzas profesionales conforman el mejor espejo para todos los canteranos.

Haga de Valerón, ¿Qué le diría a una perla del filial?

Que esté tranquilo, que disfrute. Esto es una carrera de fondo.

Víctor Afonso, extécnico del filial, ha jugado un rol clave en su carrera. ¿Qué le ha aportado?

En lo personal y futbolístico, me dio confianza. Siempre apostó por mí, en los malos y buenos momentos. Sin olvidar el rol de su segundo José Luis Padrón. Trabajar con ellos fue muy gratificante. Víctor Afonso es uno de mis padres futbolísticos.

¿Le molesta que le pongan el cartel de canterano de la UD cuando se formó en la cadena del Barrio Atlántico de La Feria?

Estuve en el Barrio desde los 5 a los 17 años. Allí en La Feria respira mucho fútbol, del campo de entrenar nos íbamos al parque para seguir con la pelota. Luego me fui una temporada al Unión Viera porque en el Barrio Atlántico no había División de Honor Juvenil. Se lo dije a Gonzalo -presidente del Barrio Atlético- y me dejó fichar por el Viera. Allí estaba como técnico Mingo Oramas [ahora en el Juvenil de la UD]. Y tras unas pruebas, yo que jugaba de delantero, acabé de lateral. Y ahí me quedé hasta hoy.

¿Su familia es el motor de sus cabalgadas por la banda?

Son importantísimos, siempre recuerdo la cara de mi abuelo Julián -ya fallecido- cuando marqué tres goles con el Barrio Atlántico. Jugué de delantero y le brindé los tantos a un niño discapacitado, y a mi abuelo se le saltaban las lágrimas. Estaba 'superorgulloso'. Esa felicidad me llegó, es una de las cosas por las que me sacrifico. Porque juegas por tu familia, velas por tus intereses pero también para sacar a tu familia adelante. Y mi madre Asunción también juega un papel crucial, a ella se lo dedico todo.

¿El ascenso es una obligación, un objetivo o un fracaso si no se consuma el próximo junio?

El ascenso se curra partido a partido y sin descanso. No hay que obsesionarse pero tampoco dejarse ir. La calidad la tenemos, si trabajamos con sacrificio y disciplina, estaremos arriba. Pero poco a poco.

¿Sueña con subir a Primera?

No lo imagino, vivo el día a día. Ascender con la UD es más que un sueño. Con los pies en el suelo, me limito a sacrificarme por esa meta.