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Perfil Germán Suárez

La mano amiga de la UD

El empresario portuario, que presidió el club entre 1997 y 1998, recibió ayer la insignia de oro y brillantes de la entidad de Pío XII, donde sobresale -desde 1996- como una figura clave para entender la historia de la UD durante los últimos 20 años

La mano amiga de la UD

Por unanimidad. Da igual la filiación, la etapa o la manera de llegar a la Unión Deportiva Las Palmas. Si se pregunta, entre todas las personas que han desfilado por la entidad de Pío XII durante los últimos 20 años, por una figura clave para entender la historia reciente del club amarillo, la mayoría señala a Germán Suárez. Accionista, presidente, favorecedor económico en situaciones límite y conciliador entre todas las partes en momentos delicados. De todo eso ha ejercido el empresario portuario en la UD, que anoche, por medio de Miguel Ángel Ramírez, le rindió honores con la entrega de la insignia de oro y brillantes.

La sensatez no es una característica habitual dentro del fútbol. Y ese rasgo, entre sus dirigentes, a veces parece un asunto más relacionado con la ciencia ficción que algo real. Por eso, y por su manera de ser -sobre todo-, Germán Suárez fue una especie de rara avis dentro del negocio. Presidente de la Unión Deportiva entre 1997 y 1998, sólo se le recuerda una salida de tono durante sus años de relación con la entidad de Pío XII. "Es peor que una mosca cojonera", soltó en el palco del Estadio Insular, en dirección de Teresa Rivero, durante un partido de Segunda División entre Las Palmas y el Rayo Vallecano.

Ese fue el único exceso controvertido que se permitió un empresario de éxito que, en 1996 -en pleno boom económico-, se adentró en el mundo del fútbol junto a Ángel Luis Tadeo, Eustasio López, José Abraham Domínguez y Andrés Domínguez. Entre los cinco fundaron Gerencia Deportiva, una sociedad que compró al Cabildo -propietario de la entidad desde 1992- la mayoría de las acciones de la Unión Deportiva. Con una Sociedad Anónima Deportiva saneada, el equipo de vuelta a Segunda División -tras cuatro años de pena por Segunda B- y la construcción del Estadio de Gran Canaria en proyección, la operación trazó un nuevo panorama para un club que acumulaba ocho campañas fuera de Primera División. Demasiado tiempo para algunos.

Con Gerencia Deportiva al control de la entidad, la inversión en fichajes se multiplicó a partir de 1996. Ese mismo año, con Adrián Déniz aún como presidente -para dar forma a un periodo de transición en el cambio de gestión- se incorporaron a Las Palmas futbolistas como Turu Flores -por su contratación, planificada y ejecutada por Ángel Luis Tadeo, se pagaron algo más de tres millones de euros a Vélez Sarsfield-, Alejandro Omar Simionato, Walter Pico, Ivan Randjelovic, Dragan Radojicic, Blazo Raosalvjevic, Andrés Grande, Flecha Rojas o Bototo Illescas. Y por el banquillo desfilaron hasta tres entrenadores: Pacuco Rosales, Ángel Cappa y Paco Castellano.

"Urgencias históricas"

El curso, que se inició con el ascenso a Primera División como objetivo irrenunciable, acabó con un sonoro fracaso pese a jugar las semifinales de la Copa del Rey -ronda en la que el Barça de Ronaldo apeó al equipo amarillo-. La Unión Deportiva nunca merodeó los primeros puestos de la clasificación y, entre tanto jaleo y unas cuantas crisis, Ángel Cappa soltó una frase que marcó aquella etapa en la historia de la entidad. "Las urgencias históricas no son buenas compañeras de viaje", apuntó el técnico argentino poco antes de ser destituido. Al cierre de aquel ejercicio, Adrián Déniz dejó la presidencia y Germán Suárez accedió a un cargo en el que, según un acuerdo entre los componentes de Gerencia Deportiva, rotarían todos los miembros de la sociedad en los cinco siguientes años, algo que no llegó a suceder -detalle que sirve para marcar el punto de partida de la caída del club hasta el abismo al acumular 70 millones de euros de deuda-.

Con Germán Suárez en la presidencia durante la campaña 97-98, la UD -con García Remón al mando, los fichajes de Cicovic, Martín Hidalgo, Óscar Celada, Sebastián Herrera o Merino y la continuidad de piezas como Samways, Paquito, Orlando o Turu Flores- se quedó a un paso del ascenso a Primera División tras caer en la promoción contra el Real Oviedo.

Cumplido su mandato, Germán Suárez se mantuvo en un segundo plano dentro del consejo de administración de Las Palmas, pero sin perder el control del club -a través de la figura de Sabino López, ex director general-. Lejos de los focos, su figura no perdió presencia en la gestión de la entidad. En 2002 propuso al Cabildo la posibilidad de realizar una operación inmobiliaria en el terreno del Estadio Insular que permitiera enjugar la deuda de la Sociedad Anónima Deportiva. Y, tras el descenso a Segunda División y la desaparición de Gerencia Deportiva, siempre ha ejercido como una mano amiga para avalar un buen número de créditos que dieron oxígeno a la Unión Deportiva en sus peores momentos: en 2002 para hacer frente a las denuncias de los jugadores por impagos que amenazaban con llevar a la entidad a la desaparición; y en 2004, junto a Ángel Luis Tadeo, respaldó a Miguel Ángel Ramírez en una operación para obtener 3,3 millones de euros.

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