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UD Las Palmas La crónica (29a jornada)

El Betis despluma a la UD

Las Palmas pierde el liderato (0-3)

Araujo, ante la oposición de Varela y la mirada de Nauzet Alemán, intenta chutar contra la portería de Adán. QUIQUE CURBELO

Durante 127 días seguidos, uno detrás de otro, sin excepción -desde el 8 de noviembre hasta ayer-, la Unión Deportiva Las Palmas ejerció como líder de la Liga Adelante. A ratos, incluso, ejecutó ese papel a la perfección. En pleno invierno cruel, en sus momentos más brillantes, hasta se le intuía un verano feliz en el horizonte. Así, a lo largo de 17 jornadas consecutivas -entre una y otra fecha-, el equipo de Paco Herrera apenas dio tregua a sus rivales. Ganó allí, allá y como le dio la gana. Pero el fútbol, un juego de mecanismo feroz, no tiene memoria. Y el pasado no vale nada. Ayer, en doce minutos, el Betis desplumó a la UD. Le ganó con autoridad (0-3), le arrebató el primer puesto de la clasificación -el conjunto amarillo cayó hasta la cuarta plaza, detrás del propio Betis, Sporting y Valladolid-, le dejó en estado de alarma y le robó hasta el ánimo.

No perdió un partido más Las Palmas. No se dejó en el camino sólo tres puntos. El quebranto es mayor que todo eso. Sin ser definitivo, el duelo de ayer es de los que suelen marcar tendencia. Y el rastro que deja la derrota de la Unión Deportiva ante el Betis confirma que el representativo grancanario no anda fino desde hace semanas y, de paso, levanta más dudas alrededor de un equipo que hace nada parecía intocable.

La trayectoria reciente de Las Palmas, desde el disparatado triunfo sobre el Real Zaragoza (5-3) del 11 de enero, se ha escrito a partir de una certeza y de una percepción. La evidencia es que ha firmado dos agónicas victorias -ante RCD Mallorca y Racing de Santander- en las últimas nueve jornada; la sensación es que el nivel de su juego ha trazado una línea descendente desde entonces. Y ambos conceptos, como si fuesen una sola unidad material, se confirmaron ayer sobre el césped del Estadio de Gran Canaria.

El mismo once de Gijón

Ni siquiera los buenos ratos sueltos de fútbol que Las Palmas dibujó en la primera parte del pulso ante el Betis exoneran al equipo amarillo. En un escenario marcado por la presión -con el liderato de Segunda División en juego y tras los triunfos en la víspera de Sporting y Valladolid-, Paco Herrera optó por dar continuidad en el once titular al equipo que rascó un punto, la semana anterior, en El Molinón.

La apuesta del técnico envalentonó a la Unión Deportiva, que intentó imponer su ideario. Sin ser atrevida, dio un par de pasos al frente para presionar la salida de balón de un Betis que, desde el regreso de Pepe Mel a su banquillo, se ha recuperado a partir de memorizar -como si fuera un mantra- una serie de pasos básicos en el fútbol: juntar las líneas, no dejar espacios libres, cometer el menor número posible de errores, crecer desde la defensa, conceder pocas ocasiones de gol al rival y no perdonar arriba. El abecé del juego.

En medio de esas dos proposiciones, la pelota -de entrada- se dejó querer por Las Palmas que, sostenida en Javi Castellano, Hernán y Vicente en el centro, empujó en busca de la portería defendida por Adán. Lo hizo sin mucha brillantez, sin lograr asociar a muchos futbolistas alrededor del balón, pero con mucho ímpetu, con el corazón rebosante de orgullo. Momo, canalizador de los mejores minutos de fútbol del conjunto amarillo ante el CD Tenerife y Sporting, fue desconectado por la medular del Betis. Y sin esa salida para atacar, la Unión Deportiva tiró por las bravas.

Buscó, en largo, los desmarques de Araujo y Nauzet a la espalda de la defensa del Betis y así, con algo tan básico, hizo recular unos metros a un adversario que en la primera mitad sólo exigió a Casto en una ocasión. Fue en el minuto 29, cuando Pacheco dibujó una diagonal -de izquierda a derecha- que culminó con un chut, desde la frontal del área, que el portero de Las Palmas sacó con una mano colosal.

El susto no acobardó a la Unión Deportiva, que insistió en morder al Betis. Así, de tanto permanecer en colgado en esa idea, a punto estuvo de alcanzar el descanso con el partido resuelto. En el minuto 34, Vicente Gómez -con un remate de espuela- puso a prueba los reflejos de Adán, que resolvió la papeleta con un paradón que provocó otra clara ocasión de gol: tras el rechace del portero, el balón llegó a Aythami, que en el segundo palo remató al larguero.

Las Palmas, a partir de ahí, se desató de aquella manera. No fue a base de fútbol, pero sí con contenido. Siempre con un punto más de intensidad que el Betis. En todo. En pelea, en esfuerzo, en generosidad y hasta en energía. Y en medio de ese arrebato, en el minuto 43, Araujo se inventó una pequeña genialidad. El delantero argentino, que no celebra un gol desde el 11 de enero, cazó un balón suelto a la altura del centro del campo y pegado a la banda derecha. A partir de ahí, como si estuviera propulsado por la rabia acumulada por tanta frustración ante las porterías rivales, perfiló un zigzag imposible de contener por la defensa del Betis. Sólo el poste, tras un remate duro -con la pierna izquierda-, desbarató los planes de Araujo y lanzó el partido hacia al descanso.

Nada, tras la reanudación, volvió a ser igual. Ni Las Palmas, que cambió como el cielo de la noche al día, ni el juego. El Betis, con oficio, le metió cloroformo al ambiente. Neutralizó al rival, que desapareció del mapa, y esperó su momento.

Ese instante llegó en el minuto 65, cuando Jorge Molina -a pase de Portillo- hizo el 0-1. A partir de ahí, en Siete Palmas, se desató una especie de tormenta perfecta. En doce minutos, el propio Jorge Molina (0-2, min. 73) y Ceballos (min. 75) certificaron la rendición de la Unión Deportiva Las Palmas, desarmada por los cambios, que cayó sin remisión hasta besar la lona.

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