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Rubén, el príncipe de los 21.000 silbidos

El punta estira su leyenda negra y firma la quinta victoria ante la UD

Rubén, el príncipe de los 21.000 silbidos

La influencia diabólica del exterminador. Rubén Castro, pichichi de la categoría con 19 dianas, recibió la sinfonía de viento del Gran Canaria. Una tonelada de ira. En su décimo partido contra la UD, desde el calentamiento fue la diana perfecta de los 21.000 fieles amarillos. El 'Moña' se quedó sin mojar pero dejó en el césped gestos de clase que dispararon el pánico en la grada. Centró el interés en el desafío de los reyes de plata.

No hizo falta que viese puerta porque el imputado Jorge Molina -investigado en el 'caso Osasuna' por el presunto amaño de partidos- dio un recital de oportunismo con dos zarpazos a la red. Derechazos para liquidar a la UD y empezar con la infamia. En el 0-2, Molina se alista con Varela y Portillo en la fiesta del toque y el cianuro.

El delantero grancanario del Betis, máximo realizador del club verdiblanco en sus 107 años de historia con 102 goles, disputó los 90 minutos en su décimo pulso ante la UD. En la arena no hay sentimientos. Diez batallas y la primera victoria en el Gran Canaria como visitante para el artillero isletero en el duelo de colosos de plata. Con 7 dianas ante los isleños, tras abandonar el club en la 2003/04 [como Pichichi de Segunda], Rubén marcó su último gol ante la UD en el Gran Canaria el 13 de diciembre del 2012. Y estuvo cerca de lucir su aguijón. Con una vaselina, en el segundo acto, estrelló el balón en la red superior tras rozar el larguero. El enésimo aviso de un actor despiadado.

Estuvo marcado por el zaguero David García y el primer balón lo controló algo escorado en la banda derecha. Pero fue en el minuto 6 cuando completó su primer tiro que fue abortado de forma brillante por el gladiador de Maspalomas. El capitán de la UD cumplió con nota en su examen de fuego ante el Moña. Pero el entramado defensivo de Herrera se olvidó de Jorge Molina y de un inspiradísimo Portillo -determinante en los tres tantos del duelo-.

Sobre la media hora de juego, el pistolero Rubén finalizó una acción en posición ilegal. Se llevó una pitada de escándalo. Siempre bajo lupa, siempre contra marea. Y así concluyó el primer acto. Estaba cerca el estallido atómico bético. El tsunami del Heliópolis azotó con fuerza la propuesta amarilla que saltó por los aires. Una imagen inédita en esta Liga.

Al milímetro, pendiente de la línea de fuera de juego, Rubén comenzó a leer a la perfección los espacios que dejaba una UD sin aire. Se apagó la luz en el galeón amarillo y un toque de fantasía dejó a Molina lista para la fatalidad local. Con el 0-1 comenzó la pesadilla. Doce minutos para definir el mapa de la deshonra. En esa franja macabra, en la que el Betis se ensañó con la UD, Rubén siempre llevó peligro. Tiene un don para incendiar el latifundio del Roque Nublo. Es el guiño negro al sello que le hizo profesional y le brindó un salto meteórico a la fama.

Celebración y rencor eterno

El 0-2 fue una losa. Y Rubén se abrazó de forma efusiva con el bigoleador. En ese tramo del duelo de los reyes de Segunda -del minuto 74 al 90-, el atacante de 33 años respiraba en su hábitat preferido. Un rival abierto en canal, desesperado y obligado a responder ante el bombardeo del pánico. Y el 0-3 fue una puñalada en el pecho. Combinación entre Portillo y Ceballos al estilo Rubén. Toque y velocidad. Tomar la fortaleza en 12 minutos infernales. Diez partidos y 5 victorias ante la UD. Rubén no marcó pero estira su leyenda negra. Odiado y venerado, ángel y demonio. El puñal del Moña.

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