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Fútbol Ante el clásico del Camp Nou

Octubre queda muy lejos

El Barcelona de Luis Enrique vuelve a aventajar al Madrid de Ancelotti por un punto, pero las sensaciones han dado un vuelco respecto al partido del Bernabéu

El Barcelona y el Real Madrid llegan al clásico del Camp Nou como salieron del 'Santiago Bernabéu', con un punto de ventaja para el equipo azulgrana, pero todo lo demás es completamente distinto. El 3-1 de la ida fue un punto de inflexión que descubrió las primeras grietas del proyecto de Luis Enrique y relanzó al de Ancelotti hacia el récord de las 22 victorias consecutivas. Ahora el técnico asturiano empieza a recoger los frutos de su planificación y al italiano se le amontona el trabajo para recuperar el equilibrio perdido. Cuando acabe el partido del domingo aún quedarán diez jornadas, pero todos coinciden en la importancia de dejar tocado al máximo rival.

Z Contratiempo muy oportuno

Allá por el mes de octubre, una lesión de Gareth Bale con su selección había permitido a Carlo Ancelotti encajar todas las piezas de su rompecabezas. Condicionado por la política de altas y bajas del club, el técnico no encontraba la fórmula para convertir un puñado de estupendas individualidades en un bloque sólido y fiable. Sin Bale, Ancelotti dibujó frente al Barça el 4-4-2 que le garantizaba un mayor equilibrio. Lo consiguió con la pareja del eje, formada por Modric y Kroos, y sobre todo gracias al sacrificio de Isco y James, mentalizados para cumplir unas obligaciones desconocidas en su carrera. Pese al golpe moral que supuso el gol inicial de Neymar, el Madrid llevó el clásico a su terreno. Y ganó la partida precisamente donde se había hecho fuerte su rival en los últimos tiempos, el centro del campo.

Z Dudas en el puente aéreo

El Barcelona de Luis Enrique llegaba al 'Bernabéu' sin más rasguño que un oscuro empate en La Rosaleda, pero la moral de la tropa empezaba a resquebrajarse. También la confianza del entrenador en algunos jugadores, sobre todo después de la primera derrota de la temporada, frente al Paris Saint Germain (3-2). Dos de los que salieron señalados del Parque de los Príncipes, Rakitic y Jordi Alba, se quedaron en el banquillo. Además, el técnico asturiano se vio condicionado por el final de la sanción de Luis Suárez, justo el día antes del clásico. No dudó en dar cabida al uruguayo, pero arrinconándole en la derecha porque entonces aún no se discutía la posición de Leo Messi en el eje.

El Barça flojeó en todas las líneas y fue especialmente llamativo el hundimiento del centro del campo, pese a que durante una hora estuvo formado por el trío de la mejor época de Guardiola: Xavi, Busquets, Iniesta. Los cambios sólo sirvieron para empeorar las cosas, hasta el punto de que el Barcelona se expuso a una severa goleada en los últimos minutos. "Al final ha sido un descontrol", coincidieron técnico y jugadores azulgranas, que reconocieron la justicia del triunfo madridista. Las dudas que había transmitido el Real Madrid en el inicio de Liga viajaban en el puente aéreo hacia Barcelona.

Z Fiesta en Madrid

Durante los dos meses siguientes, las sensaciones que dejó el clásico no hicieron más que acentuarse. El Madrid despegó con un juego y unos resultados espectaculares, incluso después de la vuelta de Bale y la lesión de Modric. El Barcelona alternaba vistosas goleadas con sonoros atascos y Luis Suárez, pese a su aportación al grupo, no acababa de mezclar bien con Messi y Neymar.

Cristiano Ronaldo se disparaba en la tabla de goleadores, mientras Messi seguía con la cabeza gacha. Ancelotti acaparaba elogios por encontrar un 'once' reconocible y a Luis Enrique le llovían los palos por su política de rotaciones. Antes del descanso navideño, todo eso se traducía en la ventaja madridista en la clasificación, con un punto de ventaja y el partido pendiente frente al Sevilla en el Santiago Bernabeu.

Z Subidón azulgrana

De la depresión blanca al subidón azulgrana. Resulta difícil explicar el momento del Madrid y el Barcelona sin referirse a la primera jornada de 2015. Los dos perdieron sus partidos, pero digirieron de forma muy diferente la decepción. Los síntomas que ofreció el Madrid en Mestalla no han hecho otra cosa que agravarse: desajustes tácticos, relajación y un evidente bajón físico de algunos jugadores importantes. En Barcelona, de las cenizas de la hoguera que prendió tras el 1-0 de Anoeta surgió un equipo nuevo, casi imbatible. A partir de la seguridad del tándem Piqué-Mascherano, el Barça empezó a crecer y logró la cuadratura del círculo con un ajuste que puso en órbita al tridente de ataque: Messi volvió a sus orígenes en la banda derecha y Luis Suárez pudo moverse a sus anchas en su posición natural, siempre cerca del área. Mientras el 4-3-3 azulgrana parece cada vez más engrasado, el madridista parece el origen de todos los males. Aquel clásico de octubre aparece como un recuerdo muy, muy lejano.

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