El asturiano Luis Enrique y el italiano Carlo Ancelotti plantearán mañana una batalla táctica en el Camp Nou bajo un mismo dibujo: un 4-3-3 condicionado por sus tres figuras atacantes, sistema ofensivo del que parte un fútbol con querencia al esférico que garantiza el espectáculo.

La principal diferencia entre ambos entrenadores ha sido la forma de manejar sus plantillas. La apuesta por las rotaciones del técnico asturiano y la falta de confianza en el "fondo de armario" del italiano. El primero superó su momento más bajo tras la derrota en Anoeta con sus estrellas Leo Messi y Neymar en el banquillo. Le costó la duda pública de su capacidad, aunque su carácter le mantuvo firme ante la crítica y el tiempo le ha dado la razón conduciendo a sus jugadores a su mejor imagen en un momento clave de la temporada.

Sin embargo, Ancelotti encara su momento más delicado, en una crisis de identidad y resultados, con un grupo de jugadores convertidos en indiscutibles con la titularidad siempre garantizada, independientemente de su estado de forma. La falta de reacción táctica y su rigidez para convertir en inamovible un sistema han provocado que se pasase de verle en la "casa blanca" como el perfil de entrenador perfecto tras la conquista de la décima Copa de Europa a cuestionar su "mano blanda" con los futbolistas.

Luis Enrique confió en su estilo, el que le ha llevado al banquillo de un club que apostó por el regreso de un perfil, en cuanto a fútbol, cercano al exitoso Pep Guardiola. El regreso a los ideales futbolísticos que catapultaron a la gloria al mejor Barcelona de la historia sumado a la mano dura que faltó con el argentino Tata Martino.

Medir hasta dónde llegaba la capacidad de mando del asturiano provocó situaciones tensas con Messi. Al final se habla en el césped y el astro argentino ha acabado recuperando la mejor de sus versiones para ofrecer en estos momentos su mejor juego. Su presencia tirado a la banda derecha, buscando la espalda de Marcelo, será una de las claves en la pizarra de ambos entrenadores.

La querencia al balón en el Barcelona va en su ADN y Luis Enrique extiende una filosofía de juego que sí modificó Carlo Ancelotti a su llegada al banquillo del Real Madrid. El equipo blanco llegaba de una etapa donde la posesión estaba mal vista y consiguió cambiar el chip de sus jugadores para que a su fútbol trepidante y vertical le sumasen un control de balón efectivo. Tocar con rapidez y generar espacios para aumentar la pegada. Cualidades que se han perdido en los últimos meses cuando la falta de ideas ofensivas han marcado una crisis de resultados.

En el 4-3-3 del que parten ambos conjuntos las defensas tienen características similares. Laterales de largo recorrido (Álves, Jordi Alba, Carvajal y Marcelo) y centrales que marcan el nivel defensivo del equipo. Piqué recuperando sus galones y posiblemente acompañado de Mathieu ante la más que probable baja de Sergio Busquets y el paso de Mascherano al centro del campo, mientras que la capacidad de mando regresa en el Madrid con la presencia de Sergio Ramos, el futbolista que lleva la voz cantante de la zaga junto a Pepe. Contundencia, velocidad, fuerza en el juego aéreo y una mejor salida de balón de lo que el equipo tuvo en la ausencia del sevillano.

De su partido dependerá en gran parte el resultado y de la capacidad de sacrificio en la ayuda defensiva. El repliegue tras pérdida y la presión sobre el rival son marcas de identidad del Barcelona de Luis Enrique, un bloque más junto en sus líneas. La falta de ayudas a los laterales de dos jugadores tan ofensivos como Bale y Cristiano condicionan a Ancelotti. Debe pedir mayor implicación y sacrificio en la fase defensiva. La lucha por ser dueños del partido partirá de un centro del campo que toca menos que otras temporadas en el Barcelona. La entrada de un todoterreno como Rakitic es equiparable a la de su compatriota Modric de blanco. La magia de Iniesta con la de Isco. Sin el ancla de Busquets, del físico de Mascherano dependerá la aparición de espacios en una zona que explotar por el Madrid, con Kroos como líder.

El duelo en la pizarra de Luis Enrique y Ancelotti culmina con el enfrentamiento de dos tridentes en ataque con los que soñaría cualquier equipo del mundo. Libertad de movimientos e intercambio de posiciones en tres jugadores con gol, con mayor desequilibrio individual en los azulgranas y mayor capacidad asociativa en los blancos gracias a las cualidades de Karim Benzema. La fantasía se desata con Messi, Neymar y el remate de Luis Suárez; el poder de la pegada lo plasma el poderío físico de Bale y Cristiano Ronaldo. Un duelo táctico, en definitiva, que garantiza el mayor espectáculo del mundo futbolístico.